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Cualquiera puede hacer un programa sobre cine. O casi cualquiera. Es sencillo si se trabaja para un medio: se consigue el patrocinio, se negocia un espacio y se establece una periodicidad en la cual los “críticos” se reúnen para ponerle palomitas a una cinta. Ya desde ahí la jodimos —sorry, Taibo, aquí al escribidor también le cuadra el lenguaje florido— y la embarramos. Bueno, la jodieron y la embarraron ellos, los aspirantes a críticos porque lo único que provocan es que el posible espectador que los ve o los oye, hablamos pues de televisión y radio, es muy posible que por atender a esas recomendaciones deje de lado lo mejor que hay y se decante por aquello que con un mínimo de malicia tiene planeada la cartelera comercial.
De esos programas hemos tenido muchos más de los que necesitaríamos, porque tanto como servir, no sirven de nada salvo para meter publicidad a sus medios.
Sin embargo, basta levantar un poco la vista hacia el horizonte para descubrir que en otras latitudes sí hay transmisiones dedicadas al cine con sujetos que saben de lo que hablan y, aquí el gran detalle: que entienden cómo hacer para comunicar con enorme soltura aquello que conocen y en lo que se han especializado.
Imagine, pues, cinéfilo lector, que puede tener en un programa un diálogo a cuatro voces en donde dos de los participantes son guionistas y actores profesionales dedicados al género de la comedia, otro es un director al que Hollywood le ha dado lo que ha pedido porque se lo ganó a pulso y el otro es un periodista y escritor que no ha hecho más en su vida que leer, ver cine y escribir.
Eso que le cuento y que con un poquito de suerte ha tenido la oportunidad de frecuentar, es el programa que creó hace cuatro años para la española Fundación Telefónica el actor y prosista Arturo González-Campos, uno de los tipos más preparados y queridos del ámbito cultural español. Bautizó a la emisión (de veras sorry, Taibo, pero el calambur brota por sí mismo) con el humildísimo nombre de Todopoderosos. Y pese a que sólo hay un programa cada mes —en cuanto el lector lo escuche se dará cuenta de que el tiempo de espera es de preparación para un trabajo tan complejo—, los cuatro jinetes de Todopoderosos le andan pegando al millón de reproducciones. Ah, porque si bien a través de Fundación Telefónica ese trabajo se hace con público, en directo, en un espacio adecuado para ello, también se graba para que sea visto gratuitamente en YouTube y, quizá más importante por aquello de la penetración —te juro que es el último, Paco, no me odies ni olvides la amistad— y la movilidad, está disponible en versión podcast en las plataformas usuales, desde luego también con libre acceso.
Los cuatro de a caballo y celuloide son, entonces, el propio Arturo González-Campos, actor, guionista, escritor, gente de radio y de cine; Javier Cansado —no se apellida Cansado pero como si se apellidara así—, extraordinario actor con una capacidad de improvisación que merecería un estudio del doctor House, que proviene de la ingeniería química pero que finalmente se decidió por la psicología y paralelamente por la radio, la televisión, el cine y la escritura; Rodrigo Cortés, un tipo que además de músico profesional ha visto el muy maldito todo el cine que hay en el mundo mundial —en cuanto lo oiga verá que la afirmación tiene sustento— y que ha trabajado muy fuerte en la industria cinematográfica hasta hacerse con un lugar del que casi nadie goza entre los cineastas de habla hispana (quizá sólo los tres mexicanos maravilla que ahora por fortuna están en lo mejor de sus carreras) y quien ha tenido a su mando a Ryan Reynolds, Sigourney Weaver, Robert De Niro o Uma Thurman, entre muchos muy destacados actores; y a Juan Gómez-Jurado, el escritor y periodista con quien hemos tenido la fortuna de conversar para EL UNIVERSAL en reciente fecha, y cuyas novelas de calidad intachable se venden y se leen por millones.
Entre todos ellos suman prácticamente 200 años de existencia. Si cada uno empezó su trayectoria (como en efecto fue) hacia los 20 años de edad, entonces hablamos de 120 años de experiencia cultural pura y dura (ups, esquiús mai french) a la que es preciso sumar la dinámica, desde luego planeada al menos en un 50%, que adiciona muchas de las participaciones con apuntes de comedia de muy alta escuela.
Venga, pues, lector querido, sin miedo y al toro, a repasar el cine de Hitchcock, Allen, Tarantino, los Monty Python, Kubrick, Scorsese, Wilder, De Palma y así hasta llegar a los cuarenta y tantos programas hasta ahora disponibles. Y, desde luego, con referencias barriobajeras y culteranas a la vida contemporánea, a cintas que se estrenaron ayer mismo, a centenares de libros y todo, insisto, barnizado con un humor desternillante que implica agradecer al enorme Arturo González-Campos porque puede escucharse una y otra vez y descubrir matices que por la velocidad de la conversación se aprecian a detalle poco a poco.
Ahí está el programa Todopoderosos, en podcast, para que corrobore el lector el dicho pleno de sabiduría del querido cinéfago Jorge Ayala Blanco: “Mientras haya cine, hay esperanza”.
@cesarguemes