Si cierra una librería, es motivo de natural desánimo. Si, además, muere el fundador de ese espacio, lo que nos ocurre a muchos es la tristeza, fría como la gota aquella. Y, si se trata de Paco Camarasa, creador del más luminoso espacio dedicado a la literatura negra que en el mundo hispanohablante ha habido, lo único que resta es la desolación.

En el barrio de La Barceloneta, sobre la Calle de la Sal, dio comienzo a una aventura que duró al menos 13 años, su obra maestra, la librería Negra y Criminal, por donde pasaron en persona y desde luego en obra, los verdaderos dioses de la novela negra, más uno que otro advenedizo de contrabando. Eminencia en su materia, tuvo varios reconocimientos que sólo él pudo haber alcanzado, como el ser comisario del Festival Internacional Barcelona Negra. Y, desde luego, ya casi al cierre de la pelea de la maldita enfermedad contra la que peleaba, alcanzó a recibir la medalla de oro al mérito cultural de Barcelona y, casi nada, el enorme Premio Francisco González Ledesma.

El querido Paco Camarasa falleció escasamente hace una semana, de forma que podemos considerar prematura, tres años antes de cumplir los 70. Y, como dicen las crónicas mortuorias rancias, le sobrevive su compañera inseparable, Montse Clavé, junto con quien echó a andar aquel sueño lleno de libros que, lejos de ser la boba Disneylandia, era para los lectores como entrar al mundo de Alicia en el País de las Maravillas: un mundo matemático, ordenado y a la vez repleto de sorpresas.

Escribió el propio Camarasa en su libro canónico Sangre en los estantes: “No soy un intelectual, ni un creador. Soy un divulgador, un agitador, un prescriptor; un librero, que es el mejor divulgador, agitador y prescriptor que puede haber. El librero es un transmisor privilegiado. El enlace necesario entre los autores y editores y el lector. Dicen los editores que su profesión es la más hermosa que hay. Pero su excelente trabajo puede verse mediatizado por la distribución y otras intermediaciones. El librero recoge el trabajo de los editores y se lo entrega al destinatario final: el lector o lectora. Aunque el libro necesita clientes: lo que más rabia nos daba en Negra y Criminal eran las tardes vacías; no vender más. Con la cantidad de buenos libros que teníamos, con la cantidad de buenos autores por descubrir o por recuperar que existían…”

Personas cercanas lo recordaron así y vale más volver a señalarlo antes de que se olvide.

Alejandro Mañes, en Levante, escribió: “Desde Valencia, Paco, nunca fuimos ajenos a tus andanzas y sólo lamentamos tu ausencia y no haber sabido retenerte, y disfrutar contigo de tu labor (…) En palabras de tu admirado, Petros Márkaris, ‘No sólo es todo lo que sabe; es el amor que profesa por ello’. Así es Paco, honraste la profesión, como transmisor privilegiado. Claro que en ello Montse, autora contigo, como dices en Sangre en los estantes —un libro imprescindible para cualquier amante del género negro, según Donna Leon— es corresponsable. Descansa en paz, Paco, amigo entrañable, siempre próximo.”

No olvidemos al cálido Juan Carlos Galindo, en El País: “Entrar en aquella librería era pasar a otro universo, disfrutar de un museo del género, prepararse para compartir lecturas, cafés, vinos y conversaciones con el enérgico Paco y su voz rasgada que marcaba un discurso que no perdió fuerza ni cuando ya le costaba ponerse de pie. Igual explicaba a un recién llegado que la novela negra no era la novela enigma, que no había color, que cada cosa tenía que estar en su sitio, que se enfrascaba en una discusión sobre el último valor del noir americano antes de pasar detrás de la caja para cambiar el disco de jazz. Sabio, apasionado y buen hombre, en el orden que se quiera.”

Matías Néspolo, en El Mundo, da cuenta del valor, pese a la enfermedad, del gran Camarasa: “Negra y Criminal cerró sus puertas definitivamente en 2015. Al tiempo que la terrible enfermedad asomaba las orejas y comenzaba a hacer mella, cualquier otro en su lugar habría claudicado en el acto. Pero el librero valenciano, en la mejor tradición de la izquierda antifranquista de la que provenía, no se dio por vencido: ‘Soy un ferviente marxista, pero en este caso no estoy de acuerdo con Groucho’ (…)”

Cierra Camarasa, en su volumen citado: “Como siempre, hay una contradicción: he escrito el libro que hubiera necesitado en la Negra y Criminal; pero lo he escrito ahora que la librería no puede aprovechar porque la Negra y Criminal ya no existe. Espero que con Sangre en los estantes puedan compartir conmigo lo que he aprendido en ella”.

Para la librería no, Paco, don Paco Camarasa, pero sí para los lectores, a quienes acompañará, aunque mucho le pese a la muerte.

@cesarguemes

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