Un grupo de los más poderosos empresarios de México hizo campaña contra Andrés Manuel López Obrador. ¿De qué manera? Estos empresarios financian a varias de las más influyentes organizaciones de la sociedad civil que desde hace muchos años impulsan una agenda de políticas públicas prodemocráticas. Esta agenda fue potenciada aún más en campaña, y al ser rechazada por el candidato de Morena, lo exhibieron como un hombre que atropella los derechos educativos de los niños, que duda del libre mercado, que no quiere contrapesos en el ejercicio del poder ni mucho menos empoderamiento ciudadano.
Como eso no bastó, pasaron a los spots. Y porque ni así bajaban al tabasqueño en las encuestas, de plano hicieron llamados públicos a sus empleados a no votar por él.
No midieron bien el ánimo popular. Quisieron hacer del 2018 otro 2006 y pues no era: López Obrador arrasó.
En medio de las muestras de civilidad que sucedieron al triunfo de Morena, se realizó una reunión del virtual presidente electo con un centenar de integrantes del Consejo Coordinador Empresarial. Y, como relatamos en esta columna, todo fue miel sobre hojuelas. Algunos discursos se pasaron de miel, como los de don Antonio Madero o Bosco De la Vega, líder del Consejo Nacional Agropecuario. En general el tono fue de franca cooperación y hasta de adulación.
No hacía falta más. Pomada para la herida y que empezara a sanar. No podían los empresarios ser mezquinos frente a la aplastante victoria. El balón está en la cancha de López Obrador y todas las señales que reciben de él son buenas.
Pero a ciertos integrantes de la cúpula empresarial no les bastó la reunión. Circularon un video en donde sueltan un discurso coral que suena a rendición y que, en pleno siglo XXI, se antoja describir como un besamanos digital. Son algunos de los que más atacaron a AMLO, que hicieron abierta campaña contra él, que presionaron en distintas esferas de la vida pública para que se sumaran a una suerte de frente anti-Peje, que no se cansaron de repetir que ellos sí estaban dando la lucha por México y que los demás eran unos vendidos, que lo que vendría con López Obrador era la catástrofe, la Venezuela de Chávez.
¿Por qué se expusieron así en video? Tendrán sus argumentos y estrategias.
Lo cierto es que esos grandes empresarios, que en campaña se manifestaron escandalizados por el gen autoritario de López Obrador y que expresaron su temor de que llegara al poder sin contrapesos, están por enfrentar la primera prueba.
Ellos y las organizaciones de la sociedad civil que financian, encabezadas por algunas de las mentes más agudas del país, han impulsado junto con muchas otras voces la conversión de la PGR en una Fiscalía General Autónoma que no dependa del presidente. Este fin de semana, AMLO ya dijo que eso no le gusta. Que él quiere nombrar, vía el Senado (que controlará), al Fiscal.
Las organizaciones y sus iniciativas por una educación de calidad, libre de los mecanismos perversos del corporativismo político, y por una fiscalía verdaderamente independiente, libre de la manipulación del gobierno en turno, podrían convertirse en las primeras víctimas de la luna de miel que viven los empresarios con AMLO.
Esas dos batallas, que tienen la simpatía de amplios sectores de la sociedad civil, podrían terminar sacrificadas si los más poderosos empresarios, que ayudaron a financiarlas, ceden a la tentación de verlas ahora como desechables, con tal de evitar un pleito con el nuevo gobierno.
Es la primera prueba. A ver de qué tamaño es el contrapeso o a ver de qué tamaño es la sumisión.
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