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Estrategia en Línea
En el 2019 las campañas y las elecciones no dan tregua. Después de la madre de todas las batallas, la elección presidencial, y cuando apenas tenga seis meses en el poder el nuevo régimen, millones de mexicanos irán de nueva cuenta a las urnas, para celebrar elecciones locales, cinco en elecciones ordinarias y una en extraordinarias.
El dos de junio es la fecha clave para que en Puebla se elija gobernador y cinco presidentes municipales, en comicios extraordinarios, movidos, en el primer caso, por la trágica muerte de la gobernadora panista Martha Érika Alonso Hidalgo; y en los otros cinco, se realizarán elecciones ordinarias para renovar gubernatura, ayuntamientos o congreso. En Aguascalientes se eligen 11 ayuntamientos; en Baja California se renueva la gubernatura, se eligen 17 diputados de mayoría relativa, 8 de representación proporcional y 5 ayuntamientos; en Durango se eligen 39 ayuntamientos; en Quintana Roo se eligen 15 diputados de mayoría relativa y 10 de representación proporcional; y finalmente en Tamaulipas se elegirán 22 diputaciones de mayoría relativa y 14 de representación proporcional.
En medio de este escenario electoral de nueva cuenta los medios sociales digitales habrán de jugar un papel clave para influir en el ánimo de los votantes y generar percepción, que permita a los partidos políticos captar electores y votos.
Podemos decir que en la actualidad hay cuatro vertientes que dominan la tendencia de la política digital para el 2019. La primera, quizá la de mayor peso, pero no por ende la única y dominante, es la posverdad, que construye narrativas que vuelven más importante la creencia que la verdad, bajo la premisa de que “creo, luego existo”. La segunda es la utilización de granjas de bots, para ganar en inmediatez la percepción sobre un tema e imponer una parte de la realidad como si fuera la verdad. La tercera es la presencia cada vez más peligrosa de los creadores de fake news, que ahora no se limitan a la invención de noticias falsas, sino que tienen a su alcance herramientas para la edición de videos, con los que pueden poner a decir cualquier cosa a quienes ellos quieran; y debemos recordar que el video es el material que tiene mayor consumo en plataformas como Facebook, a la que acude la gente en un porcentaje importante para buscar “noticias”. La cuarta vertiente es la creación de perfiles falsos que llegan a convertirse en auténticos influencers, que logran impactar en sus seguidores, ávidos de que alguien con influencia les diga qué hacer y que lo que han hecho está bien, de acuerdo con las leyes de la moral virtual.
Como complemento, no podemos perder de vista las encuestas digitales. La realidad social que hoy enfrentamos es compleja por lo atomizada que está. Ya no hay modelos únicos de consumidores, de familias, y claro, de electores. Por lo tanto, el uso de una herramienta tan importante como esta, por la posibilidad de su diversificación e inmediatez, podrá permitir a los jefes de campaña ir tomando en el llamado “tiempo real” el pulso de una masa heterogénea de votantes, que hoy puede amar lo que ayer odiaba y viceversa. Pero las encuestas siempre deben ser de consumo interno, la publicación sólo obedece a la necesidad de reforzar o cambiar la percepción que sobre ciertos tópicos se tienen. Es decir, pueden ser usadas como la herramienta legitimadora de una aparente preferencia electoral, o por el otro, como el medio de generar opinión de que no todo está decidido, y que los indecisos harían bien en votar por la opción que tiene menos posibilidades reales.
Estas son las tendencias que habrán de regir los procesos electorales de este año, que si bien son locales, no por eso dejan de ser importantes en el ámbito nacional, podremos saber cuánto efecto obradorista puede mantener Morena y si está o no en vías de convertirse en el nuevo partido cuasi único de México, o si bien, por el contrario, los partidos que se consideran muertos en el imaginario digital aún gozan de cabal salud.