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Hace un par de días, en su conferencia mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador atacó a los que, desde las organizaciones sociales, la academia o los medios, han asumido una posición crítica frente a la Guardia Nacional.
Esos señalamientos ameritan una respuesta. Para evitar malos entendidos, citaré textualmente las palabras del Presidente, seguidas de mis comentarios.
“Hace falta la Guardia Nacional, necesitamos de una Guardia Nacional. Hace poco vi una encuesta y como el 90 por ciento de los ciudadanos, según esa encuesta, no sé si 80 o 90 están a favor”.
Sin duda, una mayoría amplia de la población apoya la Guardia Nacional. También una mayoría apoya la pena de muerte. Pero, en ninguno de esos casos, la información demoscópica es razón suficiente para aprobar la medida correspondiente. Los legisladores deben considerar las preferencias públicas, pero también la evidencia.
“Yo estoy a favor de la Guardia Nacional, creo que se necesita; y deben de existir las policías estatales, las policías municipales, pero tiene que existir también una Policía Federal, eso existe en todo el mundo, llámese como se llame”.
Es básicamente cierta esa afirmación. Pero con la Guardia Nacional no se está construyendo una Policía Federal: se está destruyendo a la que tenemos. Y lo que surgiría si se aprueba el proyecto que hoy se discute no sería una policía, sino un cuerpo militar. Hay diferencias notables entre los dos conceptos.
“Sí, es que ellos [las organizaciones sociales] se quedaron en el modelo antiguo que no dio resultados. Es la Policía Federal, miren el resultado, lo sabe el presidente de la Comisión de Derechos Humanos: 230 mil asesinatos en 10 años, más de un millón de víctimas de la violencia, es dolorosísimo lo que sucede, 40 mil desaparecidos”.
No hay modelo más antiguo que tratar indiferenciadamente a soldados y policías. Lo moderno es delimitar los ámbitos de actuación de las distintas fuerzas de seguridad. Y sobre la crisis de seguridad, nadie la niega. Pero su propia gravedad obliga a hacer lo que funciona, no lo que es vistoso ¿Qué evidencia empírica robusta señala que, con mayor despliegue de elementos militares, se reducen los homicidios y las desapariciones?
“Y ahora que queremos nosotros atender este problema gravísimo, en vez de que ayuden nos están poniendo trabas, porque esa es la verdad. Ojalá y los legisladores le hagan caso a la gente, al final de cuentas son representantes del pueblo, porque siempre son los expertos los que deciden o los integrantes de la llamada sociedad civil y el pueblo raso no es tomado en cuenta, como si no existiera o como si no supieran”.
Los críticos de esta iniciativa no están “poniendo trabas”: están argumentando. Desde este lado de la discusión, no decidimos nada: no tenemos más poder que el de la persuasión. Si estamos logrando convencer a algunos legisladores y eso está frustrando los planes del gobierno, ni modo. Es la naturaleza de la democracia.
“Pero los expertos y los de las organizaciones de la sociedad civil pues no sé qué estén pensando, porque ya basta también de la simulación, de estar nada más haciendo análisis de la realidad sin transformarla. Puro experto, puro diagnóstico, estudios, contratación de asesores, pero no se hace nada por cambiar las cosas”.
Estamos pensando que hay mejores alternativas y que la discusión no es binaria. Y no, los que estamos de este lado, no podemos transformar directamente la realidad: no estamos en el poder. Pero eso no nos quita ni el derecho ni la responsabilidad de decir lo que pensamos, poner ideas en la mesa y tratar de informar el debate. No podemos más, pero no podemos menos. Es todo.