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Texto y foto actuales: José Antonio Sandoval Escámez
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
En 1927, en la Ciudad de México, existían 56 relojes públicos de muy diferentes aspectos, según relata el texto “El alma de los relojes públicos que existen en la Ciudad de México” publicado en EL UNIVERSAL ILUSTRADO y que nos dice que “unos con un severo aspecto antiguo, con las carátulas amarillentas y los números borrosos. Otros con un sello de modernidad imponente…”.
De estos relojes quedan muy pocos, muchos han desaparecido, como el que se encontraba en Palacio Nacional en la parte superior, arriba de la campana, que fue colocado en la época novohispana y cambiado en dos ocasiones, una en tiempos del presidente Antonio López de Santa Ana y otra por don Porfirio Díaz cuando en la revolución se le modificó la caratula. No se sabe a ciencia cierta en qué momento fue retirado, pero muy probablemente se debió a la construcción del tercer piso, en 1926.
Imagen del reloj que se encontraba en el remate de Palacio Nacional en 1927 y que posteriormente desapareció.
De muchos otros relojes sólo quedan la carátula y las manecillas como mudos testigos del tiempo que ya no pueden contabilizar. La mayoría se encontraban en edificios públicos o en iglesias para ayudar a los transeúntes a conocer la hora del día cuando andaban en las calles y así no llegar tarde a sus trabajos o citas.
Pero con la popularización de los relojes de bolsillo, a finales del siglo XIX, y posteriormente la de los relojes de pulsera, en la década de los años 20 del siglo pasado, los relojes públicos comenzaron a ser olvidados y dejaron de ser útiles para los habitantes de la ciudad.
Algunos de estos relojes se destacaron por su arquitectura y por su sonido, aquellos que cada hora o cada quince minutos indicaban la hora, y lo siguen haciendo, con un tañido de campanas que nos recuerda el pasar del tiempo o nos ayuda a llegar a esa cita importante y que en muchos casos se escuchaba a cuadras de distancia, aunque ahora solo estando cerca podemos oír las campanas por el ruido que provoca el tráfico citadino. Aquí los cuatro relojes de los que hablaremos esta vez.
Un regalo del Imperio Otomano
En la esquina que forman las calles de Venustiano Carranza y Bolívar, en el Centro Histórico, se encuentra el llamado Reloj Otomano, regalo que la comunidad otomana dio al pueblo de México en 1910, por el Centenario de la Independencia, en agradecimiento y solidaridad entre Turquía y Líbano con la nación mexicana, cuando el antiguo Imperio Otomano estaba conformado por estos dos países.
Imagen de la inauguración del Reloj Otomano por el presidente Porfirio Díaz en septiembre de 1910. Foto Casasola.
Este reloj toca su campana cada quince minutos y cuenta con cuatro carátulas, dos de ellas con números arábigos y las otras dos con números hindús, los cuales son usados en el Medio Oriente.
En las cuatro caras de la parte baja del cuerpo del reloj se observa un arco tipo mudéjar sobre dos columnas lisas pegadas a la pequeña torre, el resto del cuerpo está cubierto por mosaicos de gran colorido.
Este reloj es rematado por tres campanas que tocan cada 15 minutos, sobre estas se encuentran tres símbolos que representan cada uno a un país. De un lado, un cedro de Salomón que representa al Líbano; al centro el escudo nacional de México y por último una media luna con estrella que simboliza a Turquía.
Imagen del remate con campanas y escudos.
Cuenta además con una placa de cantera que conmemora su inauguración “La Colonia Otomana a México. Septiembre 1910”.
Según la nota de EL UNIVERSAL del 9 de septiembre de 2010, en el marco del bicentenario de la Independencia, el Gobierno del entonces Distrito Federal, y las embajadas de Turquía y Líbano en México, unieron esfuerzos para recuperar el antiguo reloj otomano.
En septiembre de 2010 fue terminada su restauración, la cual se realizó por parte del Fideicomiso del Centro Histórico. La remodelación se dio en conjunto entre la comunidad libanesa, a través del Consorcio Aristos, y la Secretaría de Obras y Servicios de la capital mexicana.
La placa de aquella restauración está en uno de sus costados y fue develada el 9 de septiembre de 2010 por la entonces coordinadora general de Relaciones Internacionales del gobierno capitalino, Francesca Ramos Morgan, a nombre del jefe del gobierno del DF, y por los embajadores de Líbano y Turquía, Nouhab Mahmoud y Alev Kilic, respectivamente.
Imagen actual del reloj Otomano, ubicado en la plaza que forman las calles de Venustiano Carranza y Bolívar en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
El embajador de Líbano, Nouhab Mahmoud dijo en aquella ocasión que la restauración del Reloj Otomano era “un reconocimiento y un acto de amistad para México y un motivo para honrar a los ancestros que donaron esta obra a la ciudad en 1910”.
La restauración del Reloj Otomano también formó parte de la revitalización del Centro Histórico de la Ciudad de México, mencionó Inti Muñoz Santini, entonces director del Fideicomiso del Centro Histórico.
Sonido de las campanadas del Reloj Otomano.
Al recorrer la zona y preguntar sobre la opinión de la gente sobre el reloj y sobre las campanadas, muchas de las personas que pasaban dijeron no percatarse del sonido, incluso una señora que nos contó que pasaba muy seguido por ahí afirmó: “nunca lo he escuchado, y eso que trabajo a una cuadra de aquí”.
El reloj que fue destruido por un proyectil
Como fiel testigo del paso del tiempo y de varios acontecimientos históricos en la capital, el Reloj Chino no detiene sus manecillas y permanece enraizado desde hace más de un siglo en el mismo lugar: en la glorieta de la calle de Bucareli, a unas cuadras del Paseo de la Reforma y a unos metros del edificio de la Secretaría de Gobernación.
Fue el presidente Porfirio Díaz el que mandó colocar en este lugar este reloj de bronce. Recibió el nombre de Reloj Chino ya que fue este país el que lo regaló a México como muestra de la buena relación entre ambas naciones. Fue el embajador chino, Chan Yin Tang, quien lo trajo, el viaje tardó siete meses en el vapor americano Esperanza y tres días más en llegar del puerto a la Ciudad de México.
Inaugurado y colocado en 1910 durante las festividades del Centenario del inicio de la guerra de Independencia de México contaba con tres campanas que marcaban el paso del tiempo hasta el 11 de febrero de 1913 cuando, por los bombardeos que se registraron en esta zona debido a la llamada Decena Trágica, un proyectil lo impactó destruyendo su torre y con ello su reloj.
Imagen del antiguo reloj Chino después de ser inaugurado por el presidente Porfirio Díaz.
Tras su destrucción fue reconstruido por el ingeniero civil Carlos Gorbea, aunque no con el diseño original, y el 29 de septiembre de 1921 fue inaugurado en el marco de las celebraciones del Centenario de la consumación de la Independencia. Debido a su nuevo diseño tiene solo una campana, la cual suena con un pequeño ding-dong cada quince minutos.
Para la celebración del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución se restauró por parte del gobierno de la Ciudad de México y con ayuda de la revista “China Hoy”, lo cual quedó plasmado en una placa que se localiza en el costado sur de su torre.
Imagen actual del reloj Chino en la glorieta de la calle de Bucareli, al fondo se aprecia el edificio de la Secretaría de Gobernación.
Al igual que el reloj Turco-Otomano, el reloj Chino posee cuatro carátulas con números romanos, y en cada una de ellas se puede leer “La Esmeralda México”, la joyería y relojería en donde fue adquirido el nuevo reloj. Además posee un medallón en tres de sus costados, del lado oriente dice “La colonia china a México en el primer Centenario de la Consumación de su Independencia”.
En el costado poniente dice “27 de septiembre de 1821, 27 de septiembre de 1921”. Del lado sur el medallón tiene grabados caracteres chinos. Por último, del lado norte tiene una entrada a su interior y en la esquina superior del mismo lado la inscripción “C. Gorbea ingeniero civil 1921”.
Audio de las campanas del reloj Chino al marcar cada 15 minutos la hora.
El Reloj de EL UNIVERSAL
En el remate del edificio Palavicini, ubicado en el número doce de la calle Bucareli, donde se encuentra parte de las oficinas de EL UNIVERSAL, se localiza un reloj de tecnología alemana adquirido en 1923. Fue traído por los hermanos de origen alemán de apellido Diener, dueños de la joyería y relojería “La Perla”, cuya tienda principal estaba en la Calle de Madero.
Imagen del edificio Palavicini sobre la calle de Bucareli, en su remate se aprecia el reloj alemán de EL UNIVERSAL. Al fondo, el edificio y la estatua de El Caballito.
Además de indicar cada quince minutos con un tañido de campanas, este reloj entona todos los días con su mecanismo las notas del Himno Nacional Mexicano en punto de las seis de la mañana y de las seis de tarde, sus catorce campanas repican a la misma hora en que se iza y arría la bandera monumental en el Zócalo de la Ciudad de México.
Audio de las campanas del reloj del edificio Palavicini tocando el Himno Nacional Mexicano a las seis de la tarde.
Este espectacular reloj alemán consta de 640 piezas de bronce, hierro y acero, las cuales en 1957, tras el sismo que cimbró a la ciudad, dejaron de moverse y de marcar la hora. Fue hasta 1992 que el Presidente Ejecutivo y del Consejo de Administración de EL UNIVERSAL, el licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz, ordenó su restauración y desde entonces su sonido puede escucharse en la calle de Bucareli.
Maquinaria interna del reloj de EL UNIVERSAL.
Imagen del remate del edificio Palavicini con el reloj, en la parte superior se aprecian las campanas que tocan el Himno Nacional Mexicano.
Se inició un inventario de las piezas tanto las que se encontraban en buenas condiciones como de las que debían de ser remplazadas. Por cada pieza, se cuenta, tardaban dos días en dejarla como nueva. El proyecto de restauración completo del reloj tardó siete meses.
Ahora el reloj del edificio Palavicini marca la hora para todos los que transitan por la calle de Bucareli, aunque por el bullicio y el tránsito muy pocos lo escuchen o le pongan atención.
Imagen del reloj visto desde la calle de Bucareli.
El Carillón de la Villa de Guadalupe
Aunque este reloj no está en el centro histórico de la capital, lo citamos por su espectacularidad. En 1990 se inauguró en el atrio de la Basílica de Guadalupe un moderno campanario o carillón, como se le conoce, el cual posee cuatro distintos relojes: astronómico, solar, tiempo actual y el calendario azteca. Fue creado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, el mismo que diseñó la actual basílica.
De los relojes que retomamos en este texto, por mucho este es el más moderno y al mismo tiempo el más espectacular, ya que por sus dimensiones domina el atrio de la Basílica y es casi imposible no observarlo desde cualquier parte de la Villa de Guadalupe.
Carillón del atrio de la Basílica de Guadalupe.
El carillón posee 48 campanas, 19 de ellas están colocadas en forma circular, todas pueden ejecutar centenares de melodías, desde himnos religiosos hasta canciones de Cri-Cri.
Este reloj fue bendecido por el Papa Juan Pablo II durante su visita en 1990. Cada que el reloj maraca la hora, las campanas suenan con himnos religiosos, el Ave María o notas de música sacra.
Audio del Reloj monumental y del carillón del atrio de la Basílica de Guadalupe cuando marca las doce del día.
Este reloj tiene una altura de 38 metros, en el costado derecho tiene un reloj solar el cual marca las horas con una sombra proyectada en la superficie plana del atrio, y del lado izquierdo el calendario azteca, el cual establecía los tiempos de siembra y cosecha.
Imagen del reloj solar que se encuentra en su lado derecho.
Imagen del calendario azteca ubicado en el costado izquierdo del carillón.
Además de los relojes y campanas, al frente, en el centro de la estructura posee un escenario circular o ciclorama, donde se representa la historia de las apariciones marianas con figuras robóticas del indígena Juan Diego, fray Juan de Zumárraga y Juan Bernardino. Este espectáculo se presenta tres veces al día a las 10:15, 12:00 y 16:00 horas con una duración aproximada de 10 minutos.
Decidimos asistir a este espectáculo a las doce del día; sin embargo, no hubo la apertura del ciclorama y no pudimos observar las figuras, incluso varios de los presentes mostraron su decepción ante la falta de música e imágenes, un hombre se acercó a preguntarnos el por qué, a lo cual no pudimos responder.
Nuestra imagen principal es una toma del Reloj Chino, sobre la calle de Bucareli, en 1966, al fondo se observa el llamado Palacio de Cobián, que en esa época en su parte inferior había comercio, actualmente este edificio es la sede principal de la Secretaría de Gobernación.
Fotos antiguas:
Archivo EL UNIVERSAL, Archivo Casasola.
Fuentes:
EL UNIVERSAL ILUSTRADO, 21 julio 1927. Hemeroteca y Archivo fotográfico EL UNIVERSAL. http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/colaboracion/mochilazo-en-el-tiempo/nacion/sociedad/2016/04/13/el-reloj-que. http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/colaboracion/mochilazo-en-el-tiempo/nacion/sociedad/2016/10/10/los-relojeros?fb_comment_id=1236436339731310_1237009319674012#f121ec2c5b4fc2c