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Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez
Fotografías actuales:
Dulce Moncada
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
Uno de los sitios más emblemáticos de la capital es el centro de Coyoacán, cuyo ambiente nos permite darnos un respiro del caos de la ciudad, a pesar de que suela lucir repleto de gente sobre todo los fines de semana.
Las fachadas de casas o comercios, el olor a antojitos callejeros que caracteriza a los alrededores de los jardines Hidalgo y Centenario, así como las leyendas o mitos que acompañan la identidad de Coyoacán nos permiten imaginar cómo habría sido la vida en otras épocas de nuestra historia.
Justo en el corazón del centro de Coyoacán, en el edificio que hoy es sede de las oficinas de la alcaldía, se erige uno de los mitos más famosos de la zona: que en ese terreno vivió el conquistador español Hernán Cortés.
Crónicas de diferentes tiempos dicen que después de la caída de Tenochtitlán, los españoles tuvieron que salir del actual Centro Histórico, ya que había condiciones sumamente insalubres provocadas por el fallecimiento de nativos y de conquistadores.
Eligieron el lejano poblado de Coyoacán - cuyo significado varía, siendo el más famoso el de “lugar de coyotes”- para asentar un gobierno temporal mientras se limpiaba y planeaba la construcción de la Nueva España: “Cortés abandonó Coyoacán en 1523. El 6 de julio de 1529, la corona española le otorgó el título de marqués del Valle de Oaxaca al capitán extremeño y le proporcionó para su uso personal una enorme extensión de tierras, entre las cuales se encontraba Coyoacán, que de esa forma obtiene el rango de cabecera del marquesado. Al iniciar el año de 1524, Coyoacán cae en un profundo letargo en la vida administrativa y civil, más no en la religiosa”, explica la alcaldía en su página oficial.
Coyoacán era una zona donde, según las crónicas de Bernal Díaz del Castillo, había alrededor de 6 mil casas y muchos adoratorios al aire libre, debido a que las prácticas religiosas en las culturas prehispánicas se realizaban así, al aire libre.
Al igual que en muchas zonas del país, con la mudanza del gobierno virreinal se inició la construcción de edificios gubernamentales y de templos católicos con amplios atrios para que los habitantes nativos adoptaran con mayor facilidad la evangelización.
Ninguno de los dos edificios se conservan hasta ahora, a pesar de que el templo original de San Juan Bautista sí se construyó en la zona donde se encuentra el actual. La página oficial de la alcaldía dice que el terreno fue donado a Cortés por un aliado llamado Juan de Guzmán Ixtolinquen para la construcción del templo; que al principio contaba con tres naves.
El panteón y el atrio de la iglesia abarcaba el perímetro del jardín Hidalgo y Centenario; estaba delimitado por una barda y se entraba por los arcos que hoy en día están sobre la calle de Centenario, a unos pasos de la reconocida Fuente de los Coyotes. El paso de los años le trajo daños y fue remodelada en el siglo XX con el aspecto actual; la mayor parte de la ornamentación son réplicas barrocas.
Vista de los arcos que delimitaban el atrio del templo de San Juan Bautista en los años 20. Colección Villasana - Torres.
Mientras tanto, lo que se conoce como “casa” o “palacio” de Cortés es un edificio cuya construcción data de finales del siglo XVIII y que ya aparece en guías de viajeros de principios del siglo pasado; por lo tanto aquí no pudo haber vivido el conquistador.
De acuerdo con el investigador Alberto Peralta, debajo del actual edificio de la alcaldía se encuentran vestigios prehispánicos y que la única casa del siglo XVI de la que se sabe es la que tradicionalmente se conoce como la “Casa de la Malinche”, ya que es la única construcción de aquel tiempo en el centro de Coyoacán: “el edificio sí es de esa época, pero no hay ningún documento que haga constar que Cortés, la Malinche o sus allegados vivieron en la zona.”
Alberto Peralta, investigador del lugar, nos comparte que por muchos años Coyoacán siguió siendo un territorio principalmente rural y el paisaje era dominado por “huertos frutales, manantiales y hasta chinampas”.
Fue hasta el Porfiriato que la elite empezó a tomarlo en cuenta para construir en la demarcación sus casas de descanso, en las que pudieran alejarse del tumulto del Centro de la capital -como se sigue pensando, quizás-; entonces aparecieron casonas y reinterpretaciones de los estilos arquitectónicos que eran del gusto de las clases altas. Coyoacán tenía la lejanía y el acceso limitado para que nadie los molestara.
“Fue hasta la década de los cuarenta que Coyoacán comenzó a ser poblado por gente no nativa y despojado paulatinamente de su aspecto rural para ser convertido por vecinos y autoridades en un paseo colonial en el que el valor catastral de los terrenos aumentó convenientemente con base en su supuesto origen antiguo”, lo que orilló a la gente originaria a salir y que los barrios que sí han estado presentes a lo largo de la historia, fueran perdiendo sus límites originales.
Vista de la Casa o Palacio de Cortés en los años cuarenta del siglo XX. Colección Villasana - Torres.
Ya para el siglo XX, Coyoacán se volvió un imán no sólo para las familias acaudaladas, sino también para clases medias que pudieran solventar los gastos de vivir en la zona; empezó a tomar relevancia para diversos círculos académicos, intelectuales y evidentemente de poder político. La estética que lograron construir en la zona le generó el ambiente que hasta hoy lo acompaña, que le ha permitido consolidarse como un pilar turístico y cultural de la capital.
La fotografía principal es la casa de Cortés, frente al parque Hidalgo en Coyoacán, la imagen es de 1880. En tanto que la imagen comparativa antigua es del año 1910. Colección Carlos Villasana-Torres. La foto comparativa actual es de Dulce Moncada.
Así luce hoy esta edificación en Coyoacán, justo en el centro de esta localidad, siempre transitada y visitada por sus atractivos turísticos y culturales.
Fotografía antigua:
Colección Villasana - Torres.
Fuentes:
Investigador Alberto Peralta de Legarreta y su artículo El espejismo colonial de Coyoacán .