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Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
El Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) se fundó en 1972 con la intención de asegurar que los trabajadores pudieran ejercer su derecho a la vivienda; en su primer año la institución otorgó -de acuerdo a su portal web- 88 mil créditos y construyó el mismo número de viviendas.
En 1973, tras la profesionalización y solidificación del instituto, se inició la adquisición de terrenos a lo largo de la República y en la Ciudad de México, arrancó la construcción de la unidad Infonavit Iztacalco que contaría con más de cinco mil viviendas. La idea central con la que se erigió la unidad fue la de, además de dotar de una vivienda al trabajador, era que toda la familia pudiera tener una vida digna, es decir, con todos los servicios, con zonas comerciales, templos religiosos, zona escolar, clínicas de salud, plazas y jardínes para el esparcimiento y de esta forma, lograr una “superación personal, familiar y social”; aunado a esto, la unidad e construyó a lado de una de las vías más modernas de la época, la Avenida Río Churubusco, que aseguraba -a futuro- que la unidad tuviera plusvalía.
El diseño de la unidad partió de priorizar el uso peatonal y de diversificar los moldes de los edificios, por lo que se busco que las formas arquitectónicas y las plazas públicas ofrecieran paisajes agradables y diferentes entre una zona y otra para que el habitante no se sintiera “abrumado” por la dimensión de los edificios. Asimismo se pretendía que al contar con múltiples espacios abiertos, se pudiera prevenir la delincuencia.
Así fue que a lo largo de siete “manzanas”, se construyeron 5,691 viviendas para un estimado de 30, 200 habitantes. Éstas estaban divididas en bloques de lotes unifamiliares, dúplex y torres multifamiliares - de 3 ó 5 niveles, con cuatro o dos viviendas por planta-; al interior de las manzanas se colocaron calles y andadores de acceso, ya que los estacionamientos estaban en la periferia de los edificios.
De acuerdo a un reporte del Infonavit, la intención de que los estacionamientos estuvieran alejados de los edificios era para que los espacios se pudieran aprovechar tanto en el día, como en la noche: durante el día el área tendría usos diversos, principalmente como canchas de fútbol o básquetbol que estaban pintadas sobre el suelo y que quedaban a la vista hasta que los vehículos llegaran por la noche.
Las zonas estaban diferenciadas por colores y cada una tenía sus propias zonas públicas; de esta manera se permitiría que cada una pudiera generar su propia identidad y definir el uso social de sus espacios. Sin embargo, todas se conectaban a través de un andador principal que los llevaba a una zona de recreación general: un lago, una gran plaza de reunión, dos pequeños teatros al aire libre, jardínes y áreas de juegos para niños, rodeadas por árboles, plantas y locales comerciales.
El motivo principal por el cual se hizo un lago artificial fue el pasado lacustre de Iztacalco, cuyos canales seguían siendo parte de la vida cotidiana de la ciudad hasta la primera mitad del siglo XX. El lago, además de permitir actividades recreacionales, tenía como función “natural” -irónicamente- de regular la temperatura y la humedad de los edificios colindantes. Se colocó cerca de la Avenida Río Churubusco, para que gente externa al conjunto pudiera disfrutarlo.
Una apacible vista del lago artificial y los edificios de la Unidad Habitacional Infonavit Iztacalco en 1974. Colección Villasana - Torres / Revista IMCYC.
El lago y los edificios de la Unidad Habitacional Infonavit Iztacalco en una fotografía de los años setenta. Colección Villasana - Torres / Revista IMCYC.
El lago contaba con servicios de lanchas, había carpas y patos, y fue diseñado para que sus aguas también ayudaran al riego de los jardínes de la unidad habitacional. En la revista IMCYC de agosto de 1974, se dice que para alimentar el lago, se recogía “la mitad de las aguas de deshecho de los dos sectores, se tratan convenientemente y se utilizan para el riego de los jardines. Con este procedimiento el lago es una reserva y no un problema”.
Como se puede apreciar en las fotografías anteriores, a la orilla del lago se encontraban dos diferentes tipos de construcciones, las torres multifamiliares (a color) y las casas dúplex (blanco y negro). El diseño de las dúplex seguía una arquitectura en “naipe”, por lo que resultaba bastante atractivo a la vista: “los edificios se proyectaron de acuerdo a tres modelos tipos, dos de ellos con cubierta inclinada y otro con azotea plana. Esto fue con intención, tanto formal como funcional, y se comunican entre sí por medio de puentes que sustituyen las escaleras de algunos de ellos. Los encadenamientos que se logran son muy diversos acentuando la variedad de ambiente. Asimismo, los puentes que se forman, llegan hasta las azoteas, creando ligas entre los edificios a través de ellas”, explicaba el artículo de la Revista IMCYC.
Las fotografías permiten intuir que para 1974 la unidad ya estaba habitada, y en 1976, el Patronato Cultural del INFONAVIT publicó un libro llamado “Concreto Vivo”, en el que se dejaba ver la vida cotidiana de la unidad bajo la lente de Pedro R. Span, con textos de Fernando Cesarman.
En esa publicación se atestigua que, tal y como suele pasar con los proyectos arquitectónicos o urbanísticos destinados a ser habitados/utilizados por cientos de personas, la unidad empezó a tener vida propia, es decir, los habitantes fueron dándole identidad a sus hogares, “independizándose” de la idea de arquitectos y del mismo INFONAVIT: “el conjunto se había convertido en un barrio vivo, alegre, sucio. La ropa colgaba de las ventanas; los niños jugaban frontón contra las paredes, tenis en las plazas, fútbol en el terreno más caro; los letreros y anuncios ocultaban las austeras fachadas…”
Span visitó diario la unidad durante un mes, en el que comprendió que no había nada de “malo” en cómo los habitantes hacían uso de los espacios, sino todo lo contrario. Su formación como arquitecto le permitió reconocer que tanto los planos como el diseño arquitectónico estaban muy alejados del uso real del conjunto, por lo que no habían contemplado que las estructuras color concreto, cuyo único color estaba en las tonalidades que diferenciaban una zona de otra, se “pintarían de vida” cuando llegaran los residentes.
Sus fotografías, en tonalidades sepia, congelaron la ornamentación de tiendas, la personalización de hogares y la forma que utilizaban el espacio; también la instalación de tianguis a lo largo de los estacionamientos, tendederos improvisados sobre los materiales de la fachada y otros que iban de un lado de la ventana al otro o las múltiples mascotas.
“Infonavit-Iztacalco no es un museo: es un barrio, un conjunto habitacional que, gracias a quienes lo gozan, lo juegan y lo duermen, puede adquirir la belleza que sólo emerge cuando hay o ha habido pasión”, escribió Fernando Cesarman en el breve texto que acompaña a este ensayo fotográfico.
Fotografías de Pedro R. Span para el Patronato Cultural del Infonavit, 1976.
Desgraciadamente, el lago no logró sobrevivir a la naturaleza de la capital. El miércoles 14 de marzo de 1979 se presentó un sismo -recordado porque provocó el colapso de la Universidad Iberoamericana- que provocó la apertura de una grieta, que causó la desaparición del lago. Existe una versión que afirma que fue hasta el 19 de septiembre de 1985 que dejó de existir, pero los vecinos afirman que “ya tenía años de haber desaparecido”.
Habitantes de la unidad dicen que a partir de ese momento, fue más visible el descuido que las autoridades tenían con la zona. Poco a poco fueron llegando empresas y tiendas que cambiaron al ambiente, lo que conllevó a que habitantes de la unidad empezaran a enrejar sus entradas y a colocar las populares “jaulas” para sus vehículos.
Al contrario de los ideales de los arquitectos que la construyeron, las zonas abiertas no evitaron la reunión de pandillas y tampoco redujeron el índice delictivo. El terreno que ocupaba el lago lució deteriorado por varios años, hasta que en 2004 se propuso la creación de un parque “moderno”, que no tenía igual en la ciudad.
Nuestra compañera Claudia Ayala, reportó en ese tiempo que el proyecto del exlago de Iztacalco, tendría una inversión de más de 8 millones de pesos. Los beneficiarios directos de dicho parque serían más de las 20 mil personas que vivían en la unidad:
“En la zona de lo que era el embarcadero -explicó en su momento el responsable delegacional- se construirían los sanitarios y el área de iniciación artística para los niños: en esta área se ofrecerán cursos de danza y pintura, entre otros talleres que serán ofrecidos por la delegación. Además, junto a este lugar se colocarán los juegos infantiles y una fuente monumental que operará con agua tratada”.
El parque estaría dividido en zonas para adultos mayores, niños y jóvenes, siendo las áreas destinadas a la juventud las más alejadas ya que contarían con gimnasio y una cúpula geodésica, para que pudieran realizarse funciones al aire libre, conferencias o pláticas. Fue inaugurado en 2005 y a pesar de sus “buenas intenciones” en cuanto a reducir el consumo de drogas y la delincuencia, el fenómeno no cesó.
Una vecina llamada Iris García, comentó que “más que rehabilitar un espacio seco y agrietado que ya funcionaba para el juego, las fiestas, clases de aerobics o lo que fuera, dejaron un espacio semi renovado que no se distingue respecto a otros en cuanto a su planeación: áreas verdes, juegos infantiles etc, todos estandarizados, y que tampoco se salva del paulatino deterioro, salvo por las iniciativas de vecinos.”
Entrevistamos a Juan Carlos Briones, cronista de la zona, para saber su opinión sobre la unidad Habitacional Infonavit - Iztacalco: “Antes ese espacio fue zona chinampera, los principales canales que pasaban en las cercanías eran el de Tezontle y el de Apatlaco, que funcionaron hasta ya bien entrado el siglo XX. En mi opinión, el lago no tenía nada que ver con la tradición lacustre, sólo fue parte del diseño arquitectónico de la unidad -aunque así lo hayan justificado-. Desapareció como pasa siempre en estos casos: por falta de mantenimiento y desinterés de repensar su diseño después del sismo, quizás pensaron que el espacio tendría mayor potencial con otro uso y por eso no intentaron nada”, dijo.
Para él, la gran mayoría de los multifamiliares y avenidas principales de “moda” en la segunda década del siglo pasado fallaron en sus ideales contra la delincuencia o para la erradicación de cinturones de miseria, volviéndose -algunas- ciudades sin ley donde las soluciones urbanas que planteaban al principio se vieron superadas por la realidad, llevándolas al fracaso.
En la actualidad los vecinos siguen pidiendo el incremento de seguridad dentro y alrededor de la unidad, ya que a pesar de que la delegación ofrece talleres culturales y actividades deportivas de manera eventual en el “ex-lago”, ni el parque, ni los andadores, ni las zonas de estacionamiento que integran al complejo cuentan con el suficiente alumbrado y tampoco con el mantenimiento necesario para que sean habitados de manera segura.
Fotografía antigua:
Colección Villasana - Torres / Revista IMCYC. Libro “Concreto Vivo” PCI.
Nuestra foto comparativa antigua es
de 1974 en la que figura el lago artificial de la Unidad Habitacional Infonavit Iztacalco. La estructura que soportaba este cuerpo acuático sufrió daños más tarde, lo que propició su eventual desaparición y ahora es un área común de la unidad. Imagen "IMCYC".Colección Villasana - Torres.
La foto comparativa actual fue tomada del sitio Foursquare.
Fuentes:
Revista IMCYC. Libro “Concreto Vivo”, Patronato Cultural del INFONAVIT. Artículo “Crearán primer parque modernista en Iztacalco” de Claudia Ayala, EL UNIVERSAL. Entrevista al cronista de Iztacalco Iris García. Juan Carlos Briones.