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Texto: Gamaliel Valderrama
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Miguel Ángel Garnica
Hasta mediados de las década de 1950, el principal entretenimiento del Sábado de Gloria en la Ciudad de México era la quema de los “Judas” –muñecos de papel, que representan a las figuras más repudiadas del momento, los cuales estaban llenos de cohetones–. Dicha figura debe su nombre a Judas Iscariote, el personaje, que según la Biblia, vendió a Jesús por treinta monedas de plata.
Aunque popular en épocas recientes, La quema de “Judas” hace un siglo era un acontecimiento esperado EL UNIVERSAL ILUSTRADO 1929.
Sin embargo, una prohibición en la primavera de 1957, en el marco de la Semana Santa, para que los “Judas” ya no tuvieran cohetes, derivó en lo que después se convertiría en otra tradición que en épocas recientes se busca erradicar: desperdiciar agua.
En una nota publicada el domingo 21 de abril de 1957 en EL UNIVERSAL, se relata cómo fue el primer Sábado de Gloria sin quema de “Judas”. La información editada en la primera plana adelantaba: “La Quema de ‘Judas’ fue Sustituida con Baños de Agua Sucia, Lodo y Piedras”.
Así se publicaba la nota el 21 de abril de 1957 en el Gran Diario de México.
En la edición se explicaba que nuevos mandatos habían generado diversas reacciones entre la población. Los cambios, aclaraban, eran de tipo civil y religioso. Por un lado, el Sábado Santo se debía celebrar igual que los “demás días de la Semana Santa”, guardando la “compostura” y dejando el “regocijo” para otro momento.
En tanto, el Departamento del D. F. prohibió el uso de explosivos, con la disposición “desaparecieron los tradicionales ‘Judas’ que año con año, encendían la animación popular y eran causa de innumerables accidentes”.
“Esto es lo que queda de los puestos de ‘Judas’. Unos cuantos muñecos de cartón desprovistos de cohetes”. Se explicaba en una gráfica publicada en este diario en 1957.
En un recorrido realizado por esta casa editorial durante ese Sábado de Gloria, el reportero captó a “incontables jovenzuelos semidesnudos que se dedicaban a ‘bañar’ con agua sucia a todo aquel que tenía la desgracia de encontrarlos a su paso”. También había “jovencitas que, al par de los hombres, arrojaban agua a los transeúntes”.
En otra imagen de esa fecha, se afirmaba lo siguiente: “Semidesnudos, chiquillos y jóvenes, convirtieron las calles de la ciudad en un verdadero lodazal, siendo impotente la acción de la policía para contener sus desmanes. Esta foto tomada en uno de los callejones que desembocan a la Calle de Zarco, nos da una idea de las bochornosas escenas que tuvimos que presenciar”, comentaba la nota.
Según el texto, se interpretaba que por falta de “Judas” para quemar, la gente había encontrado “una salvaje diversión”, pues “la turba de mozalbetes no se contentaba con echar agua a los peatones, hombres y mujeres, sino que arrojan piedras y lodo a los vehículos y a los vidrios de los establecimientos causando serios daños.”, se relataba.
Ese Sábado de Gloria de 1957, fueron detenidos cerca de 300 “alborotadores, sobre todo en el perímetro correspondiente a las Delegaciones Quinta, Tercera, Séptima y Cuarta”. Según la crónica, los diversos grupos de “escandalosos” se apostaron en las azoteas de colonia como “Guerrero, Merced Balbuena, Atlampa, Peralvillo, Vallejo, San Rafael y muchas más, siendo insuficiente la acción de la policía para contener sus desmanes”.
Esa primavera de 1957 la ciudad se vio llena de grupos de jovenzuelos que se dedicaron a bañar a todo aquel que tenía la mala fortuna de encontrarlos en su camino.
Al grito de “ahí viene la chota”, “grupos de ‘bañistas’ corriendo a esconderse en las vecindades”, narra el texto, “chiquillos que se encontraban en las esquinas” eran quienes daban la alarma. Ante ello, el número de detenidos no fue mayor.
En esta imagen de 1993, personas arrojan agua desde un balcón, mientras que en la calle corren para no ser alcanzados por el líquido.
De aquel primer salpicón masivo del Sábado de Gloria en la Ciudad de México, este diario daba cuenta de transeúntes “bañados”: “En la calle de Guerrero presenciamos la detención de los ayudantes de un carro repartidor de cerveza, quienes, disgustados porque les habían mojado los cartones, tomaron las cubetas llenas de hielo y arrojaron su contenido sobre todo aquel que pasaba, sin importarles de quién se tratara”.
Aquellos repartidores de cerveza mojaron a “una señora en estado de gravidez quien, al recibir aquella inesperada ducha de agua fría, sufrió un colapso que hizo necesaria la intervención de un médico”.
Después de aquella primavera de 1957, los “bañados” en Sábado de Gloria fueron cada vez más comunes en las calles de la Ciudad de México. En la imagen de 1986, se observa un grupo de jóvenes en plena guerra de agua.
Desde las alturas recibieron su ducha, “un matrimonio joven que regresaba de comprar su comida en el mercado que se encuentra en las calles del Sol, recibió un tremendo susto al sentir que sobre ellos caía un chorro de agua sucia, arrojada de un tercer piso. Por supuesto que tuvieron que tirar todo lo que habían comprado”, relataba la nota.
Entre los empapados también había “ancianos y mujeres víctimas del desenfreno y de la irresponsabilidad que ha venido a enseñorearse de este día, siendo insuficientes las multas y castigos impuestos por las autoridades”, subrayaba el texto.
En la foto de 1983, se observa a varias personas que lanzan agua desde la azotea, a la entrada del edificio, varias mujeres están a punto de ser sorprendidas por un “baño” desde las alturas en Sábado de Gloria.
Casi 30 años después, desde lo alto de inmueble de la calle de República de Colombia, en la colonia Centro de la Ciudad de México, los capitalinos continuaban con el “baños” del Sábado de Gloria”.
Diez años después, en 1967, este diario reportaba el saldo del Sábado de Gloria: más de mil detenidos. Había sido sorprendidos arrojando agua a los transeúntes. “Los agentes del Ministerio Público y los jueces calificadores estuvieron muy atareados, señalando cargos e imponiendo multas a los participantes de los "baños” de Sábado de Gloria. Las multas fluctuaban entre los 10 y 100 pesos”.
En la primavera de 1957 se detuvieron a 300 “alborotadores” por bañar a cuanto transeúnte se topaba en su camino. 10 años después la cifra aumento a más de mil detenidos.
Para el Sábado de Gloria de 1978, “Fueron Detenidos más de 500 "Bañadores”, en la Capital”, reportaba EL UNIVERSAL. Según la nota, la policía llamaba a los padres de los menores detenidos, para que pagaran multas que iban de los 20 a los 200 pesos, otros fueron enviados al Consejo Tutelar para Menores Infractores de la Ley. Los adultos, eran multados con mil pesos o 15 días de reclusión.
En 1967 las multas por salir a bañar al transeúnte el Sábado de Gloria, iba de los 10 hasta los 100 pesos. Aunque las sanciones fueron cada vez más duras, las personas seguían con el ritual del sábado santo.
Durante la década de los años 80 se tomó conciencia sobre la escasez del agua, por ello las autoridades capitalinas llamaron a la población a no desperdiciar el vital líquido celebrando a cubetadas el Sábado de Gloria. Cada vez las multas eran más severas, en 1982 iban de 300 hasta 500 pesos.
En 1980, el general Arturo Durazo, director de Policía y Tránsito, ordenó “evitar a toda costa que grupos de pandilleros se aprovechen de una fecha como es el Sábado de Gloria, y para divertirse empapen a las personas que se cruzan en su camino". Sin embargo, las personas continuaron las guerras de agua en la calle.
En 2017, según datos de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina, fueron sancionadas 79 personas por desperdiciar agua el Sábado de Gloria. Este año las multas serán de hasta 3 mil pesos y 36 horas de arresto.
Fotografías:
Archivo EL UNIVERSAL.
Fuente:
Hemeroteca EL UNIVERSAL.