Más Información
Guadalupe Taddei solicitará ampliación del presupuesto para la elección judicial a la Cámara de Diputados; “si funciona, estaremos mejor en calidad y resultados"
Sheinbaum es una "consumidora voraz" de información: José Merino; el tablero de seguridad, herramienta clave, destaca
IMSS-Bienestar asegura mantener contratados a 2 mil trabajadores en entidades no adheridas al organismo
Rosa Icela Rodríguez se reúne con próximo titular del INM; “arrancaremos el 2025 con mucho trabajo”, asegura
SSa llama a tomar medidas preventivas ante bajas temperaturas; pide proteger salud por temporada invernal
Texto: Xochiketzalli Rosas, Magalli Delgadillo, Antonieta Ramos
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
Fue el 11 de julio de 1991 el día marcado para que el sol pareciera “apagarse” por un eclipse total y que los mexicanos, de al menos 20 estados, pudieran admirar. Aquella franja de oscuridad comprendía una extensión de 2 mil kilómetros de longitud por otros 250 de ancho. Fue a pleno mediodía cuando por siete minutos el día se vistió de noche.
El miedo que embargaba a las personas que podrían presenciarlo tuvo diversas manifestaciones que iban desde suposiciones de males en los que podrían perder la vista hasta la especulación de comportamientos extraños por parte de los animales y la naturaleza misma. Las explicaciones de que eso era poco probable fueron infinitas; las medidas precautorias también.
Pero según datos publicados por esta casa editorial el eclipse fue observado por más de 800 millones de personas, pues dicho fenómeno era considerado el más espectacular del siglo XX, a pesar de que en esa centuria habían ocurrido 230 eclipses entre totales, anulares y parciales. Incluso, en México, en el siglo XX, se habían presenciado 59 fenómenos de este tipo.
Para las personas este día no pasó desapercibido. En distintos lugares se observaron a espectadores sorprendidos al ver el fenómeno.
La edición de EL UNIVERSAL de ese 11 de julio en su primera plana publicó variadas recomendaciones, para que los lectores estuvieran informados al respecto unas horas antes de que se presentara el fenómeno natural.
Así, mientras el gobierno del entonces Distrito Federal anunció un paro de 12:10 a las 14:00 horas; la Comisión Intersecretarial del Eclipse 91 reiteraba esa mañana el llamado a la población para que evitara observar el sol directamente porque ello podría ocasionar ceguera, pues las radiaciones solares estaban constituidas por energía pura de altísima potencia.
Las personas se valían de distintos artefactos para poder ver la unión entre la Luna y el Sol.
Incluso, a unas cuantas horas del ansiado suceso había incongruencias en las versiones oficiales entorno a la posibilidad de observarlo a través de filtros especiales. Y pese a ello la Secretaría de Salud autorizó a cerca de 20 empresas para que comercializaran los filtros, aunque, según la información de EL UNIVERSAL; científicos y especialistas aseguraban que ninguno era completamente seguro.
Las autoridades estatales y federales recorrieron intensamente las comunidades indígenas más apartadas para informar, en sus lenguas, de los peligros (que iban de la agudeza visual a la ceguera total) por ver directamente el eclipse.
También la Cruz Roja informó que contó con 2 mil médicos, mil 500 ambulancias, 2 mil camas y 300 mil voluntarios por si eran necesarios para cualquier emergencia producida por el eclipse. Al menos la ahora Ciudad de México se estaba blindando para aquel apagón solar.
Fue en Baja California Sur donde el eclipse total de sol pudo observarse con toda nitidez a las 11:47 de la mañana. Por eso, días anteriores al fenómeno los hoteles de La Paz y Los Cabos se ocuparon al 100% por unos 30 mil turistas e investigadores.
Según una nota publicada por esta casa editorial, fueron 40 vuelos “Charters” los que llegaron del extranjero a Baja California Sur, que por el congestionamiento de las pistas en La Paz, se tuvieron que abrir pistas en Cabo San Lucas y Santiago.
Víctor Liceaga Ruibal, gobernador del estado, informó que el arribo de turistas había generado una derrama económica de 25 millones de dólares y que en la entidad se habían regalado 5 mil filtros solares. Además, el mandatario detallaba que en la instalación de campamentos se habían gastado 2 mil 400 millones de pesos y 100 millones tan sólo para la instalación de la sala de prensa que daría atención a todo el interesado en el fenómeno natural.
Los medios de comunicación, tanto prensa, radial y televisivos, dieron una amplia cobertura del acontecimiento con programas y publicaciones especiales que contaron con la participación de especialistas como el astronauta mexicano Rodolfo Neri Vela.
Uno de los anuncios en este periódico se vendían como una opción para ver el eclipse solar
EL UNIVERSAL el día del eclipse dedicó sus páginas editoriales al fenómeno y se tapizaron con artículos de opinión relacionados a la oscuridad provocada porque la luna cubre al sol por completo. Incluso la página Cultural contó con relatos y opiniones de plumas como Carlos Martínez Rentería, Elda Maceda, Ma. Elena Matadamas, Patricia Velazquez Yebra, Paco Ignacio Taibo I y hasta nuestro Gato Culto.
Eran las 13:45 horas cuando poco a poco el disco lunar comenzó a “cubrir” la luz del sol en la Ciudad de México. En el centro de la capital hubo poca afluencia vehicular y el alumbrado público se prendió automáticamente. Miles de personas subieron a las azoteas para ser testigos de cómo dos astros tan importantes se “fundían”.
El eclipse total de sol en la urbe
Ese 11 de julio de 1991, 20 mil policías realizaron rondines para dar orientación, supervisar el tránsito y evitar actos delictivos durante el fenómeno. Los oficiales iban por las calles con megáfonos para recordarles a las personas que no vieran el cielo. Por supuesto, los silbidos hacia ellos, no se hicieron esperar.
Cuando la oscuridad comenzó a caer en el Centro Histórico, del inmueble del Departamento del Distrito Federal y de la Catedral salieron decenas de animalitos voladores que mucha gente identificó como mariposas y otras, como “ratones viejos”, de acuerdo con una crónica publicada por esta casa editorial un día después del acontecimiento.
Para observar mejor todo, algunos curiosos partieron en dos un folder, a una parte le hicieron orificios y en la otra, que permanecía en el piso, se reflejaba la evolución del eclipse sobre la otra cara del portadocumentos. Quienes tenían la posibilidad, instalaron sus telescopios o filtros especiales.
Entre los miedos de los citadinos también estaban las supersticiones de este acontecimiento, pues se pensaba que este fenómeno traía consigo mareos, deformidades prenatales y algunos campesinos pensaban que dañaría sus cosechas y producción de animales.
Las sombras dejaron la Ciudad de México y se trasladaron a otras entidades: Oaxaca fue testigo de mencionado fenómeno a las 13:25 horas, incluso se pudo ver Venus y Júpiter; en Teotihuacán, Puebla, donde hubo 30 mil visitantes, llovió y ocurrió el eclipse al mismo tiempo y ambos fenómenos se desvanecieron juntos; en Tula, Hidalgo, hubo dos mil observadores, quienes se reunieron desde las 10 de la mañana; en La Paz, Baja California, cientos de personas aplaudieron y lanzaron un “¡bravo!” cuando el disco lunar cubrió el sol en punto de las 11:47 (hora local); en Nayarit, “las dos calles rectas y perpendiculares que comprenden las islas de 400 metros de largo y 350 metros de ancho fueron cubiertas con cazuelas de barro llenas de estopa empapada en petróleo que al presentarse el eclipse total del sol fueron prendidas para dar un toque ‘mágico’”, de acuerdo con EL UNIVERSAL.
En zonas alejadas, como la montaña de Guerrero, las personas vivieron con más temor el acontecimiento: se refugiaron en iglesias para rezar por su seguridad; así como lo hicieron 21 años atrás, cuando se registró un eclipse parcial y escondieron a sus esposas embarazadas o algunos les pusieron cintas rojas, tijeras o planchas en sus vientres para impedir malformaciones fetales.
Por su parte, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, entrevistado en Temixco, Morelos, presenció el fenómeno y estuvo acompañado de su esposa, Cecilia Occelli de Salinas y el doctor, José Sarukhán, rector de la UNAM. Con ellos observó el fenómeno astronómico en las instalaciones del Laboratorio de Energía Solar del Instituto de Investigaciones de Materiales de la máxima casa de estudios.
Pocos minutos después de ver convertido el día en noche, una fuerte tormenta cayó en la zona Metropolitana del Estado de México, sobre todo en Atizapán de Zaragoza. La copiosa lluvia generó inundaciones en distintos lugares y las aguas alcanzaron hasta 50 centímetros de altura.
Después del eclipse… la tormenta y clima frío
Además, la unión entre la Luna y el Sol dejó bajas temperaturas. Por ejemplo, en Baja California pasaron de los 31 grados a los 6, incluso en otras zonas llegaron a bajo cero grados.
De acuerdo con científicos, ese eclipse fue más visible gracias a que la corona solar registró más brillantez de la esperada y evitó que la oscuridad fuera total. Incluso, los astrónomos, instalados en la Universidad Autónoma de Baja California, reconocieron la importancia de este acontecimiento frente a otros, pues, según sus planes, iba a permitir varios experimentos como el estudio de los fotones de la corona solar y “ahondar sobre la forma de este”.
Sin embargo, la misión científica espacial de “Mexcaltitlán”, en las que colaboraron el Instituto Tecnológico de Florida y la UNAM, fracasó en su intento de obtener información directa de la corona solar al detectarse una falla en el equipo científico.
El rastro del “beso” entre el astro mayor y menor se vio por última vez en Chiapas a las 13:46 de la tarde. Sin embargo, 25 años después, el encuentro entre los amantes fue inevitable.
El eclipse de 2017
Más de 25 años después del suceso que paralizó a México, un nuevo eclipse cobijó a Estados Unidos y varios países de América.
Dicho fenómeno pudo ser apreciado en su totalidad en 14 estados del país norteamericano, desde Oregón hasta Carolina del Sur. No obstante países como México, Guatemala, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Brasil, lograron apreciar del eclipse en forma parcial.
Asimismo naciones como Argentina y Chile excluidas de la trayectoria de la luna sobre el sol podrán visualizar un fenómeno similar en 2019. En tanto, se tiene previsto que en México un hecho similar pueda ocurrir hasta el próximo 8 de abril de 2024.
Según declaraciones de Rick Fienberg, astrónomo de la Sociedad Americana de Astronomía, el eclipse “será ciertamente el eclipse total más observado de la historia”. Por su parte, la científica de la NASA Madhulika Guhathakurta afirmó que el suceso sería una de los “más documentados y más admirados” en la historia, pues cerca de 300 millones de personas podrán ser testigos del acontecimiento, según datos de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA)".
Fotos antiguas:
Archivo fotográfico de EL UNIVERSAL.
Fuentes:
Archivo hemerográfico de EL UNIVERSAL, sitio web de la NASA.