Más Información
Andrés Clara Rosas, el marino más antiguo del Buque Escuela “Cuauhtémoc”; acumula 24 travesías en 9 países
Exhorta PRI al gobierno redoblar esfuerzos para evitar exclusión del T-MEC; podría traer graves riesgos a la economía nacional
Posibles deportaciones masivas requieren acciones inmediatas: PRI; reducción de presupuesto del INM agrava situación
Diputada de MC propone despenalizar sustancias psicoactivas; cobrar impuestos al mercado de drogas recaudaría más de 1 bdp, calcula
Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez.
Fotografía actual: Archivo Fotográfico EL UNIVERSAL.
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica.
En la ciudad existen cerca de 140 mil automóviles que circulan con placas de “taxi” , vestidos con la cromática oficial que el gobierno capitalino decida: los hemos visto verdes, amarillos, vinos con dorado y ahora rosa con blanco. Aún con este “uniforme” algunos buscan distinguirse con pequeñas charolas de luces led que anuncian “Libre”; sin embargo, todos deben de tener a bordo un pequeño -y controversial- aparato que marca la cuota a pagar según el tiempo y distancia: el taxímetro .
De acuerdo con Héctor de Mauleón, el taxímetro nació en agosto de 1911 “cuando el país era gobernado por el presidente interino Francisco León de la Barra” como una necesidad de poner freno a los cobros excesivos de los choferes de automóviles de alquiler que por viaje cobraban casi un peso - el peso de “antes”: “la invención del taxímetro había sido recibida en Alemania con el siguiente performance: los choferes hicieron una marcha de protesta y arrojaron el invento a las aguas del Spree. No lograron, sin embargo, borrarlo de la faz de la Tierra: en 1907, un norteamericano, Harry Hallen, se enriqueció montando el primer servicio de autotaxímetros que hubo en Estados Unidos.”
Cuatro años después, el aparato llegó a tierras mexicanas a solicitud de la entonces llamada “Inspección de Coches y Bicicletas”, que la mañana del 10 de agosto de 1911 había hecho circular en los principales diarios que se implementaría y explicaba su funcionamiento: “el banderazo sería de 20 centavos. Cada 200 metros, un timbre anunciaba que otros cinco centavos se habían añadido a la tarifa”.
Anuncio de 1911 donde se indica la implementación y funcionamiento del aparato que hoy llamamos “taxímetro”. Colección Villsana - Torres.
Claro que las quejas y los problemas no se hicieron esperar, el sonido del timbre fue acusado como “amenaza para los nervios y la cartera” ya que de esa forma los usuarios eran conscientes de que se le iba a cobrar más - hoy en día ya no es un timbrazo, sino un ligero zumbido que nos hace saber lo mismo-; aunado a esto se acusaba a los choferes de alterar los relojes del mecanismo.
Contrario a lo que podamos pensar, en la prensa de aquella época encontramos que sólo a los automotores que contaban con éste dispositivo se les llamaba “autotaxímetro” o “taxímetro” y quienes no contaban con ello eran “coches” o “automóviles”.
Imágenes de “taxímetros”, la primera tomada de la plana de un diario, nombre que recibían entonces los taxis en la primera década. La segunda un "taximetro" circulando frente a la Plaza de la Santa Veracruz. Colección Villasana - Torres.
Un año después de la implementación, en 1912, “El Mundo Ilustrado” y “El Tiempo” reportaban los primeros a ccidentes ocasionados por un taxímetro : un atropellado “debido a la excesiva velocidad con que caminaba ayer por la tarde en la quinta calle de San Juan de Letrán, el taxímetro número 35, manejado por Guillermo Salcedo, fue arroyado entre las ruedas de dicho vehículo Ramón López.”
Debido a las heridas graves que el afectado había adquirido, el “chauffer” de la unidad dijo que su cliente le pidió ir a máxima velocidad ya que tenía un asunto urgente por tratar y para que lo hiciera le ofreció una muy buena propina “por lo que imprimió a la máquina la mayor velocidad, a pesar de los muchos transeúntes de la calle de San Juan de Letrán”; a pesar de su testimonio, Guillermo Salcedo fue conducido a la cárcel.
Otro fue un choque en las calles de Avenida Morelos y la tercera calle de Bucareli; donde un automóvil y un taxímetro chocaron ya que uno venía en sentido contrario y no se dio cuenta de la proximidad entre las unidades: “el taxímetro fue el que mayores averías recibió, pues casi quedó volcado y hecho pedazos completamente, y el señor Miller, que lo ocupaba, recibió algunas heridas contusas (...) el chauffer Rocha también recibió algunas heridas de alguna gravedad.”
Ni el paso del tiempo ni de los siglos ha hecho que se disipen los problemas ante el uso del mecanismo que, hasta hoy en día, seguimos llamando taxímetro: a mediados del siglo pasado, El Gran Diario de México registraba entradas y salidas de nuevos aparatos taxímetros para que el usuario tuviera un buen servicio y un cobro justo por las tarifas, ya que al menos hasta 1945 no se había logrado eliminar los abusos por parte de los prestadores de este servicio.
Tal cual pasó en Alemania, en noviembre de ese 1945, los taxistas de la ciudad salieron a protestar y en las páginas del diario se decía un argumento muy parecido al que se estaba manejando hacía un par de semanas con la instalación de taxímetros digitales: “¿cómo no va a favorecer a los choferes el que, en vez de ir de aquí para allá, desalados, en busca de cliente a menudo problemático, economicen gasolina y esfuerzo por virtud de que el público acuda a ocuparlos en lugar determinado?”, decía un reportero.
La negación a utilizarlos era, principalmente, porque los choferes los consideraban “poco prácticos”; sin embargo, a pesar de la existencia de los aparatos medidores, algunos choferes seguían cobrando lo que querían por viaje. Su descontento también se debía a que de pagar cerca de 200 pesos por adquirir el taxímetro, ya a finales de los años cuarenta el mecanismo costaba casi el triple y que muchos de los que estaban hechos en México no funcionaban como se requería y, por ende, se traducía en un costo extra para quienes sí aceptaban las exigencias del gobierno: compraban un aparato que no funcionaba correctamente y después tenían que adquirir el proveniente de otros países.
En los años cincuenta se empezaron a hacer reuniones entre gobierno, choferes y empresas para que se pudiera tener un aparato en el que todos, especialmente los prestadores de servicio y los usuarios, pudieran confiar. Asimismo, los transportistas solicitaron al gobierno tener en cuenta sus observaciones ante el Reglamento de Tránsito , ya que algunas normas eran peligrosas para todos los citadinos.
A mediados de 1950, los ruleteros -como se les llamaba anteriormente a los choferes de taxi- denunciaban que la empresa “Far - Mex” no les había devuelto el adelanto que habían dado para la instalación del taxímetro en sus unidades, aprovechándose de la lenta resolución del tema.
Debido a esto, el capitalino tenía que seguir pagando las diversas cuotas que grupos de choferes habían establecido en la ciudad: mientras había grupos de ruleteros que estaban a favor de la instalación de taxímetros, otros se aprovechaban y cobraban “a su antojo”.
Fue hasta fines de 1950 que se aprobaron los taxímetros, las marcas elegidas fueron: la sueca de nombre “Halda” con un costo de mil cuatrocientos cincuenta pesos; la francesa “B. B.”, que tenía el mismo costo que la suiza, y el taxímetro mexicano de “Far - Mex” que costaba 791 pesos.
Al igual que en 1911, las autoridades capitalinas siguieron circulando el funcionamiento de los taxímetros: este es un ejemplo del 26 de mayo de 1952. Archivo Hemerográfico EL UNIVERSAL.
Paulatinamente se fue regulando de manera más severa el uso de taxímetro, hasta hacerlo obligatorio por decreto ; al menos en la ciudad. Hasta hace un mes se discutía la implementación obligatoria del taxímetro digital , una tablet conectada con el Centro de Vigilancia C5 y que contaría con sistema de grabación de audio y video en caso de emergencia, también la posibilidad de conectarse a internet y de esta manera asegurar el cobro de una tarifa justa y garantizar la seguridad del chofer y del usuario.
A fines de mayo de este año, la Asamblea Legislativa de la CDMX suspendió la implementación de taxímetros digitales o tabletas, ya que había demasiadas partes inconformes. La historia parece repetirse, lamentablemente se observa que en todas las épocas ha habido una comunicación deficiente entre los involucrados: no hay capacitación para los taxistas, la explicación sobre la claridad del pago es difusa, ya que no se dice -o al menos de manera directa-, por ejemplo, cómo pagará la empresa productora de los taxímetros a los choferes en caso de que les paguen con tarjeta de crédito, o cómo el usuario promedio podría tener acceso a la app para no “estar esperando a que pase” un taxi.
Imágenes de las tabletas digitales que las autoridades capitalinas pretenden implementar, en sustitución de los taxímetros. Fotografías de Yadín Xolalpa, EL UNIVERSAL.
Y una vez más, mientras todas las partes discuten qué es lo mejor, tanto los dueños de taxis -aquellos responsables, que cubren todos los costos y demandas que exige el gobierno- como los usuarios volvemos a pagar cuotas que nadie sabe si son justas o no , ya que no hay manera de saber qué taxímetro está intervenido para cobrar más por “dejada”.
La foto principal son dos coches llamados “taxímetros”, en calles del ahora Centro Histórico. Imagen de 1914.Colección Villasana –Torres.
La comparativa antigua es uno de los primeros taxímetros que llegó a México en agosto de 1911. Colección Villasana-Torres.
En cuanto a la imagen actual, ésta fue tomada del sitio Autos RPM www.autosrpm.com y la foto es de Nicolás Corte a quien agradecemos y damos crédito.
Fotografía antigua:
Colección Villasana - Torres.
Fuentes:
Archivo Hemerográfico EL UNIVERSAL. Artículo “El taxímetro cumple 100 años” de Héctor de Mauleón, EL UNIVERSAL.