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Texto: Andrea Ornelas Villar
Ser voluntario cuando ya nadie ayuda: crónicas del 19-S
Al llegar los recuerdos afloraron, sentí tristeza, impotencia por el dolor y sufrimiento de la gente. Muchas personas estaban ayudando. Me uní a una fila de personas que iban pasando cubetas llenas de escombros. Mientras lo hacía, una persona frente a mi pasaba para dejar las pertenencias que se pudieron rescatar, entre ellos un cajón lleno de fotografías llenas de polvo y piedras, lo único que pude pensar al ver a la gente retratada en ellas fue “quiénes serán, si se volverían a ver sus recuerdos. No es necesario que alguien te diga ‘échame la mano’ porque uno simplemente lo hace, por hermandad, solidaridad".
-Mauricio Flores, 48 años
Ser voluntario cuando ya nadie ayuda: crónicas del 19-S
Esa tarde yo iba a salir hacia Morelia por trabajo, estaba en mi departamento con un amigo cuando empezamos a sentir el movimiento. En un principio no sabía qué hacer. Tenía que contactar a mis amigos para ver si estaban bien; en mi celular llovían notificaciones de los derrumbes y fallecidos. Mis amigos Roberto, Jorge y yo decidimos buscar un lugar donde se necesitara ayuda.
Salimos y minutos después llegamos a Gabriel Mancera y Escocia, donde un edificio se había derrumbado. Había mucha gente dando órdenes entonces no sabías a quién obedecer, pero finalmente todos tenían un mismo propósito: ayudar y salvar vidas. Nos acomodamos donde pudimos y a pasar cubetas, botes enormes llenos de escombro,- “no sé de dónde, pero sacas fuerzas para cargar todo eso porque lo único que quieres es ayudar” me dijo mi amigo Jorge-. “Había mucha tensión en el lugar, pero cuando alguien gritaba ‘¡Hay vida!’, mientras tu estás lleno de polvo, partiéndote la madre, el alivio que sientes es inigualable”; “Había un señor en traje cargando escombros, uno con rastas, hasta un indigente: esto es México”.
-Luis Ortiz, 24 años
Ser voluntario cuando ya nadie ayuda: crónicas del 19-S
Durante el aniversario del catastrófico terremoto de 1985, pero 32 años después, una tragedia azotó de nueva cuenta la Ciudad de México. Un sismo cimbró a sus habitantes. Aquellos que revivían la tragedia y muchos otros que se enfrentaban por primera vez a esa clase de catástrofe. No obstante al miedo o la incertidumbre, cientos de ellos corrieron hacia el polvo a poner a disposición de sus compatriotas sus manos, su fuerza y constancia. Ellos trajeron y continúan llenando a México de esperanza.