Mari está sentada dentro de un cuarto con otras 10 mujeres que padecen el VIH . Además de eso, todas tienen otra cosa en común: han tenido un embarazo en medio de su enfermedad o están esperando a sus bebés en estos momentos. Piden no publicar sus nombres reales por seguridad , pero insisten: “Queremos mandar un mensaje”.

Texto: Alexis Ortiz

La historia de Mari inició hace 16 años, cuando su esposo le dijo que era portadora del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), pues él estaba contagiado y se lo había transmitido. “Cuando sales positiva en los análisis empiezas una nueva vida. El dolor del VIH es un dolor callado porque aunque decimos que ya lo superamos, todavía queda algo”, dice la mujer de 47 años a EL UNIVERSAL .

Cuando ella se enteró de su enfermedad, los casos de mujeres embarazadas con el virus se comenzaron a disparar y dio como resultado que, desde hace 10 años, el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el sida (CENSIDA) tiene un registro de 950 casos, aunque estos empezaron a surgir en 1983.

Esa nueva vida no es sencilla, pues en muchas ocasiones las personas que padecen VIH no sólo luchan contra su enfermedad , sino contra la discriminación de la que pueden ser víctima .

Patricia Uribe Zúñiga, directora general del CENSIDA , dijo en entrevista para este medio que si bien la transmisión del virus por medio del embarazo es la más efectiva al tener un 35 por ciento de riesgo de contagio, “los casos son muy pocos en comparación con la transferencia por medio del sexo , pero eso se entiende porque al año hay millones de relaciones sexuales”.

También, la directora del CENSIDA se da tiempo para hablar sobre la discriminación que viven las mujeres con VIH. El virus es como una plaga de estigmas de la que es imposible zafarse. De eso quiere hablar Mari en esta ocasión, así como el resto de sus compañeras reunidas en un cuarto de la Casa de la Sal , una asociación ciudadana dedicada al apoyo de mujeres con VIH.

“Muchas veces la gente es muy feita. Por ejemplo, en una ocasión yo le comenté a una vecina sobre mi condición y se encargó de mal informar a todos. Tuve discriminación. Yo confronté a esa persona y le dije que pensara en sus hijos y que yo pensaba en los míos. De todas formas siguen hablando de mí, pero ya no lo hacen de frente sino a mis espaldas”, dice Mari.

No le dieron el Seguro Popular a mi bebé porque yo tengo VIH
No le dieron el Seguro Popular a mi bebé porque yo tengo VIH

Ella no es la única. También Zoe aprovecha la conversación y asegura haber sido discriminada: “Durante mi cesárea me separaron de las demás, me enviaron a un cuarto aislado. Quizá en ese momento le explicaron a mi pareja por qué, pero fue difícil saber que, a diferencia de la primera vez, ahora debía estar en otra habitación separada”.

Además, Zoe explica que a pesar de contar con el Seguro Popular no se lo hicieron válido por su portación del virus. “Ni a mi hija se lo dieron aun cuando nació sin el virus. La hoja de alumbramiento dice: ‘Mamá con VIH’, y por eso no se lo quisieron dar”, explica la mujer de 28 años de edad, quien trata de tomar fuerzas cuando piensa en que, si sigue el tratamiento, podría ver crecer a sus hijas sin problemas.

No se trata de historias aisladas, pues la última Encuesta Nacional Sobre Discriminación en México señala que tres de cada diez personas admitieron que no compartirían su casa con una persona contagiada del VIH. Sólo el 49 por ciento se dijo cómodo con esa opción de vida. Asimismo, la encuesta revela que son principalmente los niños que cursan la primaria o menos quienes tienen esa idea.

¿Cómo respondieron los hijos de Mari cuando supieron que no tenía cáncer y en lugar de eso padecía VIH?, se le pregunta. “Al principio a mi hijo que tuve cuando ya era portadora del virus me pidió tiempo para pensar las cosas. Después de eso, su respuesta fue clara: ‘Eres mi madre y te amo como sea’”.

No le dieron el Seguro Popular a mi bebé porque yo tengo VIH
No le dieron el Seguro Popular a mi bebé porque yo tengo VIH

También algunos estados de la República aplican encuestas sobre discriminación para conocer el desarrollo de ese fenómeno en cada entidad. En el caso de la Ciudad de México, por ejemplo, las

personas contagiadas de VIH pertenecen al octavo grupo más discriminado de 41 según la percepción de los capitalinos.

“Piénsate siendo una estrella hermosa, luminosa. Piénsate como una estrella hermosa, ¿qué más te hace falta?” les piden explicar en Casa de la Sal a las mujeres portadoras del virus. Romina es quien alza la mano, como en casi toda la sesión, y pide sus deseos de año nuevo: “Quiero ser asertiva, seguir siendo indetectable, tener una mayor calidad de vida y más autoestima”.

Romina pide y escribe esos deseos para después colgarlos en un árbol navideño que los trabajadores de esa ONG han armado con trozos de papel y foami. “Nosotras también tenemos derecho a tener respeto y que no nos discriminen. Merecemos respeto y podemos llevar una vida plena”, explica.

Ella misma señala que el respeto debe ser en todos los sentidos, pues también quienes están contagiados de VIH tienen derecho a seguir su vida sexual. “Eso sí, con mucho cuidado. Nunca debes ser egoísta, pero tener confianza de hablarlo con tu pareja si entablas esa conversación”, dice Romina.

No le dieron el Seguro Popular a mi bebé porque yo tengo VIH
No le dieron el Seguro Popular a mi bebé porque yo tengo VIH

A la lucha contra el racismo se suma otro reto para combatir esa enfermedad: el Sector Salud aplica las pruebas de VIH , según datos del CENSIDA, lo cual ha provocado que la transmisión de este virus por medio del embarazo persista en el país desde hace más de tres décadas, aun cuando las autoridades nacionales en la materia aceptan ya no debería existir esa forma de contagio.

¿Y qué otros mensajes quieren mandar? De las 10 mujeres que hay en la habitación sólo tres se muestran hiperactivas y parecen haberlo dicho todo. Después, una mano se levanta tímida, mientras la otra está ocupada cargando a un bebé. Es Rocío, quien no habló toda la tarde pero está lista para mandar su mensaje: “No tengan miedo de tener VIH porque no es sinónimo de muerte . Quienes lo tengan, háganse respetar. Y quienes no, háganse la prueba, cuídense”.

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