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Catalogada como una de las especies más codiciadas de América por su carne, piel y astas, los venados cola blanca (Odocoileus virginianus) son criaturas 'mágicas' de los bosques mexicanos.
De acuerdo con Jorge Gabriel Villarreal González , experto en vida silvestre y autor del “Código de ética del cazador deportista" y titular de la Unidad de Medio Ambiente del venado cola blanca, esta especie es de las más carismáticas.
El especialista señala en su libro “Ganadería diversificada”, publicado por Sagarpa en 2013, que los venados cola blanca se encuentran a lo largo y ancho del país, excepto en la Península de Baja California.
Según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en su página de Internet, este mamífero originario de América, registra 38 subespecies en el continente, de las cuales 14 tienen por hábitat tierras mexicanas.
Es decir, el 47% de las existentes desde Canadá hasta Ecuador, y ocho son endémicas de México. lo que cobra importancia global.
En el país, a los venados cola blanca se les han dado nombres según la región que habitan: cola de abanico al de Arizona, de las Tierras Altas de México, de Miquihuana, de Chiapas, de Oaxaca, de Sinaloa, de Texas de las Tierras Bajas de México, de las Selvas Lluviosas, de Nicaragua, del Noreste de Veracruz.
Se diferencian entre sí por sus características físicas: color del pelaje, forma y dimensión de la canasta del astado y tamaño corporal, entre otras, además, de su importancia ecológica, valorada por Villarreal como “un tesoro de la ecología y la cinegética mundial”.
Apuntó que una característica ecológica importante de estos ungulados (mamífero placentario que camina sobre dedos, generalmente recubiertos de pezuñas) es su adaptabilidad, ya que se desarrollan exitosamente en gran diversidad de ecosistemas, climas, topografías, suelos y vegetación.
Incluso han podido sobrevivir en zonas afectadas por parásitos y enfermedades, ventaja natural frente a otras especies silvestres.
La alta tasa reproductiva de los cola blanca les ha permitido restituir sus poblaciones a corto plazo si encuentran las condiciones adecuadas de protección y hábitat, alimento, cobertura vegetal agua y espacio físico.
Durante siglos han sufrido la persecución y la cacería, de la que escapan gracias a sus desarrollados sentidos de la vista, olfato y oído.
Por constituirse como un patrimonio biológico relevante de la biodiversidad del país, Villarreal González recomienda evitar el intercambio, transferencia o introducción de subespecies a regiones geográficas-ecológicas ajenas a ellos, en donde se convertirían en especies exóticas silvestres y perderían su potencial genético original; “deben conservarse puras”, acotó.
Asimismo, la eventual pérdida del valor ecológico, biológico y cinegético que tiene cada una de las subespecies de venado cola blanca mexicanas nunca se justificaría por el desarrollo de la actividad cinegética que puede generar importantes beneficios económicos, principalmente para los propietarios de los predios rurales, puntualizó.