Hace unos años, Nathalie des Isnards fue con su esposo, David, a un festival de música para ver a su grupo favorito.
Antes del espectáculo, se dirigieron a los baños. "Pasé 30 minutos en la fila esperando para orinar", recuerda. Para su frustración, se perdió la primera parte del concierto.
David, en cambio, solo tardó "dos minutos" y pudo ver todo el espectáculo.
"Estaba molesta. Me dije: 'Estamos en el siglo XXI, hay que hacer algo al respecto'".
Así que se dedicó a crear un urinario para mujeres. El simple cuenco sin asiento que ideó va dentro de un cubículo con techo y puerta, diseñado para un uso más rápido, pero también privado.
"No era diseñadora. Primero era usuaria", dice esta mujer de 46 años.
A pesar de innovaciones como la suya, las mujeres continúan aguantando largas filas porque, en opinión de Des Isnards , "hasta ahora, a nadie le importaba".
Sin embargo, cree que ahora se está prestando más atención a este problema gracias a las redes sociales y a la creciente competencia entre los organizadores de eventos.
"[Esto] los obliga a ofrecer mejores servicios", explica. Además, los organizadores ahora se dan cuenta de que el tiempo que las mujeres pasan haciendo cola, es tiempo que ellas pasan sin gastar dinero.
Según Des Isnards, 100 mil mujeres usaron su invento, llamado madamePee, el año pasado en 15 eventos en toda Francia, incluida la Copa Mundial Femenina. "Se adapta a todas las mujeres, no solo a las jóvenes abiertas a la innovación".
También se han instalado dos unidades en París como servicios públicos, según cuenta. Este año, su retrete podrá encontrarse en otros países.
"La ambición es muy clara: hacer que sea estándar que cada vez que haya urinarios para hombres,haya urinarios para mujeres", afirma la emprendedora francesa.
Baños más eficientes
Diseños más nuevos también apuntan a agilizar las visitas al baño.
En Copenhague, los arquitectos Gina Périer y Alexander Egebjerg diseñaron Lapee, un baño para mujeres que consta de tres urinarios moldeados de plástico reciclable de color rosa brillante en los que hay que ponerse de cuclillas.
"Es increíblemente más eficiente", dice Périer, de 25 años.
La idea se les ocurrió mientras trabajaban como voluntarios en el famoso festival de música de Roskilde. "No podía imaginar ir a un festival o a un evento deportivo sin que haya urinarios para hombres en todas partes", cuenta Egebjerg, de 29 años. "No hay absolutamente ninguna razón para que las mujeres no tengan urinarios también".
Según su investigación, el 90% de las filas para ir al baño de mujeres son solo para orinar.
El equipo afirma que se tarda apenas 30 segundos en usar Lapee mientras que en un baño normal uno se demora entre uno y dos minutos. Debajo hay un tanque de 1.100 litros que almacena el líquido residual, lo que supone unas 3 mil 500 visitas.
No hay puertas, pero las paredes curvas protegen a las usuarias de ser vistas y a la vez, fomentan que se use con rapidez.
Hacer que las mujeres se acostumbren a los urinarios es un desafío, pero Périer asegura que las mujeres han acogido con satisfacción su diseño. "Recibimos una gran cantidad de publicaciones en Instagram con mensajes de agradecimiento", señala.
Lapee debutó en tres festivales de música daneses el pasado verano boreal, incluidas 48 unidades en Roskilde. Se han utilizado desde entonces en maratones y otros eventos en Dinamarca, Noruega, Australia y Francia. Toulouse los desplegó en las calles de la ciudad durante la Copa Mundial de Rugby y en Año Nuevo.
Périer dice que Lapee también está apuntando a "espacios públicos y cualquier tipo de reunión donde haya mucho tráfico en los baños".
La startup se ha asociado con empresas de servicios de alquiler para desplegar Lapee en varios países europeos este año.
También están explorando el uso del líquido residual para la producción de fertilizantes y electricidad.
¿Qué tan extendidos están?
Hay otros productos urinarios que han tenido más o menos éxito.
Quizás el más conocido, SheWee, lleve casi dos décadas en el mercado. Es un dispositivo en forma de embudo que permite a las mujeres orinar de pie.
Sam Fountain dice que su invento fue recibido al principio con una mezcla de escepticismo y alegría.
Si bien no está muy extendido, la firma británica dice haber vendido millones en todo el mundo a gente a la que le gustan las actividades al aire libre, instituciones militares internacionales, personas con problemas de salud y a organizaciones benéficas para campamentos de refugiados.
"El campo sanitario y de gestión de baños está muy poco priorizado", expone Christian Pagh. Él y otros dos diseñadores crearon un baño con cuatro urinarios llamado Pollee, en 2011. Pero después de sopesar el tamaño del mercado y los costos de fabricación, dejaron de lado el proyecto.
Ahora, Pagh colabora con madamePee.
Gail Ramster, investigadora principal del Centro de Diseño Helen Hamlyn del Royal College of Art, se muestra escéptica respecto a los urinarios femeninos.
"Comenzar a usar los urinarios es un gran cambio en nuestros hábitos", sostiene. Factores como la ropa y la privacidad podrían ser problemas para algunas mujeres.
"Algunas personas los han usado en festivales y tienen cierto éxito, pero dudo un poco sobre si pueden extenderse lo suficiente en situaciones como esas o más ampliamente. Tengo mis dudas".
Las mujeres suelen tardar más que los hombres en el baño debido a factores biológicos, sociales y prácticos como la menstruación, el cuidado de niños o la ropa. A menudo, estos no se tienen en cuenta cuando se diseñan los baños.
"Utilizar el baño nos toma 1,5 veces más tiempo que a los hombres. Pero en vez de tener entre 1,5 y dos veces más baños; en realidad nos ponen menos", afirma Ramster.
"Los baños de hombres y mujeres se suelen construir usando los mismos metros cuadrados, pero como puedes meter más urinarios en ese espacio, los hombres suelen tener más elementos para usar que las mujeres".
Investigadores de la Universidad de Ghent simularon los tiempos de espera necesarios para seis diseños diferentes de baños. Descubrieron que incrementar el número de instalaciones para mujeres en relación con las dedicadas a los hombres acorta el tiempo de espera en las filas de mujeres.
Pero la mejor opción fue instalar cubículos unisex, con urinarios opcionales para hombres, lo que redujo incluso más el tiempo de espera de las mujeres.
"En el escenario unisex, hay una utilización más grande de los recursos, lo que lleva inevitablemente a esperar menos", dice el profesor Wouter Rogiest, uno de los autores del estudio. "Esto [también] responde a las necesidades de las personas transgénero".
Puede que la respuesta a esas filas interminables no sea cambiar los baños para mujeres sino simplemente poner más.
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