Maribel no tuvo que hospitalizarse para tratar su Covid-19. La trató un neumólogo en su casa y al principio parecía que su hijo de 37 años, quien habita con ella, era el único sintomático. La mujer de 70 años empezó a sentirse enferma varias semanas después y al final requirió un poco de oxígeno, pero no estuvo grave. Todos en la familia estaban sorprendidos de su fortaleza, parecía, incluso, que su mejoría era más rápida que la de su vástago; pero poco tiempo después manifestó un comportamiento extraño. Reconocida siempre por su lucidez, buen humor y autonomía; de pronto empezó a mezclar recuerdos lejanos con eventos recientes y a perder el placer por las cosas que antes disfrutaba. Ya no podía concentrarse en la lectura o en disfrutar de sus series favoritas. Había una nube extraña en su memoria que la había transformado.
Las consecuencias del Covid-19 siguen siendo un misterio en muchas áreas, pues aún ha pasado poco tiempo para tener estudios que ofrezcan un seguimiento más prolongado de los individuos afectados por la enfermedad; sin embargo, conforme el tiempo pasa, algunos síntomas parecen hacerse más evidentes bajo circunstancias que parecen salirse de lo esperado y que persisten o llegan a surgir después de la infección aguda. Las secuelas de la enfermedad podrían originar nuevas patologías o precipitar y agravar otras, por eso el seguimiento de los afectados es uno de los retos de los sistemas de salud pública.
Paulatinamente se logran nuevas observaciones sobre las secuelas del SARS-CoV-2 que plantean cuestionamientos a los especialistas. El seguimiento de los enfermos a largo plazo es fundamental para diseñar estrategias de rehabilitación en las principales áreas de afectación: pulmonar, neurológica, cardiaca, muscular y
mental.
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Metaanálisis
En la plataforma de pre publicación medRxiv aparece uno de los más ambiciosos metaanálisis sobre secuelas post covid realizados hasta el momento. Es un trabajo multinacional realizado bajo el liderazgo de Sonia Villapol, neurocientífica española del Weill Coernell Merdical College de Nueva York. Con los datos de 50 mil pacientes, se identificaron y detallaron 55 secuelas del coronavirus. Entre las más recurrentes en el estudio se encuentran: fatiga, dolor de cabeza, pérdida del gusto, disnea, pérdida de cabello y confusión. Ocho de cada diez pacientes mantenían al menos una secuela después de haber tenido al virus y haber salido negativos en una prueba posterior.
La investigación Consecuencias a los 6 meses del COVID-19 en pacientes dados de alta del hospital: un estudio de cohorte (Chaolin Huang et al), publicado en The Lancet este año, siguió durante medio año la historia clínica de mil 733 pacientes chinos tras la infección aguda, y halló sintomatología similar al metaanálisis citado. Se sumaban secuelas como problemas de insomnio, así como trastornos de ansiedad y/ o depresión.
Tanto la respuesta del organismo al virus, como el aislamiento social, han contribuido al aumento de enfermedades mentales, una de las áreas más desatendidas de la salud pública en todo el mundo desde antes de la pandemia, según la OMS. La institución calcula que mil millones de personas vivían con un trastorno mental antes de la pandemia, cifra que se podría duplicar en el escenario actual.
En Reino Unido se ha podido dar seguimiento a los pacientes con Covid para generar una robusta base de datos sobre la evolución de la enfermedad. Con la aplicación Covid Symptom Study, se recaba información útil para las principales instituciones británicas de investigación. Respecto a la prevalencia, se destaca que uno de cada siete individuos mantenía síntomas durante las primeras cuatro semanas, y que había predominio femenino en estos reportes.
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Seguimiento neurológico
Desde mediados del año pasado ya se empezaban a presentar más estudios sobre los síntomas neurológicos del Covid-19. En más de 300 estudios publicados al respecto en la primera mitad del 2020, los investigadores calculaban que alrededor de 50% de los pacientes con Covid-19 experimentaban problemas neurológicos que podían ir desde la pérdida del olfato o sensaciones de hormigueo, hasta cuestiones más graves como afasia, ataques cerebrales y convulsiones. Incapacidad cognitiva, pérdida de memoria, confusión y delirios se sumaban a la lista de sintomatología que a veces costaba identificar en el contexto hospitalario del SARS-CoV-2. Lo que también llamaba la atención es que muchas de las secuelas neurológicas no estaban ligadas a la respuesta grave del coronavirus.
A principios de este año, un artículo publicado en Nature Reviews Neyrology hacía un recuento de las afecciones neurológicas detectadas, dejando un poco de lado la preocupación inicial de que el SARS-CoV-2 pudiera invadir directamente las células neuronales para situarse más bien como consecuencia de los procesos inflamatorios a los que es expuesto el organismo, es decir, un subproducto de la respuesta inflamatoria del cuerpo, la famosa “tormenta de citocinas”, que también se piensa es la principal culpable de la lesión renal que presentan algunos pacientes. En el estudio se señalaba que la inflamación local agrava los efectos de las citocinas, ocasionando hemorragias microvasculares que forman parte de la coagulopatia y vasculopatía sistémicas de Covid-19, probablemente detonantes críticos en el desarrollo de encefalopatía, delirio y otras manifestaciones neurológicas de la infección por SARS-CoV-2.
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Recientemente, el genetista Francis Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) en EU, publicaba en su blog algunas reflexiones sobre las secuelas neurológicas del Covid-19, según evidencia post mortem. Mediante microscopia de resonancia magnética en la parte inferior del tronco encefálico, se mostraba que los síntomas neurológicos del SARS-CoV-2 parecían explicarse, ciertamente, por “la respuesta inflamatoria generalizada del cuerpo a la infección y la lesión asociada de los vasos sanguíneos, no por la infección del tejido cerebral en sí”.
El especialista subrayaba que, sin embargo, no se podían dejar de lado informes recientes de publicaciones como el Journal of Experimental Medicine donde se muestran en algunos casos signos del virus en neuronas de la corteza cerebral del cerebro. Ante la necesidad de recabar más información para establecer los detonantes de los síntomas neurológicos, el NIH acaba de lanzar el Neuro Databank/Biobank Covid-19 (NeuroCovid). La intención es recopilar más información ligada a estos padecimientos y poder determinar los detonantes y características subyacentes, fundamental también para quienes presentan el llamado Covid largo, sintomatología que parece prevalecer por más de tres meses y que según informes de la OMS ataca a uno de cada diez enfermos.
Sistemas de salud pública tan frágiles como el nuestro tienen retos al cubo. El Covid-19 atacó a Maribel a principios de diciembre y hasta ahora su rutina se mantiene casi todo el tiempo entre la cama y un sillón de la habitación. El especialista privado que la atendía, decidió tomarse un tiempo después de contagiarse también por el coronavirus. En su clínica del ISSSTE que le corresponde le dijeron que habrá citas de seguimiento hasta que se ponga el semáforo verde. Su familia reúne recomendaciones y dinero para contactar un neurólogo. Mientras tanto, ella observa desde la ventana de su habitación, como si buscara algo que no existe.
55 secuelas del Covid-19 se detectaron en un meta-análisis realizado bajo el liderazgo de Sonia Villapol, del Weill Coernell Merdical College de Nueva York.
4 semanas con síntomas continuaba uno de cada siete individuos en un estudio realizado en Reino Unido.