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En la década de los 40 se llegaron a extraer del mar alrededor de 2 mil 300 toneladas de totoaba al año, el máximo histórico de un recurso pesquero que lentamente vio disminuir sus poblaciones. Además de la sobreexplotación del recurso, se sumaron otros factores: la captura incidental de barcos camaroneros, la pesca deportiva y la alteración de su hábitat natural de reproducción por la disminución del afluente del río Colorado al Golfo de California, debido a la construcción de presas. En 1975 inició la veda en nuestro país que continúa hasta hoy para proteger una especie en peligro crítico, cuya pesca también provocó la casi extinción de la vaquita marina.
Cuando menos para la totoaba, el panorama actual parece ser menos gris. Durante cuarenta años no se realizaron estudios poblacionales de la especie; los esfuerzos se reactivaron durante este siglo, pero las pistas de la algunos de ellos muestran probabilidades de poblaciones a la alza, tal es el caso de los estudios realizados por la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y líder desde hace dos décadas de uno de los proyectos integrales sobre la especie.
Según un reporte del año pasado del Laboratorio de Ecología Molecular de la mencionada institución, mediante el uso de marcadores genéticos se logró calcular la existencia de alrededor de 10 mil reproductores de totoaba en su hábitat natural, lo que se traduce en aproximadamente 350 mil individuos. Según información de este mismo laboratorio, distribuida por CONACYT, otro de los indicadores alentadores respecto a la recuperación de la totoaba es el alto nivel de variabilidad genética, sin embargo aún no existen más pruebas que lo puedan sacar de la categoría de en peligro de extinción según la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010, así como de la categoría Críticamente Amenazada (CR) de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Su pesca es ilegal en nuestro territorio, pero se puede degustar su carne con alto contenido d e proteínas gracias a los proyectos de cultivo sustentable. Todo el proceso que tiene que ver con reproducción de huevos, larvas y juveniles se realiza en laboratorios especializados. Uno de ellos está en Ensenada, en la mencionada UABC, y el otro está en la costa de Sonora, en Bahía de Kino. Se trata del Centro Reproductor de Especies Marinas del Estado de Sonora (CREMES). Actualmente existen en México seis Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA’s) de totoaba avaladas por la Semarnat. Los titulares de las UMA tienen autorizado llevar a cabo la reproducción, engorda, comercialización (sólo a nivel nacional, pues se prohibe su exportación), repoblamiento y acciones de conservación del pez.
Una de estas entidades en la iniciativa privada es la empresa Earth Ocean Farms quienes trabajan con tecnología de acuacultura en mar abierto y llevan cinco años cultivando la totoaba mediante la transferencia tecnológica de la UABC. Su director, Pablo Konietzko, señala que mediante recursos biotecnológicos específicos se ha logrado un cultivo favorable.
Especifica que la primera parte del procedimiento se realiza en el laboratorio , mientras que la segunda parte, la de engorda de los juveniles, se realiza en el mar mediante jaulas sumergibles construidas de paneles triangulares, unidos poligonalmente para formar una especie de domo geodésico. “Son dos partes de un proceso sustentable mediante el que hacemos nuestra propia reproducción y engordamos nuestros ejemplares. No se extrae nada del medio natural y el comercio que se hace es a nivel nacional, ya que la especie no se puede exportar, pues está protegida”, dice y agrega que también su compromiso con SEMARNAT es realizar un programa de repoblamiento todos los años.
“Liberamos especímenes juveniles a su medio natural como parte del esfuerzo para que algún día la totoaba pueda desparecer de la lista roja de especies en peligro de extinción”. Esta UMA ha logrado liberar alrededor de 50 mil ejemplares al medio silvestre.
Pablo Konietzko subraya que finalmente también buscan dar a conocer el valor que tiene esta especie en su potencial acuícola, pues se trata de un pescado exquisito en cuanto a sabor y también en cuanto a contenido nutricional, en un nivel parecido a otras especies muy apreciadas como el robalo. “Debido a la sobrepesca de los mares, la proteína debe venir de otra parte y la acuicultura es un medio sustentable y otra forma de dar empleo”.
Konietzko reconoce que ha sido todo un reto dar a conocer una nueva especie de pescado en el gusto de los consumidores, sobre todo una que aparece como especie en peligro de extinción y que la gente relaciona con la casi extinta vaquita marina debido a la búsqueda frenética de la vejiga natatoria de la totoaba altamente cotizada en el mercado asiático.
Pero en México la vejiga no se consume y lo que se vende es su carne como un producto gourmet. “Año con año hemos ido creciendo y también hemos hecho un labor de educación con restaurantes y cadenas hoteleras, donde chefs y meseros también tienen que saber que la totoaba servida en sus establecimientos es producto 100% legal, proveniente de una UMA y con gran potencial de mercado”.
“Con los métodos de acuicultura es posible su reproducción y si un animal es cultivado no se puede extinguir”. Agrega que en un momento dado se espera que la totoaba se pueda exportar, pero siempre y cuando venga de la acuicultura sustentable, no de la pesca extractiva.
Nuevas líneas de investigación
Es así que la totoaba se ha convertido en una especie atractiva para el cultivo acuícola; sin embargo, las técnicas desarrolladas en el ambiente marino no siempre están al alcance de todos los productores. El mar es bueno para su cultivo, pero requiere de un alto grado de especialización e infraestructura. Especialistas del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), buscan una diversificación en las posibilidades de cultivo mediante diversas líneas de investigación que tienen que ver con el control del agua, sexo del espécimen y mejoramiento de la dieta.
El doctor Benjamín Barón del Departamento de Acuicultura del CICESE señala que el objetivo es democratizar el recurso, tener más opciones para el cultivo de la totoaba en otras regiones del noroeste del país, pero haciéndo todo el proceso de cultivo en estanques, no en jaulas marinas. “La idea es lograr el proceso en estanques porque es una condición más asequible para muchos productores, de hecho, lo que se ha pretendido, cuando menos en Sonora, es que parte de la infraestructura que hoy se dedica al cultivo del camarón, también se pueda utilizar para cultivar totoaba”.
Una parte de las líneas de investigación tiene que ver con el manejo de la sexualidad de la progenie, que estaría encaminada a que la descendencia sea de hembras. Esto tiene varias implicaciones, pues al igual que en otros peces, las hembras de algunas especies crecen más rápido que los machos y explica que una reducción en los tiempos de crecimiento, por mínima que sea, implica muchas ventajas.
Cuando se realizan los cultivos en el mar, las corrientes marinas son las encargadas de retirar los desechos, pero en el caso de los tanques hay más confinamiento de elementos tóxicos para los animales. “En este aspecto lo que se pretende es controlar la calidad del agua mediante dos procedimientos alternativos o complementarios”. Uno de ellos es la aplicación de sistemas de recirculación del agua, mediante filtros biológicos que están fijos en un sustrato y son capaces de regenerar la calidad del agua.
Por otro lado, los investigadores también experimentan con una tecnología que se ha utilizado para el cultivo de camarón y peces de agua dulce, como la tilapia. La característica de estos sistemas es que incluyen en el medio de cultivo el crecimiento de grandes poblaciones de bacterias que lo que hacen es descomponer desechos y convertirlos en proteína útil. En el caso de tilapia y camarón, esta proteína es consumida y controla la calidad de agua. “Como la pretensión es que la totoaba se desarrolle en condiciones similares, la idea es probar cómo se desempeña el pez en este sistema llamado biofloc. Finalmente estamos explorando un campo nuevo para un pez marino, algo que antes no se había hecho o de manera muy limitada”. La acuicultura de agua dulce tiene un historial muy largo en el país, lo que también ha ayudado a generar las bases para el cultivo de peces marinos que muestra hoy un despegue.
Otra parte de la investigación, comandada por el doctor Juan Pablo Lazo, tiene que ver con aspectos nutricionales y el esfuerzo está enfocado a reducir el uso de proteína y aceite de pescado en dietas para engorda porque son insumos muy caros. Se busca sustituirlos por proteínas más baratas, pero que tengan el mismo o mejor impacto para que el cultivo sea más rentable.
Barón señala que actualmente la acuicultura no puede detener la captura clandestina por el preciado “buche” que se comercializa en el mercado negro:
“Aún el gobierno no proyecta su comercialización, sino sólo la de la carne. En el futuro podría abrirse esta venta y la comercialización de las vejigas de especies cultivadas podría disminuir el apetito de los traficantes, pero lo importante es la regulación y una protección especial para que la reproducción de la especie tampoco se escape del control mexicano”.