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Renata bajó la escalera de su casa para dirigirse a una cita programada con su ginecóloga. Todavía faltaban cinco semanas para el nacimiento de su hija, pero en el momento en que pisó el último escalón sintió que le salía líquido hasta formar un pequeño charco en medio de sus pies. “Se me rompió la fuente”, gritó alterada mientras su esposo la veía consternado. Rápidamente se dirigieron al servicio de urgencias donde los médicos la valoraron y le avisaron que la bebé tendría que nacer, pues corría el riesgo de una infección.
Sólo la vio un momento después de nacer, rápidamente se la llevaron a una incubadora, pues tenía peso bajo y se sospechaba también de una infección en el estómago. Era la primera hija de Renata y entre las hormonas y la desilusión de no llevársela al día siguiente a su casa, no hacía más que llorar; sin embargo, podía visitar a la recién nacida todos los días en el hospital para platicarle de abuelos y tíos que morían de ganas de conocerla. Al final la historia tuvo un final afortunado, después de tres semanas la bebé pudo llegar a su casa. Las estadísticas también estaban de lado de la pequeña Ana: los bebés prematuros que nacen después de la semana 32 tienen 90% de posibilidades de vivir, sin embargo los que nacen antes bajan paulatinamente sus posibilidades.
Pese al notable progreso en las tasas de supervivencia infantil durante las últimas dos décadas, la cifra de bebés que fallece durante el primer mes de vida (neonatos) asciende al 46% entre los menores de cinco años. Las principales causas de fallecimientos de recién nacidos identificadas por la OMS son precisamente el nacimiento prematuro y bajo peso al nacer, seguidas de infecciones, asfixia (falta de oxígeno) y traumatismos durante el parto.
Intervenciones oportunas
UNICEF inicia una campaña este mes para ayudar a todos los países a garantizar que los recién nacidos puedan sobrevivir durante los primeros días de vida, mediante el uso de soluciones de eficacia comprobada y bajo costo. Entre las medidas figuran cuestiones muy básicas como el suministro continuo de agua potable y electricidad en los centros médicos, así como el seguimiento y presencia de personal sanitario calificado durante embarazo y parto; además de estimular la lactancia materna. En nuestro país aún se detectan brechas muy amplias en el acceso a servicios de salud que dejan su huella en las cifras de supervivencia de los neonatos.
En el caso específico de los nacimientos prematuros se calcula que cada año nacen unos 15 millones de niños en todo el mundo en esta condición, pero esta cifra parece aumentar en lugar de ir disminuyendo. Las complicaciones relacionadas con la prematuridad provocan alrededor de un millón de muertes al año. Se considera que tres cuartas partes de estos decesos podrían prevenirse con intervenciones oportunas.
En México, según cifras del Instituto Nacional de Pediatría, nacen alrededor de 200 mil bebés prematuros al año. Para el doctor Rogelio Cruz Martínez, responsable de la Unidad de Cirugía Fetal del Hospital de Especialidades del Niño y la Mujer de Querétaro e investigador Clínico de la Unidad de Neurodesarrollo del Instituto de Neurobiología de la UNAM (Campus Juriquilla), la principal causa de los nacimientos prematuros tiene que ver con causas no prevenibles, luego hay otra proporción de casos que se presentan por infecciones (urinarias, vaginales, intramnióticas) y en tercer lugar está la presencia de una enfermedad materna que termina provocando un nacimiento prematuro, como podrían ser la diabetes y la obesidad.
El entrevistado explica que para atender casos extremos de bebés prematuros la tecnología en el mundo está enfocada principalmente a utilizar instrumentos que sirven para reemplazar una función que el bebé aún no puede realizar por su falta de madurez, como el trabajo de un pulmón.
“Por ejemplo hay una técnica llamada ECMO, que significa circulación extracorpórea mediante una máquina que actúa como el pulmón artificial, de tal forma que la sangre se extrae de los bebés, se oxigena y luego se les regresa, pero en todo el país no hay ningún centro público que tenga esta opción para bebés muy prematuros o que tengan una deficiencia en su desarrollo pulmonar”, señala y comenta además que en otros países incluso cuentan con incubadoras especiales en las que los bebés por debajo de edad gestacional se pueden mantener como en una especie de placenta artificial.
“Estos son considerados los grandes avances de la ciencia, desgraciadamente de los cuales estamos a años luz en México. En nuestro país todavía no tenemos la tecnología muy avanzada para preservar la vida de un bebé prematuro extremo, pero lo que se puede hacer es tratar de prevenir que no vengan estos nacimientos o que si van a llegar, no sean tan prematuros”.
Cruz Martínez señala que la mejor estrategia para detectar a una embarazada en riesgo es la medición del cuello del útero a nivel vaginal, pues si es muy largo es un indicador de que le queda mucho tiempo de embarazo, mientras que corto significa que hay más riesgo de que se adelante.
Una ecografía vaginal vista por especialistas para identificar esta situación puede dar pistas importantes. Si se identifica un cuello corto que se puede dilatar antes de tiempo se emplean medicamentos para tratar de disminuir el riesgo de que se desenlace el parto de manera precoz como el uso de la progesterona vía vaginal, así como otros métodos como el cerclaje, un tratamiento quirúrgico en el que el cuello uterino, la parte más baja del útero, se cose durante el embarazo.
“Existen pruebas en investigación que no sólo se tratan de medir el cuello del útero, sino también evalúan que tan buena es su calidad, como si es muy blando y no tiene el suficiente poder de retención. De momento identificamos a los cuellos cortos antes de que se dilaten, pero ahora con ultrasonidos más avanzados también se puede llegar a medir la consistencia, la cantidad de sangre que llega al cuello del útero, su elasticidad”.
Cruz Martínez señala que en su centro de investigación también tienen otra línea de atención e investigación para tratar de disminuir los riesgos de secuelas. A las embarazadas se les puede administrar sulfato de magnesio antes del nacimiento. Este funciona como neuroprotector, de manera que se disminuyan los riesgos de daño neurológico.
Existe otro tipo de medicación con esteroides para inducir la maduración fetal de órganos como los pulmones, así como para disminuir el riesgo de hemorragias cerebrales. “El problema es que estos medicamentos tienen un efecto temporal de una semana, pero si el parto no se adelanta tampoco se pueden seguir administrando porque pueden provocar efectos adversos a nivel neurológico. La mayoría de las embarazadas piensan que son vacunas y si en algún momento ya se les aplicó, el bebé maduró y no hay problema, pero en realidad no es así. También tratamos de cambiar la cultura para no usar estos medicamentos de manera indiscriminada, sólo cuando el riesgo del nacimiento es inminente, sino los bebés maduran solos”.
Innovaciones y cirugias fetales
El especialista comenta que otra de las innovaciones que se han realizado en su grupo es la colaboración en un estudio internacional mediante el que es factible identificar mediante un ultrasonido pulmonar a los bebés que ya completaron su desarrollo . “Esta prueba no se había logrado, pues se tenían algunos intentos con algunas medidas que eran más cualitativas, pero este es un método cuantitativo no invasivo que permite saber con un simple ultrasonido en vida fetal si el bebé ya está maduro”, señala.
Según datos del INEGI, las anomalías congénitas se presentan también entre otras de las principales causas de muerte de la población infantil menor de un año. En este sentido vale la pena mencionar que precisamente el grupo del doctor Rogelio Martínez Cruz ha tenido un papel muy importante en este campo, pues han desarrollado un exitoso programa de cirugía fetal, en donde se han realizado 500 intervenciones de malformaciones físicas, cardiacas, pulmonares, cerebrales, urinarias y de placenta.
Gracias a un programa de cirugía fetal, se puede evitar la muerte en 80% de los casos. El experto señala que anualmente en el país hay mil nacimientos con anomalías que podrían ser intervenidas, como el caso de la anemia fetal, una de las principales causas de muerte intrauterina; o la espina bífida, la falta de cierre del tubo neural al nivel de la columna vertebral. “Dependiendo del nivel de la lesión pueden estar destinados a depender de una silla de ruedas. Es una de las primeras causa de entrada a los centros de rehabilitación en el país”, acota.