El (Pygoscelis adeliae) es una de las dos únicas especies de pingüinos que viven en el continente antártico. Hace tres meses una expedición de científicos detectaron en esta especie nueve casos de, justo la cepa que es la gran protagonista de los reportes científicos de los últimos años. El virus se ha movido sigilosamente de punta a punta de nuestro planeta, infectando ya no sólo a aves, sino a diferentes tipos de mamíferos, desde ganado vacuno hasta osos polares y coyotes. Aunque no hay reportes de contagios entre seres humanos, a los especialistas les preocupan estos vertiginosos saltos.

Maria Van Kerkhove, directora de la Unidad de Enfermedades Emergentes de la OMS ha dicho que seguramente tendremos otra pandemia ligada a un virus de gripe a lo largo de nuestra vida. El cómo, cuándo y dónde surgirá la primera alerta, dependerá de la capacidad de los científicos para identificar un foco rojo, y de los sistemas de salud para impedir que el virus avance. Existen cuatro tipos de virus de la gripe: A, B, C y D. Los virus de la gripe A y B circulan y causan epidemias estacionales en el ser humano, aunque sólo los virus del tipo A pueden originar pandemias mundiales.


En un documento de la OMS, Van Kerkhove explica que los virus de la gripe A están establecidos en muchas especies animales. La aparición de enfermedades infecciosas patógenas en los últimos veinte años y los recientes brotes de enfermedades zoonóticas llaman cada vez más la atención, precisamente por el hecho de que las enfermedades van y vienen entre especies. De los mil 415 patógenos humanos conocidos, 61% son zoonóticos.

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Estadísticas de la gripe aviar
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La mayoría de los virus de influenza que circulan en aves no son zoonóticos; sin embargo, algunas cepas de la influenza aviar altamente patógena tienen la capacidad de infectar a los seres humanos, representando una amenaza para la salud pública.

La aparición de un virus de la gripe A capaz de infectar al ser humano y mantener la transmisión de persona a persona podría causar una pandemia de gripe. Los virus de la gripe tipo A se clasifican en subtipos según las combinaciones de las proteínas presentes en el virus. Cuando los virus de la gripe animal infectan a su especie huésped, reciben el nombre de éste, como el caso de la gripe aviar.

Precisamente, las aves acuáticas silvestres son el principal reservorio natural de la mayoría de los subtipos del virus de la gripe A. Seis subtipos principales del virus de influenza aviar han infectado a personas: H3, H5, H6, H7, H9 y H10. De este tipo de virus, el H5N1 y el H7N9 causaron la mayoría de las infecciones en personas, pero la cepa H5N1 es la que está más extendida en la actualidad como un virus altamente patógeno.

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Entre cepa y cepa

Los cambios medioambientales, la globalización de la producción, el comercio de alimentos, la adaptación microbiológica y distintos factores de comportamiento humano, dan nuevas oportunidades a los virus de adaptarse. En un artículo reciente, publicado por la revista Nature, científicos plantean qué sucedería si una gripe aviar llegara a provocar una pandemia. Así han indagado en nuestro sistema inmunológico con diferentes aproximaciones a la problemática proyectada.

El virus H5N1 se descubrió en Hong Kong, en 1996. Investigaciones sugieren que, en caso de enfrentarse al virus, nuestro sistema inmunológico no empezaría de cero, gracias a infecciones previas con otras formas de gripe y a vacunaciones contra ellas. A pesar de estos escudos, es poco probable que esta inmunidad impida que el H5N1 provoque contagios masivos. Por ahora su impacto en la salud humana ha sido relativamente menor: 460 muertes en dos décadas.

Los investigadores han analizado varios casos que dan pistas sobre que la exposición al virus H1N1 (en ese caso, gripe porcina), sobre todo durante la pandemia de 2009, puede brindar cierta protección contra la cepa H5N1 que está aumentando en la actualidad. Esto sucede porque tanto el virus H5N1 como el H1N1 tienen una proteína de superficie denominada N1. Así un sistema inmunológico que responde al virus H1N1 también podría responder al H5N1.

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En el artículo de Nature, Michael Worobey, biólogo evolutivo de la Universidad de Arizona en Tucson, señala, que una cepa de gripe pandémica más antigua puede defender contra una nueva. En la pandemia del 2009 por H1N1, 80% de las muertes ocurrieron en personas menores de 65 años. La hipótesis es que generaciones mayores se salvaron debido a la inmunidad derivada de la exposición a diferentes cepas de H1N1 con las que tuvieron contacto cuando eran más jóvenes.

El estudio de Worobey abarca varias décadas de investigación, por lo que han podido determinar incluso el nivel de protección de la población según la fecha de nacimiento. Las personas nacidas antes de 1968 han tendido a escapar al H5N1 porque quizás tuvieron su primera infección de gripe que coincidía con el H5N1. Encontraron que la inmunidad de una primera infección proporcionó un 75% de protección contra enfermedades graves y un 80% de protección contra la muerte con un virus de gripe aviar.

Contrario a lo sucedido con el Covid-19, en una pandemia de gripe aviar de H5N1 las personas mayores podrían tener menos impacto de la enfermedad, mientras que los más jóvenes podrían ser más vulnerables. Cuando la influenza aviar es transmitida al ser humano, los síntomas pueden ir desde una infección leve de las vías respiratorias superiores (fiebre y tos) hasta neumonía grave. Los antecedentes genéticos y el estado general de salud también determinan el avance del virus.

Cuando el futuro nos alcance

La OMS considera que aún hay muchos retos para indagar a fondo las nuevas formas del virus. Recientemente, anunció la actualización del lenguaje para describir los patógenos transmitidos por el aire, en un intento de aumentar la cooperación internacional en caso de una nueva pandemia mundial. El doctor Jeremy Farrar, científico líder de la agencia de la ONU, ha señalado que la iniciativa surgió a raíz de la emergencia provocada por el COVID-19 y el reconocimiento de que faltaban términos comúnmente acordados entre médicos y científicos para describir cómo se transmitía, lo que aumentaba el reto de superarla.

En el acuerdo de los nuevos términos, se incluyen las “partículas respiratorias infecciosas” o “IRP”, a utilizarse en lugar de “aerosoles” y “gotitas”, para evitar cualquier confusión sobre el tamaño de las partículas en cuestión. Más allá de la nueva terminología, la iniciativa busca crear un compromiso de la comunidad internacional para hacer frente a “epidemias y pandemias cada vez más complejas y frecuentes”.

Los expertos en salud pública advierten que la posibilidad de una nueva pandemia no debe subestimarse. Este año los esfuerzos para tener mayor control del virus se han intensificado. Se han implementado medidas de vigilancia más rigurosas en las granjas de todo el mundo, sistemas de detección temprana y protocolos de respuesta rápida para contención de brotes.

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El virus aviar obliga a los expertos a indagar más sobre sus alcances. En un brote reciente entre el ganado vacuno en una granja en EU, los contagios a humanos obligaron a entender mejor las vías de contagio. Se encontraron restos del virus en la leche, pero la pasteurización acabó con ellos por “muerte térmica”. Este proceso, con más de 150 años, sigue librando batallas contra los gérmenes, pero Yoshihiro Kawaoka, virólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison, señala la importancia de mantenerse atento a esta presencia del virus en las glándulas mamarias de los mamíferos que no se había visto con anterioridad.

Sobre el posible riesgo para la salud pública del HN51, Jeremy Farrar advierte que el desarrollo de vacunas aún no está “donde tendría que estar”; sin embargo, ya se están probando vacunas de ARN mensajero que podrían ayudar en un primer momento a las personas trabajadoras de granjas para evitar una coinfección y un intercambio de genes con un virus de gripa estacional que pudiera fortalecer al aviar. Los antivirales existentes tienen cierto alcance después de la aparición de síntomas.

El científico ha dicho que un problema detectado es que tanto oficinas regionales y nacionales, como las autoridades de salud pública de todo el mundo, no tienen la capacidad para diagnosticar adecuadamente este virus. Si el virus de la gripe aviar se adaptara a las personas, el mundo necesitaría miles de millones de dosis de vacunas y antivirales para evitar estos desenlaces. La experiencia con el Covid-19 ha buscado reducir tiempos. El virus de gripe aviar aún no se une a las células humanas, pero los científicos no pueden perder de vista su trayectoria.

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