Por: Rafael López
Antes de proyectar una vivienda, el arquitecto debe conocer las necesidades de quienes la habitarán y las características del lugar donde habrá de edificarse; pero, sobre todo, debe atender las necesidades de la población para que viva satisfactoriamente en ella. Con ese propósito, un grupo de especialistas alienta el Laboratorio de Vivienda (LV) de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.
El LV no sólo hace diagnósticos y ofrece soluciones técnicas, sino que también vincula a los alumnos con el trabajo profesional a partir de la investigación.
“Realizamos investigación aplicada y formamos futuros arquitectos que puedan desempeñarse, con compromiso social, en la docencia, la investigación o el ámbito profesional”, dice Alejandro Suárez Pareyón, integrante de la coordinación del LV.
La planta académica del LV está conformada por arquitectos y urbanistas, más un antropólogo y un demógrafo. Asimismo, han colaborado con ella biólogos y geógrafos, así como un ingeniero y un etnólogo. La idea es que, cuando se requiera el punto de vista de otras disciplinas, el equipo se enriquezca.
Uno de sus ejes de trabajo es conocer y entender qué está ocurriendo en la Ciudad de México en materia de vivienda, para dar respuesta a las necesidades sociales mediante un modelo de análisis metodológico de su desarrollo y transformación.
Labores de investigación
Como ya se mencionó, los miembros del LV también llevan a cabo labores de investigación. Uno de sus estudios más completos es el denominado “Suelo para vivienda de la población de menores ingresos en la Zona Metropolitana del Valle de México”, apoyado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) y la Comisión Nacional de Vivienda. Se trata de un estudio de la vivienda en una de las zonas de mayor concentración urbana del planeta.
El núcleo de esta investigación son los diferentes tipos de poblamiento en dicha zona: el Centro Histórico de la Ciudad de México, las colonias populares con densidad baja, media y alta, los conjuntos habitacionales, los pueblos conurbados y los poblamientos residenciales de nivel económico medio y alto.
“Los distintos tipos de poblamiento que hay en la ciudad pueden estar separados por una calle o una avenida. Lo que sigue en un estudio prospectivo es verificar cuáles tienen la topografía óptima para vivienda y las posibilidades de dotarlos de instalaciones, equipamiento y servicios. El suelo para uso habitacional es el material básico que investigamos”, explica Ernesto Alva Martínez, otro de los integrantes de la coordinación del LV.
Los miembros del LV —y profesionales de otras disciplinas— también concluyeron, por encargo del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT), la investigación “Mejoramiento de espacios públicos en 400 unidades habitacionales de la Ciudad de México” y elaboraron proyectos en dos de ellas.
Cabe señalar que los espacios públicos (jardines, estacionamientos, áreas verdes y deportivas) de algunas de ellas, como el Conjunto Urbano Presidente Alemán, la Unidad Habitacional Santa Fe, la Unidad Independencia, la Unidad El Rosario y la Unidad CTM han sido transformados por sus habitantes a lo largo de los años.
El estudio partió del diagnóstico de las 400 unidades habitacionales del INFONAVIT y posteriormente se incluyeron otros conjuntos de periodos anteriores y se documentó cómo se han deteriorado, en qué condiciones están y qué requerimientos tienen.
“Se encontraron alteraciones de diversos grados y hasta destrucción. Algunos jardines se convirtieron en estacionamientos o fueron invadidos por estancias y comedores, algunos estacionamientos se habilitaron como bodegas o tiendas, y las áreas tanto verdes como deportivas no reciben mantenimiento; además, escasea el agua. En suma, hay invasión y un mal uso de los espacios públicos”, detalla Alva Martínez.
Ahora bien, no sólo se han alterado los espacios públicos, sino también se ha modificado el interior de los edificios. Para satisfacer sus necesidades, la gente ha derribado muros y ha construido hacia afuera, con vigas y columnas, pero sin saber bien a bien lo que hace. Esto pone en riesgo a los edificios ante la ocurrencia de un sismo.
Los resultados de esta investigación se entregaron en un sistema computarizado para que los funcionarios del INFONAVIT puedan conocer a detalle los problemas registrados. Una vez que se tenga la autorización del INFONAVIT, la información se podrá consultar en el Laboratorio de Vivienda.
Pedazos de ciudad
Un asunto central que abordan los miembros del LV es cómo se conceptúa la vivienda en la actualidad.
“Una vivienda no es el espacio que está dentro de cuatro o cinco o más paredes. Si un niño que vive en un departamento de un edificio ubicado al lado del Periférico quiere salir a jugar con su bicicleta, tendrá todo en contra; pero si otro niño que vive en otro departamento de un edifico localizado al lado de un parque quiere hacer lo mismo, no tendrá ningún problema e irá al parque. La vivienda no es un elemento aislado, sino un elemento que forma parte de la ciudad. Y cuando la ciudad es vivible, se puede salir a la calle para ir a un parque, un área deportiva, un jardín…”, apunta Alva Martínez.
Por eso habría que tener en cuenta la experiencia mexicana de las grandes unidades habitacionales que se construyeron en las décadas de los años 50 y 60 del siglo pasado, con jardines, áreas verdes y deportivas, auditorios, clínicas e incluso teatros.
“Son pedazos de ciudad, y cuando la vivienda se entiende así, a la gente le pertenecen no sólo los 40 metros cuadrados de su hogar, sino también lo demás.”
Vivienda de interés social
De acuerdo con Suárez Pareyón, parte del problema de la vivienda en México tiene su origen en el modelo económico que ha dominado en las últimas décadas.
“Por un lado está el incremento de la población y los altos precios de los terrenos en las zonas más urbanizadas de la ciudad; y por el otro, la población de bajos ingresos a la que se le asignan créditos para hacerse de una vivienda de interés social en las periferias de la ciudad, a una gran distancia de los lugares de trabajo y de los servicios educativos, recreativos, de salud...”.
Es decir, el modelo económico que promueve el negocio de la vivienda sólo puede ofrecerle a la mayoría de la población casas muy pequeñas en sitios remotos. Y difícilmente se podrá cambiar este modelo económico que privilegia a la empresa privada para que resuelva las necesidades de la sociedad, pero sí se puede influir para que cambien las normas fijadas para ese tipo de vivienda.
Sobre este tema, Mariana Borja Rodríguez, también de la coordinación del LV, comenta: “Uno de los puntos que discutimos con los alumnos es que las dimensiones de la vivienda de interés social no son fijadas por los arquitectos, sino por las normas y los reglamentos. No se puede hacer más si las normas financieras y el reglamento de construcción no se modifican. Normas y reglamentos están hechos en función del mercado, de la ganancia máxima por un suelo barato y un espacio reducido; o sea, están asociados a intereses económicos y políticos. La vivienda de interés social se puede hacer más grande, por supuesto, pero la cuestión es: ¿la gente podrá pagarla?”