Las escenas apocalípticas del fuego consumiendo decenas de casas en Los Ángeles se relacionan con una de las temporadas más secas en California en más de 80 años de registros meteorológicos. En la Tierra, todo se conecta. El evidencia un aumento de los fenómenos climáticos extremos. Las olas de calor y las sequías se han hecho más extensas y los incendios forestales se han incrementado, mientras que el hielo de la criosfera se derrite de manera alarmante.

En diciembre de 2022, la Asamblea General de las Naciones Unidas resolvió declarar 2025 como el Año Internacional de la Preservación de los Glaciares, acompañado de la proclamación del 21 de marzo como el Día Mundial de los Glaciares a partir de este año.

Esta iniciativa busca aumentar la conciencia global sobre el papel crítico de los glaciares, la nieve y el hielo en el sistema climático, así como sobre los impactos económicos, sociales y ambientales de los cambios en la criosfera terrestre, término que proviene del griego “kryos” o frío. La criosfera abarca áreas terrestres y marinas donde existe nieve o hielo; principalmente en los círculos polares Ártico y Antártico.

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Derretimiento de glaciares
Derretimiento de glaciares

La guarida del hielo

Los glaciares son masas de hielo permanente que pueden medir desde unos metros hasta dos mil metros de espesor. Estos monstruos de hielo son cruciales para regular el clima mundial y suministrar agua dulce para miles de millones de personas. El cambio climático, impulsado principalmente por las actividades humanas desde el siglo XIX, ha ocasionado la pérdida gradual de estas enormes masas de hielo.

Desde hace tres décadas, el deshielo de la criosfera se ha intensificado. Se calcula que en la actualidad se pierden anualmente 58 mil millones de toneladas de hielo al año en los glaciares. Grupos de investigación en todo el mundo abordan distintos aspectos de lo que es considerado el principal termómetro del cambio climático. De hecho, existe una investigación de la Universidad de Colorado Boulder, en Estados Unidos, y del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR), que advierte sobre la muy estrecha relación entre los incendios forestales en occidente, las nubes que se concentran en el Polo Norte y el derretimiento del hielo marino del Ártico.

La investigación encontró que las partículas emitidas por los incendios forestales en las zonas urbanas pueden afectar lo que sucede en el Ártico, a miles de millas de distancia. Mediante las diferencias entre modelos climáticos se descubrió que el hollín y otra biomasa quemada en los incendios forestales del hemisferio norte pueden, eventualmente, llegar al Ártico y afectar el hielo marino. Así, los eventos extremos en todo el mundo van agregando nuevas condicionantes al tambaleante escenario medioambiental.

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Un estudio de la Universidad de Lancaster sobre las sustancias químicas volátiles, señala que las partículas generadas por los incendios y otros contaminantes pueden viajar hasta el Polo Sur en cuestión de días para abonarse a las capas de hielo que van coronando los glaciares. Al final, la historia medioambiental queda inscrita en estas partículas para convertirse en un registro de los contaminantes que se remonta décadas atrás.

Cuando los glaciares se derriten, los contaminantes atrapados en su interior vuelven a los mares, los cursos de agua y el aire, liberando partículas nocivas históricas. Para los especialistas, aún hay un largo camino en la investigación de los glaciares para entender de mejor forma las condiciones bajo los glaciares antárticos. Los robots autónomos y más observaciones satelitales podrían ayudar a crear modelos más precisos sobre la historia y proyecciones de estas capas de hielo que retroalimentan el flujo hídrico del planeta.

Los glaciares se mueven lentamente, según la pendiente del terreno en donde están situados. La velocidad de desplazamiento puede alcanzar algunos metros por año. Cuando llegan a lugares bajos, donde la temperatura es mayor de 0°C, el hielo se funde, pero al mismo tiempo, en su parte más alta, el glaciar recibe nuevos copos de nieve que se transforman en hielo, lo que mantiene en equilibrio el glaciar: cubren el 10% de la superficie terrestre y suman alrededor del 70% del agua dulce del planeta.

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La mayoría de los glaciares del mundo están disminuyendo en tamaño y masa a medida que el clima se calienta. Hace unos días la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el Programa Copernicus de la Unión Europea y la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) presentaron un reporte que confirma que el 2024 es el año más cálido registrado.

Otro dato que enmarca un peligroso futuro: fue el primer año que la temperatura media mundial superó más de 1.5 grados Celsius por encima del periodo registrado en el periodo preindustrial.

Numerosos estudios muestran que las condiciones meteorológicas extremas han pŕopiciado el aumento en el nivel del mar y la fusión de los hielos, fenómenos exacerbados por las concentraciones sin precedentes de los gases de efecto invernadero por actividades antropogénicas. Los glaciares de alta montaña, como los de los Alpes y los Andes, han perdido una cantidad significativa de hielo en las últimas décadas; mientras que los glaciares polares, como los de Groenlandia y la Antártida, también están retrocediendo a un ritmo acelerado.

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En el informe la NOAA alertó puntualmente que la cobertura del hielo marino de la Antártida cayó a su segunda cobertura más baja registrada. Un glaciar icónico de la Antártida occidental que ha servido como registro de cambios en el planeta es el glaciar Thwaites, también conocido como glaciar ‘del fin del mundo’, amenaza con elevar el nivel del mar varios metros si se derrite.

Un equipo de investigadores de la Universidad de California en Irvine, ha publicado una investigación en la que utilizó datos de un radar satelital de alta resolución para encontrar evidencia de la intrusión de agua de mar cálida y a alta presión a muchos kilómetros debajo de esta enorme placa de hielo 120 metros de ancho y 600 de largo.

Su rápido deterioro representa un aporte del 4% alaumento del nivel del mar, según el estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, donde utilizaron datos del programa satelital comercial finlandés ICEYE para tener una mejor comprensión de lo que sucede debajo del glaciar.

Existen muchas herramientas para el monitereo constante de los glaciares, pero sin duda uno de los más importantes lo realiza Sentinel-1, parte del programa Copernicus de la Unión Europea, que utiliza la tecnología de radar de apertura sintética (SAR) para monitoreo constante de glaciares críticos.

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Patrimonio natural en peligro

Cincuenta sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO albergan glaciares. Entre ellos se encuentran el más alto, ubicado junto al Monte Everest. Se trata de Khumbu, ubicado en la región del mismo nombre, en Nepal. El más largo es el Hubbard, en Alaska. Este patrimonio natural en peligro también concentra los últimos glaciares que quedan en África, entre otros, lo que da una visión representativa. De 50 sitios de Patrimonio Natural Mundial, se han identificado un total de 18 mil 600 glaciares en peligro.

El reto mundial se centrará en promover cambios en las políticas y facilitar medidas viables y sostenibles para preservar estos gigantes helados. Aumentar la investigación y mejorar el acceso a los datos de la criosfera será clave. La proyección es que al ritmo que mantiene el calentamiento global, todos los glaciares en sitios del patrimonio mundial africano desaparecerán de aquí a 2050, incluidos los del Parque Nacional de Kilimanjaro y del Monte Kenya.

Los glaciares de la zona protegida del Parque de los Tres Ríos Paralelos de Yunnan, China, ocupan el primer lugar de pérdidas de masa más elevadas (57.2 %). Glaciares del Tien-Shan occidental (Kazajstán, Kirguistán y Uzbekistán) han disminuido un 27% desde 2000, mientras que Glaciares de los Pirineos (Francia, España) podrían desaparecer de aquí a 2050.

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En el Parque Nacional de los Alerces, en Argentina, están los glaciares que ocupan la segunda pérdida de masa más elevada. Han perdido 45.6% en los últimos 25 años.

En Estados Unidos, los Glaciares del Parque Nacional de Yellowstone y del Parque Nacional de Yosemite podrían desaparecer en poco más de 20 años. El futuro no es promisorio y el 2025 plantea subrayar este preocupante escenario para fortalecer herramientas de investigación y la conciencia en un mundo donde todo está interconectado y la factura histórica del impacto al medioambiente cada vez es más alta.

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