Hace 60 años el biólogo sudafricano Sydney Brenner decidió hacer un experimento fuera de lo convencional que involucraba virus y radioactividad. Se decía que su imaginación y capacidad de abstracción fue lo que finalmente lo convirtió en un premio Nobel. Con la euforia de las acaloradas discusiones entre su equipo sobre la posibilidad de que hubiera moléculas que funcionaran como mensajeras entre los genes y las proteínas, el científico realizó una serie de experimentos poco ortodoxos, pero con los que finalmente pudo explicar cómo un pequeño fragmento del ácido ribonucleico lleva las instrucciones a la parte de las células donde se sintetizan las proteínas que utiliza como herramientas.
El descubrimiento del que posteriormente fuera nombrado como ARN mensajero (ARNm) fue el primer paso hacia una de las puertas tecnológicas que se abrió de par en par durante la pandemia, pues este hallazgo y el trabajo científico en esta área durante varias décadas (sobre todo a partir de los 90) recibió el impulso final para generar vacunas que serían sustanciales para emprender la batalla contra el Covid-19. La creación de vacunas de ARNm es indudablemente una de las tecnologías que forman parte del acervo de recursos impulsados por la pandemia que seguirán produciendo frutos más allá de ella.
Moderna ya dio el siguiente paso para una nueva generación de vacunas de ARNm: está en la fase 2 de estudios clínicos para generar una vacuna cuadrivalente contra la influenza estacional. El laboratorio norteamericano reporta que la vacuna se dirige a los linajes recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la prevención de la influenza, incluida la influenza estacional A H1N1, H3N2 y la influenza B Yamagata y Victoria. La intención es lograr una inoculación de mayor protección y más largo alcance, pues las actuales contra la gripe tienen una eficacia aproximada de sólo 40-60% y su formulación se decide entre seis y nueve meses antes de la fecha prevista para el uso de las vacunas.
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Combatir deficiencias
Además de impulsar tecnologías que llevaban décadas cocinándose en los laboratorios de todo el mundo, la pandemia también impulsó el diseño y rediseño de muchos productos para combatir los efectos del Covid-19 que ya están siendo efectivos para combatir otras enfermedades. La OMS acaba de publicar un compendio de 24 nuevas tecnologías para la salud impulsadas por el Covid-19 que pueden utilizarse en entornos de bajos recursos para muchas otras enfermedades.
El compendio incluye desde artículos tan sencillos, como un colorante que se añade a la lejía para identificar objetos y superficies no esterilizados a simple vista, hasta equipos más complejos pero fáciles de usar, como un sistema portátil de monitorización respiratoria y ventiladores con batería de larga duración que pueden utilizarse sin electricidad o con suministro irregular.
Teléfonos inteligentes
La pandemia subrayó la utilidad de tecnología que ya estaba disponible. La telemedicina se reactivó gracias a las posibilidades de los teléfonos inteligentes, pero sus orígenes tienen medio siglo y son las bases de lo que ahora se conoce como salud digital. Las consultas a distancia con especialistas durante la pandemia han resaltado su utilidad más allá de la crisis por el coronavirus: existen zonas marginadas en las que se podrían implementar para atender a grupos vulnerables o marginados. En México, existen alrededor de 10 millones de personas que radican en 120 mil 531 comunidades rurales con situación precaria en atención de salud.
En algunos países, los teléfonos inteligentes mostraron su utilidad en rastreo de contactos para prevenir contagios, agilizando la labor de los detectives de enfermedades. Se provocó una ola de aplicaciones que inclusive unió a monstruos tecnológicos como Apple y Goggle para crear un sistema que facilitara la compatibilidad de recursos y que mantuviera la privacidad de datos de los usuarios; sin embargo, este tipo de herramientas solo fueron útiles en lugares donde se ponían en marcha otras alternativas frente al virus, y en sitios donde hay un verdadero acceso a la tecnología.
120mil 531 COMUNIDADES rurales en México, con precaria atención de salud
Existen otro tipo de proyectos que se siguen apoyando en la telefonía celular para generar nuevas estrategias contra Covid-19 o futuras pandemias. La NASA aprovechó tecnología utilizada en la industria aeroespacial para desarrollar diferentes dispositivos contra el Covid-19. Un ejemplo es el llamado E-Nose, basado en tecnología de nanosensores para monitorear la calidad del aire dentro de las aeronaves. Se trata de un dispositivo que podría ayudar a mitigar la propagación del virus de manera similar a como se realizan controles de temperatura, pero lo que se busca detectar son los gases producidos por la infección del SARS-CoV2 en el aliento. El dispositivo sincroniza los datos mediante una app para teléfonos inteligentes. Investigadores de la Universidad Johns Hopkins apoyan este desarrollo con estudios que muestran cambios en la materia orgánica volátil de infectados con el virus, por lo que se podrían desarrollar firmas biológicas para la identificación del virus causante del Covid-19 y otros en el futuro.
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