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Este pasado 16 de abril se cumplieron cinco años de la fatídica conferencia de prensa del Dr. Hugo López Gatell, el ominoso Subsecretario de Salud que México sufrió el sexenio pasado. Ese día de 2020, con el presidente a sus espaldas, presentó diapositivas del modelo que las autoridades del ramo habían elegido para predecir la evolución de la epidemia del Covid en México. Recordemos que hasta esa fecha el ejecutivo había minimizado la epidemia y había llamado a los mexicanos a salir a la calle, trabajar y darse abrazos. Con “detentes” religiosos se podría esquivar la enfermedad.
Sin embargo, ya para cuando la situación de emergencia era innegable, López Gatell respondió buscando un modelo matemático de la epidemia que le ayudara a argumentar lo que él, por interés político, ya sabía: el Covid se extinguiría rápidamente y no causaría mayores estragos entre la población.
En una reunión realizada antes del 16 de abril de 2020, con representantes del antiguo Conacyt, a López Gatell le presentaron varios modelos epidémicos, según me relataron algunos de los ese día presentes. Los modelos variaban en su apreciación del efecto que tendría la epidemia, pero López Gatell se decantó por uno de los más optimistas, si no el más optimista. Se trataba del modelo AMA (cuyas siglas aluden a los nombres de pila de sus creadores, investigadores del CIMAT y del Instituto de Matemáticas de la UNAM en ese entonces). Según el modelo y López Gatell, la epidemia del Covid terminaría exactamente el 25 de junio en la zona metropolitana del Valle de México y el 16 de julio en todo el país. Los modelos alternativos fueron desechados y a sus creadores se les obligó a firmar un “non-disclosure agreement” que impedía que los pudieran publicar. De contravenir el pacto de confidencialidad podrían ser perseguidos penalmente, como tanto le gustaba hacer con sus enemigos a la directora del Conacyt, Elena Álvarez Buylla.
El modelo AMA-HLG, por las siglas de López Gatell, pronosticaba un máximo de 5000 contagios diarios en todo el país, en el pico de la epidemia y una atenuación muy rápida. Días después López Gatell afirmó que habría un máximo de 6000 decesos por la epidemia, en todo el país, cifra que en agosto de 2020 dejó crecer a 60,000 fallecidos, lo que consideraba el subsecretario de Salud el máximo posible, incluso en un escenario catastrófico. Todos sabemos que no fue así y el INEGI dio a conocer desde 2023 que habían fallecido 800,000 personas en México durante tres años de la epidemia.
Fue así que contrastando las optimistas proyecciones del modelo AMA-HLG con lo que ocurría y se predecía en todo el mundo, escribí en El Universal solo tres semanas después, el 9 de mayo de 2020:
“La incertidumbre de la simulación … aumenta con el paso de los días, como debe ser, pero solo hasta la última semana de abril. A partir de ahí la incertidumbre pronosticada disminuye, incluso antes de alcanzar el máximo de la curva. Es decir, mientras más días se simulan, el resultado es más exacto, un milagro estadístico. La curva (de contagios) baja hasta cero. Ningún país del mundo, que no sea una isla, está proyectando una caída a cero de la curva y mucho menos tan rápido. La curva elaborada por el Instituto Robert Koch en Alemania … no baja a cero en tres años. Y no lo hace porque no apuestan a los milagros, sino a las vacunas, mismas que están febrilmente desarrollando pero que no pueden integrar en una simulación de lo que sucede hoy.”
Es decir, mientras Lopez Gatell presentaba lo que llamó “proyecciones científicas”, con la alegría de un ilusionista, el resto del mundo y la Organización Mundial de la Salud estaban preparándose para meses o años de pandemia y, sobre todo, para crear las vacunas que podrían limitar el número de fallecidos. Advertí en ese artículo: “nadie simula más de unos pocos días, y nadie se atreve a anunciar el día exacto del fin de la plaga, y ni siquiera el día que se podría alcanzar un máximo de contagios”, ya que la incertidumbre debería aumentar de manera exponencial hacia el futuro y no podía bajar a cero como en el modelo de López Gatell.
Después de mi artículo me contactaron miembros de los grupos de matemáticos involucrados en los modelos alternativos que Conacyt se encargó de silenciar. Me mandaron copia incluso del pacto de confidencialidad que tuvieron que firmar. Para no arriesgar sus carreras no divulgarían sus modelos y solo me lo hacían saber. El modelo de López Gatell quedaba como la “verdad única”. No fue lo único que sucedió: se me denunció por escrito con los directores de las instituciones que participaron en la elaboración del modelo AMA. No entiendo para qué: estando yo fuera del país no era posible que Conacyt o alguna otra institución tomara “cartas en el asunto” para acallar a críticos externos, como ya lo habían logrado con los creadores de modelos alternativos en México.
El resultado es conocido: México fue uno de los países más afectados por la pandemia. En vez de una sola mini-ola de infecciones que se iba a extinguir el 25 de junio en CDMX, tuvimos sucesivas olas gigantescas de contagios, cada vez que aparecía una nueva variante del Covid. La verdadera “vacuna mexicana” fue el contagio colectivo. Los 800 mil fallecidos hasta 2023 corresponden al contagio de al menos dos tercios de la población mexicana. En vez de un máximo de 5000 contagios por día, pronosticados por el modelo AMA-HLG, llegó a haber hasta 400,000 contagios diarios, durante uno de los picos de la epidemia en el invierno de 2021. Los cadáveres se acumulaban en los centros de salud y en los hogares de los no atendidos, en nuestro México con salud al nivel de Dinamarca. A mediados de 2021 advertía yo en las páginas de El Universal: “ningún país basó su gestión de la epidemia en un modelo tan simplista y risueño, tejido más en base a intereses políticos que atendiendo a la emergencia de salud que comenzaba.”
En aquel artículo cité a Schiller: "La historia es la corte en la que el mundo se juzga a sí mismo". Creí que el día de rendir cuentas llegaría. Me equivoqué. México es la tierra en la que el juicio duerme y la impunidad reina. Hoy, cinco años después, López Gatell resucita en las pantallas de Canal Once, no como villano sino como héroe, narrador de su propia leyenda, tejida con los hilos del olvido. Pero las cifras no olvidan. Son las capas geológicas del pasado. Algún día, alguien —otro, no nosotros— abrirá los archivos y leerá las curvas, los correos, los acuerdos sellados con miedo. Y entonces, quizá, la historia se pronuncie.