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El conocido como "bosque rojo" de Chernóbil, uno de los lugares más radiactivos de la Tierra, está a apenas a 500 metros del reactor 4 de la vieja central ucraniana en la que en 1986 tuvo lugar el peor accidente nuclear de la historia.
Tras la catástrofe, muchos de los seres vivos que lo habitaban murieron, entre ellos sus árboles.
Las agujas de los pinos, un árbol abundante y común en la zona, adquirieron un color rojizo, lo que dio origen al nombre al bosque, y todavía hoy muchos de los árboles mantienen un color anaranjado.
También se registraron daños en la fauna y flora en una zona de hasta 120 kilómetros cuadrados alrededor de la central.
Muchas de las áreas de ese bosque todavía hoy son absolutamente intransitables para los humanos por sus altísimos niveles de contaminación.
Ahora, un grupo de investigadores del Centro Nacional de Robótica Nuclear (NCNR) del Reino Unido ha desarrollado un sistema de mapeo de aviones no tripulados que permite a los científicos investigar lugares peligrosos como este desde una distancia segura.
El rastreo de la zona ha permitido evaluar el nivel de contaminación actual y obtener información nueva.
La técnica
Por primera vez se han utilizado naves de ala fija para a elaborar un mapa de radiación. Los aparatos volaron realizando un patrón cuadriculado a una velocidad de 65 kilómetros por hora y a una altura no superior a las copas de los árboles.
Cuando los aparatos detectaron un área de interés, se incorporaron a los trabajos los aviones no tripulados. Gracias a su ala rotatoria pudieron flotar sobre la zona de interés y después usar sus sensores para adquirir información 3D de alta resolución.
El rastreo hecho el pasado mes de abril obtuvo una imagen clara de la distribución radiactiva que persiste hoy en el bosque, pero de una manera mucho más precisa y detallada que la que se tenía hasta ahora.
Además, los drones consiguieron identificar algunos puntos con inesperados niveles de contaminación.
Los descubrimientos
Uno de los puntos de interés registrado por los aparatos voladores fue una antigua unidad de separación del suelo, situada unos pocos kilómetros al sur del bosque. Se utilizó en las primeras tareas de limpieza de contaminación tras el desastre.
"Intentaban separar la contaminación y así reducir el volumen de los desechos", le dijo a la BBC el profesor Tom Scott, de la Universidad de Bristol y codirector del NCNR.
"Lo que queda en esa instalación es básicamente combustible nuclear desperdigado por el piso, que tenía una dosis de radiación muy alta".
El equipo de NCNR planea regresar a Ucrania en los próximos meses para estudiar áreas adicionales en la zona de exclusión de 2.600 kilómetros cuadrados de Chernóbil y donde, con el tiempo, se ha permitido que entren cada vez más personas.
Unos 70.000 turistas visitaron la zona el año pasado y hay proyectos que planean la utilización del suelo en esa zona para generar energía mediante paneles solares.
Se espera que el mapeo llevado a cabo por la institución británica ayude a mejorar en el futuro los protocolos de seguridad para la gente que entre en la zona de exclusión.