El cerebro lo intuye, pero el corazón lo sabe. Las historias de partículas contaminantes también son historias del corazón, son amores tóxicos. En la zona metropolitana se llegan a exceder hasta por 200 días al año las normas de calidad del aire para partículas de diámetro aerodinámico menor o igual a 10 micrómetros. Estudios muestran la incidencia de las partículas PM 2.5 (que puede incluir sustancias químicas orgánicas, polvo, hollín y metales) en patologías sanguíneas y de corazón, generando inflamaciones del sistema circulatorio, cambios en la viscosidad de la sangre y la presión arterial; pudiendo ocasionar arritmias, infartos, ictus o agravar otras enfermedades.
El lado oscuro del corazón
El 29 de septiembre es el Día Mundial del Corazón, un recordatorio de que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte. Se calcula que hay en el mundo 550 millones de personas que viven con estas enfermedades. La contaminación del aire es uno de los múltiples factores que pueden originarlas o empeorarlas. Estudios del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), reportan también al dióxido de azufre, el compuesto más común entre los contaminantes del aire, como un factor que incide de forma determinante en decesos por enfermedades crónicas, respiratorias y cardíacas.
El corazón bombea la sangre, rica en oxígeno y nutrientes, a los tejidos del cuerpo por los vasos sanguíneos. Los ventrículos bombean la sangre del corazón hacia afuera. Las arterias transportan la sangre oxigenada del corazón a los tejidos del cuerpo. En los tejidos se extraen los nutrientes y la sangre regresa al corazón por las venas. El sistema eléctrico del corazón marca el ritmo del trabajo controlando la velocidad de los latidos. Es una maquinaria perfecta, pero frágil.
Revisiones sistemáticas de estudios epidemiológicos han asociado la exposición crónica de las partículas contaminantes con padecimientos como la enfermedad isquémica del corazón, la enfermedad cerebrovascular, las infecciones de las vías respiratorias bajas, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, el cáncer de pulmón y la diabetes tipo 2.
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La contaminación del aire es el principal riesgo ambiental en el mundo. Se estima que la exposición a contaminantes atmosféricos extramuros es la causa de alrededor de cuatro millones de muertes prematuras a nivel global. La Dirección de Monitoreo Atmosférico de la Ciudad de México detectó la tarde del pasado jueves 21 de agosto, mala calidad del aire en Tláhuac, donde la batuta contaminante estaba a cargo precisamente de las PM 2.5, las partículas más peligrosas para la salud. Esta recurrencia en nuestro país, alimenta los datos globales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los mismos que dictan que la contaminación atmosférica es responsable del 25% de las muertes por cardiopatía isquémica y del 24% de los fallecimientos por accidentes cerebrovasculares.
La doctora María Elena Saludo, directora Médica de la Unidad de Medicinas Generales de Sanofi señala que en México y en el mundo, las enfermedades cardíacas son la primera causa de muerte. Se calcula que en el país, son las responsables del 20% de los decesos y los factores de riesgo tienen que ver con muchos de nuestros problemas de salud pública más críticos, como obesidad, diabetes e hipertensión. Dice que afectan al 30% de los mayores de 40 y después del rango de 60 años, la ecuación se reduce a uno de cada dos. “Estos datos son preocupantes porque se trata de una prevalencia silenciosa. Se calcula que alrededor del 50% de la población de nuestro país tiene este tipo de enfermedades, pero lo desconoce”.
Detección oportuna y control de daños
Después de los 40, la recomendación de un chequeo oportuno puede cambiar la historia. La revisión de la presión sanguínea y exámenes básicos que incluyan lípidos y glucosa pueden dar pistas oportunas. “Otro dato muy revelador es que un tercio de la población que sabe que tiene este tipo de problemáticas no tiene ningún tratamiento específico, mientras que otra parte no alcanza cifras de control, aún con medicamento”.
Un tratamiento inadecuado o la sensación de que no hay un malestar (cuando lo hay) pueden ocasionar que las enfermedades cardíacas dañen otros órganos, como el cerebro o los riñones. Saludo señala que el estilo de vida, la herencia y el peso se convertirán en factores necesarios a evaluar desde muy temprana edad.
“La pandemia por Covid-19 nos dejó muchas enseñanzas y una muy clara fue cómo actúan las condiciones de riesgo”, dice Saludo. Además, las condiciones de males cardíacos previos potencializaban el riesgo de muerte ante el SARS-CoV-2, un metaanálisis en EU tras la pandemia mostró que el virus podía afectar el corazón y los vasos sanguíneos y el daño podría ser duradero.
El estudio, liderado por la unidad de Epidemiología Clínica de la Universidad de Washington en St. Louis, incluyó más de 10 millones de registros médicos, encontraron que el riesgo de 20 enfermedades cardíacas y vasculares diferentes aumentó entre quienes padecieron Covid-19. El riesgo creció con la gravedad de la enfermedad inicial y se extendió a todos los resultados que examinó el equipo, incluidos ataques cardíacos, arritmias, accidentes cerebrovasculares y paro cardíaco. Incluso las personas que nunca fueron hospitalizadas tenían más enfermedades cardiovasculares que las que nunca enfermaron de Covid-19.
Los investigadores aún indagan cómo el virus orquesta este daño a largo plazo. Pero creen que los riesgos cardiovasculares y la constelación de síntomas del Long Covid (que incluyen confusión mental, fatiga, debilidad y pérdida del olfato) podrían tener raíces comunes, según apreciaciones del autor principal del estudio, el epidemiólogo Ziyad Al-Aly.
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El corazón es el músculo que más trabaja en el cuerpo humano. Late unas 115 mil veces al día, con un índice promedio de 80 veces por minuto, es decir, aproximadamente 42 millones de veces al año. Durante un tiempo de vida normal, el corazón humano latirá más de 3 mil millones de veces (bombeando una cantidad de sangre que llenaría cerca de un millón de barriles), incluso cuando estamos descansando, pero aún hay misterios en su estructura y funcionamiento.
Para Saludo, la prevención parece ser la mejor opción a largo plazo, optimizando estilos de vida asociados a un buen control de presión arterial, bajas concentraciones de colesterol, peso corporal ideal, práctica de ejercicio físico y abstención de tabaco. La biotecnología, la genética y la medicina regenerativa juegan un papel central en las investigaciones para recuperación cardiovascular.
Hay muchas investigaciones en curso relacionadas con las células, así como métodos de diagnóstico personalizados basados en las proteínas, genes y biomarcadores; mientras las investigaciones se concretan en terapias de uso cotidiano, la prevención, el conocimiento y el manejo de las enfermedades cardíacas, como compromiso individual, son nuestra gran herramienta de supervivencia.