En la primavera de 1838, Charles Darwin pasaba largas horas frente a la jaula de Jenny, una orangután del Zoológico de Londres. Apuntaba con precisión cada movimiento y reacción del animal. Le sorprendió particularmente una rabieta que hizo el animal cuando uno de sus cuidadores le ofreció una manzana para luego quitársela sin explicación. Sus observaciones sobre un animal decepcionado por la actitud de su cuidador, llevaron al naturalista a pensar que la empatía, y la idea del bien y el mal, son sentimientos que compartimos con los animales; incluso una parte del pensamiento humano que se preocupa por la ética y la justicia, también está inmersa en la naturaleza.

La Sociedad Zoológica de Londres tenía claro su objetivo: estudiar a los animales en relativa libertad. Así, dos años después de su fundación en 1828, crea el Zoológico de Londres con la donación de la Real Colección de Animales por parte del Rey Guillermo IV. Además de su función en investigación de la fauna, fue admitido el público para ayudar a su financiación. Este zoológico concentra en sus casi dos siglos de historia, la evolución de estas instituciones, de ser colecciones para el entretenimiento de las clases poderosas a instituciones de investigación y concientización sobre la conservación de las especies.

El London Zoo es una de las instituciones más antiguas, aunque antes abrieron dos legendarios zoológicos europeos: el Tiergarten Schönbrunn (1752), asentado en Viena que empezó como una colección de animales reales, símbolo de la extravagancia real austriaca; y el Zoológico del Jardín de las Plantas, abierto en 1794 en el centro botánico de Ménagerie, París.