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A favor o en contra. Pareciera ser que en el tema de los transgénicos solo existe esta dicotomía y no importa de qué lado elija uno estar porque cada cara de la moneda cuenta con argumentos aparentemente igual de sólidos. Por ello es importante ponerlos sobre la mesa para una discusión más profunda.
El Centro de Investigaciones Iterdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se dio a la tarea de reunir a algunos de los investigadores y expertos más renombrados y con posturas encontradas en el ciclo de mesas redondas "Los alimentos transgénicos a debate" .
El doctor Xavier Soberón, director general del Instituto Nacional de Medicina Genómica (INMEGEN) , hizo la invitación a un diálogo entre la biotecnología y la agroecología –disciplina científica que busca diseñar sistemas agrícolas sostenibles–, combinando la agricultura transgénica en un contexto agroecológico.
“Creo que cualquier modificación que se haga, sea por una técnica tradicional, o por una técnica moderna, va a tener efectos que no son fáciles de predecir, así ha sido siempre, así seguirá siendo. Si yo cambio mi esquema de riego seguramente voy a provocar cambios epigenéticos (modificaciones en el ácido desoxirribonucleico que no cambian su secuencia), yo tendría que observar si esos cambios me causan algún problema o algún beneficio. Entonces, es un falso dilema el que queramos oponer la complejidad de los seres vivos con la técnica concreta. Las técnicas de la ingeniería genética novedosas como la de CRISPR-Cas (edición genética) son en ese sentido iguales a las técnicas tradicionales”, explicó el doctor Soberón.
¿Biotecnología vs agroecología?
Si realmente es posible o no conciliar a la agricultura con la biotecnología es uno de los nodos centrales del debate actual sobre los transgénicos. En palabras del doctor Víctor Toledo, investigador del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) de la UNAM, quien ha pasado gran parte de su carrera defendiendo a la naturaleza y las culturas ancestrales, “hay que tomar todo lo positivo de la ciencia, incluida la biotecnología, y generar modelos que den un salto hacia adelante”.
Toledo se mostró enfático en su opinión con respecto a los productos transgénicos y las grandes corporaciones que los crean cuando dijo que actualmente se está viviendo una guerra de los transgénicos contra las personas. El biólogo es uno de los miembros fundadores de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS) y durante muchos años fue asesor de Greenpeace.
“La ciencia no es ideológicamente neutra (...) la investigación científica está cada vez más determinada por estos aparatos poderosos de capital corporativo”, dijo el doctor Toledo al explicar que la ciencia no necesariamente es una labor que deba ser santificada , sino que muchos de sus resultados e impacto depende del tipo de científico, institución y objetivos de una investigación.
El investigador acuñó el término biodiversity black holes (Agujeros negros de la biodiversidad), “son los impactos sobre la biodiversidad del planeta, hoyos negros donde la biodiversidad ha sido destruida. El punto de mayor vacío está en Sudamérica, en varios países, y es el cultivo de soya transgénica, 54 millones de hectáreas de destrucción y de conversión a un monocultivo de soya, es una guerra contra la biodiversidad (...) Por esencia el monocultivo es un acto antinatural de la sociedad industrializada y esto no se dice cuando se habla de transgénicos”.
El escenario que Toledo mostró fue un punto de quiebre con las opiniones del doctor Soberón, sin embargo, ambos llegaron a la conclusión de que el diálogo es vital.
“Hago un llamado a la rebelión de los biotecnólogos, ¿por qué seguir un esquema liderado por las grandes corporaciones? ¿por qué no pensar en una biotecnología que se abra al diálogo con la agroecología, y por qué no generar en México una biotecnología agroecológica? (...) La agroecología dialoga, no piensa que los científicos tenemos que llegar a imponer nada, también se nutre de las técnicas más avanzadas de la ciencia pero las combina con los saberes y técnicas locales”, concluyó Toledo.
Una discusión abierta
“No considero que la discusión que estamos teniendo se deba limitar a los expertos y no creo que los efectos sociales y económicos sean irrelevantes, de hecho, creo que son impulsores de la discusión no los temas técnicos, y se debe de dar en un ambiente donde haya expertos de uno y otro lado”, opinó el doctor Soberón.
Los impactos socioeconómicos que tienen los transgénicos van más allá de las discusiones sobre si son seguros o saludables ya que estos tienen efectos sobre la diversidad biológica de un lugar y sobre los modelos económicos de producción (sobre todo cuando los mayores beneficiados de su uso son los medianos y grandes productores que dejan atrás a los pequeños productores, así como las empresas privadas que comercializan con ellos), añadió el director del INMEGEN.
Por su parte, el filósofo Jorge Enrique Linares, insistió en los efectos sociales de los transgénicos: “Yo diría que el mayor riesgo de los transgénicos es socioeconómico porque produce una distorsión en la producción agrícola (…) esa elección humana de querer que solo exista un tipo de cultivo tiene un efecto problemático (...) desde el punto de vista filosófico pienso que nuestra visión del control técnico puede estar sobredimensionada, seguimos pensando en un esquema que proviene del mecanicismo del siglo XVII, pero desde luego que tiene consecuencias que no podemos predecir porque no son artefactos abióticos, este es el problema básico. Nuestro control técnico tiene limitantes”, analizó Linares.
Al final, la biotecnología es capaz de intervenir de manera directa sobre organismos vivos y por lo tanto resulta inevitable que no surjan planteamientos éticos, económicos, científicos y sociales, así como choques entre los diferentes agentes que intervienen en la discusión, porque entre regulaciones y controversias se esconde una de las preguntas más importantes: todo lo que la ciencia descubre ¿debe de aplicarlo, o hay limitantes éticas y sociales?
La doctora Alma Piñeyro-Nelson, una de las fundadoras de la UCCS, abrió la puerta a una discusión más amplia dentro de la que se circunscribe el debate de transgénicos.
“No hay consenso, hay diferentes epistemes, diferentes maneras de pensar la realidad, y eso creo que es algo que no hemos discutido demasiado porque nos vamos a los puntos concretos y las diferentes epistemes tienen que ver con la manera en que uno ejerce y va construyendo el conocimiento.
“Se ve a los transgénicos como la ‘bala dorada’, por un lado porque se han empezado a observar las insuficiencias técnicas de la tecnología, la generación de cultivos resistentes, de insectos resistentes, pero además también porque pienso que en el caso de la biotecnología uno circunscribe su universo a una cosa controlable y todas las cosas que se salen de los parámetros normalizables en los que uno trabaja simplemente las desechamos, pero la realidad biológica es mucho más compleja, y ya no digamos la realidad social”, finalizó la doctora Piñeyro-Nelson.
jpe