La voraz palomilla del nopal (Cactoblastis cactorum) representa una amenaza para la diversidad y los ecosistemas de especies de los géneros Opuntia y Nopalea, y, por consiguiente, para la seguridad alimentaria de México, ya que, de llegar al país y no ser controlada, podría afectar los campos de cultivo de miles de agricultores.
No se sabe cuántas ni cuáles especies de nopal pueden ser dañadas por Cactoblastis cactorum. Sin embargo, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) prevé que este insecto tendría efectos devastadores en México.
No sólo estarían en riesgo de extinción las especies endémicas del país, sino también las especies cuyo fruto y penca son usados para consumo humano y forraje.
Según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en México se cultivan 53 mil 303 hectáreas de plantas de nopal para consumo nacional y exportación a Estados Unidos.
Argentina, su tierra de origen
En 1926, la palomilla del nopal fue llevada de Argentina (su tierra de origen) a Australia para controlar y reducir grandes nopaleras invasoras en las zonas ganaderas, y logró eliminar todas las plantas de nopal que había en ese país (26 millones de hectáreas), porque allá no tiene depredadores naturales. En 1933, con el mismo fin y el mismo éxito, fue introducida en Sudáfrica, donde eliminó más de un millón de hectáreas de plantas de nopal.
En Australia, de acuerdo con la CONABIO, se dispersó, en dos años y medio, entre 16 y 24 kilómetros; y en Sudáfrica, en el mismo lapso, entre 3 y 5 kilómetros. Durante 15 años no voló más allá de 40 a 60 kilómetros de distancia.
En 1957 fue llevada a las Antillas Menores (Antigua, Monserrat, Guadalupe...), donde hay poblaciones rurales de plantas de nopal nativas y donde, desde entonces, es usada para controlarlas. Dada la disponibilidad de plantas de nopal en toda la región, de ahí migró a las Antillas Mayores (Puerto Rico, República Dominicana, Haití, Jamaica y Cuba).
“En 1989 Cactoblastis cactorum llegó a la península de Florida y de ahí voló a Louisiana, Estados Unidos. Avanza muy rápido sobre esa zona del golfo de México, donde hasta ahora ha tenido su mayor dispersión: aproximadamente 160 kilómetros al año”, apunta Karina Boege, investigadora del Instituto de Ecología de la UNAM.
En otras áreas, la dispersión de la palomilla del nopal es más limitada. Por ejemplo, a pesar de que en su tierra de origen hay hospederos y climas adecuados, este insecto no ha alcanzado los valles pre-andinos, lo cual sugiere que ciertos factores, como el clima, la competencia o la depredación, pueden controlar sus desplazamientos.
Inminente, su llegada a México
“El arribo de Cactoblastis cactorum al país por la frontera norte y las costas del golfo de México es inminente, aunque a ciencia cierta no se sabe cuándo ocurrirá. Y con los huracanes puede llegar también a la península de Yucatán”, dice la investigadora universitaria.
En efecto, estudios de genética de distintas poblaciones de la palomilla del nopal, realizados por Guadalupe Andraca, doctora recién graduada del Laboratorio de Ecología Evolutiva de las Interacciones Bióticas del Instituto de Ecología de la UNAM, revelan que su patrón de dispersión en la zona del Caribe coincide con la ruta de los huracanes.
El análisis comparativo de su ruta migratoria (de las Antillas Menores a las Antillas Mayores) y de sus patrones de dispersión indica que se viene acercando a las costas mexicanas.
De hecho, se topó en 2006 con Isla Mujeres, pero acciones rápidas de la entonces Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) acabaron localmente con ella.
Esterilización, la mejor estrategia
Si no tiene enemigos naturales, Cactoblastis cactorum puede diezmar las poblaciones de nopal: se mete en las pencas y las devora con voracidad. Por eso es muy difícil detectarla. No se sabe qué plantas de nopal están infectadas con ella hasta que las pencas se caen.
En opinión de Boege, la mejor estrategia para combatirla ha sido, hasta ahora, la esterilización de los ejemplares machos y su liberación en zonas infectadas.
“Así es como se ha logrado contener, en parte, su avance en Louisiana, Estados Unidos”, señala.
Debido a que es cuestión de tiempo que la palomilla del nopal llegue a nuestro país, investigadores mexicanos y argentinos estudian desde 2012 su biología evolutiva y tratan de determinar los factores involucrados en su distribución actual, los agentes ambientales que podrían favorecer su arribo a México y su potencial respuesta evolutiva ante nuevas condiciones ambientales.
Este año, por ejemplo, Juan F. Fornoni, del Laboratorio de Ecología Evolutiva de las Interacciones Bióticas del Instituto de Ecología de la UNAM, dio inicio al proyecto “Mapas de vulnerabilidad de riesgo de invasión de Cactoblastis cactorum en México”.
“Contar con mayor información de la palomilla del nopal permitirá tomar medidas de control y erradicación para evitar que tenga un impacto negativo en uno de los principales productos agrícolas del país y afecte la diversidad de especies nativas no comestibles”, finaliza Boege.