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El uso indiscriminado de recursos naturales, la falta de consciencia, la avaricia de la sociedad y el pensar que la gran variedad de especies era inagotable o que representaría un problema en un futuro muy lejano nos coloca en una realidad donde el cambio climático ya ha favorecido y aumentado la extinción de ciertas especies, siendo el hombre el principal partícipe de estos drásticos sucesos.
Desde la extinción de los dinosaurios, hace 65 millones de años , el mundo no enfrentaba tal desafío. Por eso, es imperativo tomar acciones inmediatas.
El ser humano ha desaparecido y destruido gran cantidad de mamíferos, aves, reptiles y plantas. Actualmente, quizá la vaquita marina o los ajolotes son los animalitos que tenemos más presentes . No obstante, no podemos olvidar a los murciélagos, mariposas, pájaros carpinteros, leones o mangabeys , entre otros.
“Existen diversos factores para la extinción de especies. Por ejemplo, las principales causas son pérdida de hábitat, especies invasoras, contaminación, sobreexplotación de especies y cambio climático, con el cual perdemos hábitat y ecosistemas; tal es el caso del círculo ártico. Asimismo, el cambio climático beneficia la presencia de especies invasoras, que lleguen y se establezcan”, afirma la doctora Esther Quintero, coordinadora de Especies Prioritarias de la dirección general de Análisis y Prioridades de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
El ser humano ha desaparecido y puesto en peligro gran cantidad de mamíferos, aves, reptiles y plantas. Foto: AFP//Sam Yeh
Ecosistemas en el radar
De acuerdo con la experta, los bosques mesófilos de montaña ofrecen una amplia biodiversidad. Sin embargo, por desgracia, son de los ecosistemas más amenazados en nuestro país.
“En estos bosques, con neblina y húmedos, queda un 10% de los anfibios gracias al cambio acelerado que estamos viviendo. En el caso de las ranas, dependen de la humedad y, con el cambio climático, las altas temperaturas ocasionan que sus huevos se sequen.
“Otro aspecto alarmante es lo que sucede en los mares, ya que el aumento de dióxido de carbono en el ambiente , al entrar en contacto con el agua, provoca una acidificación en el mar ; los más afectados son los moluscos y corales con esqueleto calcáreo”, subraya Quintero.
Los corales se vuelven más sensibles a la exposición del sol y, al subir la temperatura, expulsan a las algas que viven dentro de ellos, las cuales son responsables de dar color y hacer la fotosíntesis. De este modo, los corales sufren un blanqueamiento y, al quedar sin color, mueren.
El aumento de dióxido de carbono en el ambiente afecta a especies marinas como moluscos y corales. Foto: AFP / ARC Centre of Excellence for Cor / Greg Torda, archivo
Otros grandes enemigos de los corales son los cruceros y la construcción de puertos más grandes, pues muchas veces los arrancan. Asimismo, están implicadas la alta contaminación en mares a causa del plástico y la destrucción de manglares.
“Es necesario cuidar los ecosistemas, que lleven su curso natural y no manipularlo o erradicarlo. Debes preservar y conservar a las especies, ser conscientes que el agua, aire limpio, la comida y los recursos vienen de la naturaleza, no del supermercado. También es fundamental cuidar el polinizador, ya que el 80% de las frutas vienen de ahí”, indica.
Negación de la extinción
Aunque gran parte de la sociedad muestra preocupación y toma cartas en el asunto para detener el daño que le hemos causado al planeta, aún existe un porcentaje que vive en la negación y no cree que el cambio climático ya esté aquí, sino que lo ve como algo lejano.
Debemos partir de la idea que nuestras decisiones adoptadas a diario repercuten en el planeta. Por ejemplo, Elizabeth Kolbert , autora del libro La sexta extinción , enlista cinco eventos que acabaron con la flora y fauna de la Tierra. Además, analiza qué provocó esa desaparición y lo compara con las modificaciones que estamos viviendo hoy.
“Kolbert nos recuerda cómo la humanidad se resistió, por mucho tiempo, a creer en el concepto de extinción, así como ahora muchas personas se niegan a creer en el cambio climático y en la sexta extinción de la que se habla en ese libro.
“Estamos acostumbrados a leer de megaextinciones como si fueran eventos fortuitos y lejanos a nosotros, pero este libro nos advierte de la verdadera cercanía”, reconoce Jazmina Barrera en la Revista de la Universidad de México , número 830.
Por su parte, la autora de La sexta extinción recalca que su libro se enfoca en especies no tan mediáticas como los osos polares o los pandas sino en aquellos que no están en el ojo del huracán, como los corales o las ranas.
Las ranas, dependen de la humedad y, con el cambio climático, las altas temperaturas ocasionan que sus huevos se sequen. Foto: EFE/S.D. Biju / Handout, archivo
“Toda esa espléndida diversidad se está desvaneciendo tan rápido que habrá incontables especies que ni siquiera llegaremos a conocer”, lamenta Barrera.
Reacción en cadena
Todas las especies son necesarias para mantener el balance en cada ecosistema. Si pensamos en los murciélagos, éstos son indispensables para tener agave, ya que polinizan las flores y esto ayuda a que se reproduzcan: de no existir, no tendríamos tequila o mezcal.
Otro ejemplo es el que hizo George Monbiot , ecologista británico, sobre el parque de Yellowstone, en Estados Unidos: cuando los lobos llegaron, cambiaron el curso de los ríos. Primero, hicieron que los venados ya no se acercaran a la orilla y, de ese modo, hubo vegetación con sus respectivos frutos, los cuales atrajeron a las aves. Luego, el río se llenó de peces, los cuales pescaban las comunidades cercanas.
En tanto, Rachel Carson , bióloga estadounidense, abordó en Primavera silenciosa cuando en su país rociaron diversos productos para hacer crecer trigo y maíz en zonas que no eran propicias o que deseaban incrementar el volumen de producción. Tal acción ocasionó que aves y plantas de la región murieran a causa de los químicos.
Especies no monitoreadas
Se tienen registros de las especies extintas en los siglos XVIII, XIX y XX . Sin embargo, actualmente se extinguen a un nivel donde no se documentan todas. Sin duda, existen diversas especies perdidas, ya que no se monitorean todas.
“México tiene una lista roja con dos mil 606 especies que abarcan categorías como: medio silvestre, amenazadas, en peligro de extinción y protección especial.
La vaquita marina es uno de los animales que se encuentran en peligro. Foto: EFE/SEMARNAT, archivo
“Aún falta mucho por empaparnos sobre el tema de cuidar el medio ambiente. La gente se preocupa por el rinoceronte, el jaguar o el elefante, pero también es necesario pensar en las especies microendémicas”, exhorta la doctora Quintero.
En este sentido, la coordinadora de Especies Prioritarias de la dirección general de Análisis y Prioridades de la Conabio reitera que el cambio climático no solo amenaza a los animales y plantas, sino a los humanos, a través de algunas enfermedades, pues al modificar los ambientes, se presentan ciertos padecimientos que no existían y no estaban contemplados.
Analizar y prevenir
Jazmina Barrera celebra que Kolbert recorra el planeta Tierra para recopilar información, datos e investigaciones y, así, mostrar el deterioro en el que se encuentra nuestra única morada.
“A través de entrevistas, viajes y crónicas demuestra hasta qué punto y a qué velocidad nuestros patrones de consumo están acabando con la diversidad biológica de todos los ecosistemas, tanto terrestres como marinos”, señala Barrera.
Al respecto, la Revista de la Universidad de México, número 830 (bajo la temática ‘Extinción’), sostiene que los factores se dividen en dos tipos.
Por un lado tenemos a los abióticos, donde se agrupan los procesos químicos y físicos que dañan a un ecosistema, es decir, las altas temperaturas en el mar, los deshielos, las tormentas, las sequías o el aumento catastrófico en el gasto metabólico, entre otros.
En el otro punto, encontramos a los factores bióticos, que son los organismos o sus restos. En esta categoría entran la desaparición de nichos ecológicos, fragmentación de hábitats, escasez de alimento, poca resistencia a enfermedades o aumento del rango de vectores de padecimientos, por mencionar algunos.
nrv