Los astronautas que habitan en la Estación Espacial Internacional (EEI) se vieron obligados a esconderse del peligroso impacto de una potente erupción solar en un refugio dentro de la plataforma orbital .
"Ayer, a las 8 de la tarde, tuvo lugar una brusca variación de protones de una alta carga energética. A los astronautas se les dio la orden de alerta y se trasladaron al refugio en la EEI", aseguró hoy el director del Instituto ruso de Física Nuclear Skobeltsyn (SINP, en inglés), Mijaíl Panasiuk, en rueda de prensa.
El científico ruso advirtió que la medida de precaución no es baladí, ya que "una potente cascada de protones puede penetrar en la estructura de la Estación".
Por suerte, aunque la llamarada solar ocurrió cuando la plataforma se encontraba expuesta a la estrella, la emisión de protones fue breve, por lo que no causó daños.
"Los cambios en el campo magnético repercuten en lo que ocurre dentro de nosotros, pero otra cosa es cómo se ve afectada cada persona en concreto. A algunos les duele la cabeza y a otros no", explicó.
Al mismo tiempo, opinó que si la anómala actividad solar se prolonga durante más días sería bueno aplazar el lanzamiento de la nave tripulada Soyuz, previsto para el 13 de septiembre.
"Es una cuestión de responsabilidad. Alguien debe tomar una decisión. Yo me abstendría si la variación que empezó ayer continúa otros dos o tres días. Hay que seguir la dinámica", apuntó.
Con todo, el Centro de Control de Vuelos informó hoy de que dicho fenómeno solar no ha provocado cambios en los preparativos para dicho vuelo con destino a la EEI.
En cuanto a la posible relación entre el huracán Irma y la tormenta solar, Panasiuk admitió que algunos científicos defienden esa teoría, pero él negó el vínculo directo entre ambos fenómenos.
Al respecto, científicos kazajos pronosticaron que la erupción solar podría provocar una tormenta magnética el 12 y 13 de septiembre.
Advirtieron que en caso de erupciones solares como las de la pasada semana pueden producirse averías en naves y satélites, además de que los astronautas y pasajeros pueden verse sometidos a mayores dosis de las habituales de radiaciones solares.
La NASA
detectó y grabó el 6 de septiembre la mayor llamarada solar desde 2008, fulguración que se mantuvo activa durante 48 horas, y la siguiente erupción se produjo el domingo.
jpe