Un equipo de investigadores detectó un aumento inesperado en los niveles atmosféricos de CFC-11, un clorofluorocarbono prohibido en 1987 por el Protocolo de Montreal , lo que pone en riesgo la capa de ozono y podría agudizar el cambio climático.
El nuevo estudio, publicado este miércoles en la revista especializada Nature , muestra que la tasa de disminución de las concentraciones de CFC-11 observadas fue constante entre 2002 y 2012, pero ese año la disminución se ha desacelerado en alrededor del 50 por ciento.
Los investigadores descartan que este cambio pueda deberse a las emisiones existentes aún o a la producción accidental de CFC-11 como un subproducto de otra fabricación química.
En 2013, se detectaron columnas de aire que contenían niveles elevados de CFC-11 en el observatorio de Mauna Loa en Hawai, por lo que los investigadores sugieren que es probable que se esté produciendo ilegalmente en el este asiático.
El CFC-11 también se conoce como triclorofluorometano y es uno de varios clorofluorocarbonos que se desarrollaron inicialmente como refrigerantes durante la década de 1930, pero que también se usaron como propulsores en aerosoles y en solventes.
Sin embargo, los científicos tardaron muchas décadas en descubrir que cuando los CFC se descomponen en la atmósfera, liberan átomos de cloro que pueden destruir rápidamente las moléculas de ozono.
El descubrimiento de que la destrucción del ozono provocaba un gran "agujero" sobre la Antártida llevó a la firma del Protocolo de Montreal en 1987, que prohibió la producción de CFC, incluido el 11, en varios países desarrollados a mediados de la década de 1990 y en el resto del mundo para 2010.
nrv