Hace 400 años, el médico francés Jacques Ferrand publicó un libro titulado Traicte de l'essence et guerison de l'amour ou de la melancholie erotique (Tratado sobre la esencia y curación del amor o melancolía erótica). El origen del “mal de amor” sería plasmado en conceptos donde los sentimientos de amor y desamor eran considerados como una condición médica con una serie de características bien tipificadas. La era concebida en la medicina antigua como bilis negra, un humor seco y frío relacionado con la tierra, una tristeza persistente vinculada, incluso, con el llanto del nacimiento. Tal como la vida, el amor era analizado como el gozoso y triste reflejo de nuestra vulnerabilidad.

El tratado apareció primero en Toulouse, en 1610, pero tras ser condenado por la Inquisición fue reeditado con pequeñas variaciones en París en 1623. Cuatro siglos después y dejando la poética de lado, no es considerado una enfermedad, pero sus características siguen siendo estudiadas como columna vertebral de una sociedad, cuyos dictados están relacionados con las reacciones biológicas y sociales de estas emociones.

El libro de Ferrand fue reeditado hace un par de décadas en varios idiomas y sirve de referencia para estudios históricos sobre la neurobiología del amor. Es un recordatorio latente de las disertaciones científicas que han desatado históricamente los sentimientos amorosos. El placer y el malestar profundo del amor y desamor también dejan huella en la literatura científica.

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La estadística del amor

La revista Nature publicó un mapa bibliométrico de los artículos escritos sobre el amor romántico en la última década. La bibliometría es un campo que abarca el estudio cuantitativo de documentos con el objetivo de proporcionar a los investigadores información sobre los avances académicos, tecnológicos y científicos sobre temáticas específicas.

El estudio tuvo como objetivo, a través de las herramientas de la estadística y la medición de conceptos, descubrir las tendencias de investigación actuales e identificar posibles direcciones futuras en el campo del amor romántico. Se registraron alrededor de siete mil investigaciones que fueron aceptadas para ser publicadas en revistas especializadas en inglés. Los países que ocupan los tres primeros lugares en la generación de investigaciones son Estados Unidos, Reino Unido y China.

El amor, como una emoción analizada desde la antropología, une a las personas en prácticas sociales que dependen de la cultura, los procesos históricos y las tendencias sociales. El análisis evidencia que el amor es un tema perfecto para estudiar cómo interactúan las personas y comprender cómo el poder, la igualdad e incluso la sostenibilidad influyen en las relaciones humanas. Si bien el amor se entiende como un fenómeno humano universal, las definiciones y expresiones del amor varían a lo largo del tiempo y las culturas.

Dado que el amor estimula la interacción humana de muchas formas, no existe una definición precisa, pero los científicos han avanzado en la teoría del amor al identificar al menos 40 “constructos de amor” importantes, distintos pero interdependientes. Todos ellos están integrados en cuatro categorizaciones básicas: afecto, cercanía, compasión y compromiso.

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Una de las teorías que predominan en las investigaciones sobre el amor romántico, tiene que ver con la llamada teoría triangular del amor de Robert Sternberg, psicólogo estadounidense, quien propone que el amor está compuesto por tres elementos: intimidad, pasión y compromiso. A partir de estos componentes, Sternberg postula diferentes tipos de amor. La importancia de cada componente varía según el tipo de relación, el momento histórico, el lugar geográfico y las influencias culturales; sin embargo, Sternberg considera que las relaciones más satisfactorias y longevas son aquellas en las que la pareja trabajan para mantener la intimidad y el compromiso.

Otra directriz de los temas abordados también tiene que ver con el amor y su relación con el poder, y cómo la idea del amor y la cultura impactan en las relaciones de género. En este contexto, el matrimonio, deriva en una institución social que reproduce la desigualdad de género. Por otra parte, se aborda el tema de las relaciones con temporalidad más corta y nuevas estructuras para relacionarse a distancia y de selección de pareja en un mundo digitalizado. El análisis consigna que para abordar el amor, durante los últimos tres años, se ha reportado un aumento significativo en la popularidad de palabras clave como “mismo sexo”, “resolución de conflictos” y “relaciones sociales” en la literatura académica.

Este tipo de temas abordan incluso el poder del lenguaje en las diferentes etapas amorosas, así como la gestión de recursos materiales e inmateriales en una relación. Todo se analiza desde la antropología, la filosofía, la psicología y la sociología, pero las temáticas ligadas a la biología y neurobiología de las respuestas amorosas ocupan un gran espacio en la literatura científica de los últimos años.

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De la evolución y otros demonios

El amor romántico está intrínsecamente vinculado a la evolución y supervivencia del Homo sapiens, lo que lo convierte en una función biológicamente significativa con profundas implicaciones evolutivas. Las sustancias químicas que libera el organismo mediante los procesos amorosos han sido puntualmente identificadas, pero sus efectos siguen siendo analizados.

Un reciente estudio de la Universidad de Harvard habla del deterioro del sistema inmunológico ante el rompimiento amoroso que promueve la secreción de algunas hormonas y cambios en el sistema inmunológico. Entre ellas, el cortisol y la adrenalina (esta última pertenece a un grupo denominado catecolaminas) que aumentan la frecuencia cardíaca y la tensión arterial.

El exceso de catecolaminas puede, incluso, llevar a una disfunción en la microvasculatura, así como a espasmos de las arterias coronarias. Estos cambios se postulan en la fisiopatología del síndrome del corazón roto, llamado de esta forma por un grupo de investigadores japoneses a finales de los años 90 del siglo pasado.

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Esta respuesta fisiológica se acompaña de un aumento en la producción de agentes proinflamatorios denominados citoquinas, así como una modificación en la actividad inmune, que de prolongarse en el tiempo lleva a alteraciones en su función y favorece la aparición de infecciones. Además de buscar comprender mejor la fisiología de un “corazón roto”, otros nuevos estudios penetran en los terrenos del amor y el desamor a través, incluso, de las condicionantes genéticas de los individuos.

Los neurocientíficos han examinado la activación de diferentes regiones cerebrales que se desencadenan por actividades de amor romántico. Se han identificado hasta doce zonas del cerebro involucradas en los procesos de enamoramiento. La resonancia magnética funcional (fMRI) ha surgido como una técnica destacada para estudiar la base neurobiológica del amor. Los científicos han identificado regiones cerebrales específicas asociadas con el amor, incluidas la ínsula y la corteza cingulada anterior.

Estas regiones están involucradas en el procesamiento de experiencias emocionales relacionadas con objetos valiosos. La activación de áreas relacionadas con la recompensa en el cerebro, particularmente aquellas ricas en oxitocina, se ha observado en individuos que experimentan amor. Varios estudios han demostrado que las regiones asociadas con el procesamiento de la recompensa, como el área tegmental ventral y el núcleo accumbens, están involucradas en la experiencia del amor romántico.

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Se postula que 18 meses es lo máximo que duran los sentimientos amorosos muy intensos (el cuerpo se defiende y no puede prolongar la descarga energética que implica) y durante ese tiempo 65% de las horas que un individuo vive despierto, piensa en la persona amada. La participación del sistema de recompensa supera las expectativas.

Recientes investigaciones han demostrado que durante las etapas iniciales del amor romántico, las regiones cerebrales relacionadas con la recompensa, incluidas las áreas tegmentales ventrales bilaterales, se activan con más fuerza en comparación con las etapas posteriores de la pasión. El área tegmental ventral (ATV) es una región del cerebro humano que se encuentra en el mesencéfalo. La constituye un grupo de neuronas que se proyectan hacia diversas partes del cerebro, y que desempeña un papel fundamental en la motivación, el deseo, el placer y la valoración afectiva.

El 14 de febrero se acerca y es el pretexto ideal para repensar el amor a través de la ciencia, y de la experiencia que siempre la sustenta.

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