La Luna se ha convertido en traductora de todos los deseos humanos. En un diálogo escrito por el filósofo griego Plutarco en el siglo I, titulado Sobre la cara visible de la Luna, se habla sobre las manchas negras del satélite que se interpretaban como océanos, istmos y continentes. El Sol aporta su brillo a la Luna, y sin él, no habría cara oscura. El filósofo crea entonces una metáfora de sus confines relacionándolos con el alma humana, mientras la Tierra es el cuerpo, el Sol, puro intelecto.

De China y sueños lunares

Veinte siglos después, una misión científica empatiza, de cierta forma, con esta reflexión. Los restos de rocas recolectados por la misión Chang'e-6 de China en la Luna cuentan nuevas historias sobre el origen del Sistema Solar. En un reciente artículo publicado en la revista Nature, se contextualiza subrayando que la mayoría de las misiones que han recuperado rocas de la Luna han muestreado la superficie terrestre (la cara visible), que presenta menos cráteres y ha albergado mayor actividad volcánica; sin embargo, la Chang'e-6 aterrizó en la cara oculta, en el cráter más grande y profundo de la Luna: la Cuenca Aitken del Polo Sur, que abarca aproximadamente una cuarta parte de la superficie lunar.

La nave de esta segunda misión de exploración china no tripulada fue lanzada el 3 de mayo de 2024 con el objetivo de recolectar muestras en 53 días. Alunizó el primero de junio en la zona sur del cráter Apolo en la cara oculta de la Luna, el 25 de junio, regresó con éxito a la Tierra, aterrizando en Mongolia Interior, al norte de China. Tres gramos de material extraído de la Luna bastaron para entender mejor la dinámica de formación del Universo.

Más de un año después, el material recolectado por la misión arroja nuevas pistas mediante un estudio publicado en el último número de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, dirigido por un equipo de investigación del Instituto de Geoquímica de Guangzhou (GIG) dependiente de la Academia de Ciencias de China.

Los científicos identificaron restos de condritas carbonáceas tipo Ivuna (CI). Las condritas carbonáceas son un tipo de meteorito primitivo y su nombre proviene del elevado porcentaje de carbono que poseen. Tienen una gran variedad de compuestos orgánicos, incluyendo hidrocarburos, aminoácidos y bases nitrogenadas. Contienen además agua y rastros de diversos minerales, lo que sugiere que se formaron en un entorno con hielo.

Las condritas carbonáceas son de los meteoritos más antiguos conocidos. Formados hace más de 4 mil 500 millones de años aportan información sobre los materiales que integraron el Sistema Solar porque están compuestas por materiales del disco protoplanetario que rodeaba al Sol, lo que las convierte en rocas sedimentarias primitivas.

Se consideran los meteoritos más antiguos y valiosos científicamente, similares a los asteroides Ryugu y Bennu. Este último es un asteroide relativamente pequeño que pasa cerca de la Tierra alrededor de cada seis años. Fue el objetivo de la misión OSIRIS-REx de la NASA, la primera misión estadounidense en recolectar una muestra de un asteroide y entregarla a la Tierra el 24 de septiembre de 2023.

Precisamente, los estudios de las rocas y el polvo del asteroide Bennu que fueron traídos a la Tierra hace un par de años, revelaron moléculas que, en nuestro planeta, son clave para la vida, así como un historial de la existencia de agua salada que podría haber servido como “caldo” para que estos compuestos interactuaran y se combinaran.

Los materiales mostraron que las condiciones para el surgimiento de la vida estaban muy extendidas en todo el sistema solar primitivo, lo que aumentaría las probabilidades de que la vida pudiera haberse formado en otros planetas y lunas.

Nicky Fox, administradora asociada en la Dirección de Misiones Científicas de la NASA en Washington, ha afirmado: “Los asteroides proporcionan una cápsula del tiempo sobre la historia de nuestro planeta natal, y las muestras de Bennu son fundamentales para nuestra comprensión de qué ingredientes en nuestro Sistema Solar existían antes de que comenzara la vida en la Tierra”.

Algo similar ocurre con el material detectado por los científicos chinos en la cara oculta de la Luna. Entre las detecciones más significativas se encontraron aminoácidos (14 de los 20 que la vida en la Tierra utiliza para producir proteínas) y las cinco nucleobases (bases nitrogenadas) que la vida en la Tierra utiliza para almacenar y transmitir instrucciones genéticas en moléculas biológicas terrestres más complejas como el ADN y el ARN, incluyendo la forma de organizar los aminoácidos para formar proteínas.

Los científicos también describieron abundancias excepcionalmente altas de amoníaco, un elemento importante en la biología porque, en las condiciones adecuadas, puede reaccionar con el formaldehído, el cual también fue detectado en las muestras, para formar moléculas complejas que impulsan funciones biológicas.

Estos componentes básicos para la vida hallados en las muestras, respaldan la idea de que los objetos que formados lejos del Sol podrían haber sido una fuente importante de los ingredientes precursores básicos para la vida en todo el Sistema Solar.

Nuevas preguntas

El historial de los impactos de meteoritos recibidos por la Luna ofrece la oportunidad de comprender mejor la transferencia de masa en el Sistema Solar, pero los nuevos hallazgos, ni siquiera estaban planteados en las preguntas principales de los científicos sobre lo que podrían encontrar en esta zona lunar. Los investigadores pensaron que las muestras formaban parte del manto lunar, pero los niveles de hierro, manganeso y zinc en los restos, los rebatieron.

El equipo examinó los niveles relativos de tres isótopos de oxígeno en las muestras que funcionan “como huellas dactilares humanas” y pueden indicar de qué tipo de cuerpo planetario provienen, afirma Mang Lin, autor del artículo y geoquímico del Instituto de Geoquímica de Guangzhou (GIG) de la Academia China de Ciencias.

Las condritas CI son tan escasas en la Tierra que representan menos del 1% de todos los meteoritos recolectados. A diferencia de la Tierra, la Luna prácticamente no tiene atmósfera ni tectónica de placas, lo que significa que conserva un registro claro de antiguos impactos de asteroides, como una biblioteca natural muy accesible.

Utilizando técnicas avanzadas para examinar la composición mineral y los isótopos de oxígeno, los investigadores examinaron el suelo lunar y confirmaron que los fragmentos provenían de las condritas similares al CI. El estudio implica que el sistema Tierra-Luna puede haber experimentado muchas más colisiones de condritas carbonáceas de las que se estimaban.

A pesar de que hay menos evidencia de elementos que migran desde la Tierra hacia la Luna, los científicos piensan que también es posible que esto suceda. Un estudio de la NASA basado en modelos hechos por computadora sugiere incluso que podría haber unos 18 mil kilogramos de rocas terrestres por cada 100 kilómetros cuadrados en la Luna. Esto significa que la historia de nuestro planeta es un espejo lunar con múltiples aristas.

Los estudios sobre lo que sucedió y sucede en la Luna son vitales para la supervivencia en la Tierra. Simplemente, la distintiva inclinación de 23.5 grados de la Tierra en su eje se debe a que la Luna la mantiene bajo control y otro tipo de inclinación provocaría estaciones más extremas. Es así que además de mantener la estabilidad del clima, la Luna marca el ritmo de la Tierra (las subidas y las bajadas de las mareas), lo que afecta la variedad de maneras en que usamos el océano para alimentarnos, viajar y recrearnos.

Medir precisamente la masa, los materiales, el tamaño y los cambios en la historia lunar es una estrategia de supervivencia terrestre.

Estos últimos hallazgos no sólo indican que el material del Sistema Solar exterior puede migrar al Sistema Solar interior, también tiene implicaciones para explicar el origen del agua en la superficie lunar. Además, las técnicas utilizadas tanto de recolección como interpretación de materiales proporcionan nuevas direcciones para futuras investigaciones sobre la distribución y evolución de los recursos en la Luna y los orígenes del Universo.

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