El cáncer de mama no solo causa estragos en el estado físico de las mujeres, sino también en el plano emocional. El curso propio de la enfermedad trae consigo distintas complicaciones, lo que implica tanto cambios en el estilo de vida como conflictos internos que pueden influir en su posición frente a este problema.
De acuerdo con la Asociación Española contra el Cáncer, este padecimiento provoca un impacto psicológico en cerca del 50% de las pacientes, debido a que se producen alteraciones en la imagen corporal, las cuales pueden afectar a la vez su sexualidad o cómo se relacionan con otras personas.
Además de trastocar la salud, el cáncer de mama ocasiona efectos en las dinámicas familiares o con amigos, puede conducir al aislamiento social o traer complicaciones en el plano laboral o económico, lo que resulta en un golpe al estado emocional de las pacientes, de manera que se vuelve una especie de círculo vicioso.
Sentimientos en contra
Recibir un diagnóstico de cáncer de mama puede causar miedo, ansiedad, depresión o alguna otra alteración del estado del ánimo, dado que esta noticia se relaciona con una amenaza directa a la salud, además de que tiene repercusión en diferentes esferas de la vida de quien padece la enfermedad.
"Tanto la depresión como la ansiedad pueden desarrollarse incluso desde antes del diagnóstico, es decir, cuando existe la probabilidad de tener cáncer de mama. Y es que el tiempo de espera para tener resultados en México va entre 30 y 45 días, lo cual catapulta a las pacientes hacia estos trastornos", menciona Omar Saucedo Vigueras, especialista en psicooncología de la asociación civil especializada en cáncer de mama FUCAM.
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La Sociedad Estadounidense contra el Cáncer (ACS, por sus siglas en inglés) señala que una de cada cuatro personas diagnosticadas con este problema experimenta depresión en alguna etapa del proceso. La enfermedad no solo produce dolor, fatiga o cambios en el aspecto físico, sino también conflictos laborales o económicos, lo que acentúa en muchas ocasiones los episodios depresivos.
Si bien es común sentir tristeza o decepción de forma esporádica, en especial después de un diagnóstico de cáncer de mama, hay que tomar acción cuando estos sentimientos duran semanas o empiezan a interferir con la vida diaria. La depresión se manifiesta con síntomas como tristeza intensa, llorar varias veces al día, perder interés en actividades que antes se disfrutaban, sentir irritabilidad extrema o aislarse de las personas.
"La presencia de depresión y ansiedad influye en una menor adherencia a los tratamientos. De forma neuroquímica, las mujeres pueden tener menor posibilidad de entender todo lo que sucede a lo largo del proceso del cáncer de mama. Cuando hay depresión, puede haber una mayor sensibilidad a los estudios en términos físicos, por ejemplo, en tomas de sangre o estudios de imagen", apunta el psicooncólogo.
Especialistas de la fundación Breastcancer.org indican que la depresión es capaz de afectar la concentración, la toma de decisiones y recordar determinada información. De igual manera, repercute en la energía de las pacientes para acudir a los tratamientos o consultas médicas, además de, en casos más graves, puede generar pensamientos de autolesión o suicidio.
Huella en el autoestima
El cáncer de mama también asesta un duro golpe a la autoimagen y al amor propio. Los estragos del tratamiento van desde las cicatrices causadas por la mastectomía (cirugía en la que se extirpa parte o todo el tejido mamario) hasta la pérdida del cabello o los cambios en la piel a causa de las radio o quimioterapias.
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"La mente se altera con el cáncer. Por ello, surgen tanto problemas de autoestima como una pérdida de valor del propio cuerpo. Se presentan distorsiones de la imagen, ya que las personas se someten a cirugías drásticas que cambian la manera en que ven su figura", asegura Benjamín Domínguez Trejo, colaborador del servicio de Oncología del Centro Médico Nacional "20 de Noviembre" del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
Estos cambios pueden afectar el nivel de confianza de las pacientes, al hacerlas sentirse 'menos mujeres'. "Pasar por una cirugía o quimioterapia interviene de manera directa en la percepción de su feminidad. Las mamas, al igual que el cabello, son una parte del cuerpo que históricamente les da a entender que eso las hacer ser mujeres.
"La mayoría de las pacientes que atraviesan por tratamientos quirúrgicos o por quimios manifiestan que perder el cabello impacta más en su vida emocional que el retiro de una o ambas mamas, lo cual pueden camuflar con algún sostén o prótesis externa. Sin embargo, cuando una mujer pierde el cabello, las cejas o las pestañas se relaciona directamente con tener cáncer", explica Omar Saucedo Vigueras.
Dicho escenario es el que busca evitar María Trinidad, de 71 años. A finales de agosto pasado, se le encontró una pequeña masa cancerígena en el seno izquierdo, después de ocho años de haber superado una primera batalla de cáncer de mama, en la cual se le removió solamente un cuadrante del pecho derecho.
Esta vez, su oncólogo le ha dado a elegir si quiere retirarse la mama izquierda completa o únicamente una parte y complementar el tratamiento con medicamentos. "Solo de recordar todos los efectos secundarios que tuve con la quimioterapia, como la caída del cabello, los cambios en las uñas y el aspecto demacrado, prefiero que me quiten todo el seno", platica acerca de su decisión.
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Un estudio realizado por la división de Oncología de Novartis reveló que 44% de las pacientes considera que el cáncer de mama les ha robado su dignidad. La afectación a la autoestima no debe minimizarse; por el contrario, hay que tomar acción para poder sobrellevar las situaciones que se presentan a lo largo del proceso.
En busca de soluciones
Para sobrellevar la depresión se requiere acompañamiento profesional, ya que existen diferentes niveles. En casos leves o moderados, resulta de buena ayuda aplicar medidas como pasar tiempo con otras personas, dividir las tareas grandes en otras más pequeñas, mantenerse activas todos los días o llevar a cabo actividades que eran relajantes antes del diagnóstico, como escuchar música o realizar paseos al aire libre.
Cuando el cuadro clínico es más grave, se puede requerir el uso de fármacos antidepresivos, de terapias conductuales o una combinación de ambos tipos de tratamiento. El apoyo individual, en pares o grupo sirve para compartir alternativas que ayuden a aliviar los síntomas de la depresión. Incluso, hay métodos complementarios con buenos resultados, como la aromaterapia, la meditación o el yoga.
Algunas prácticas que ayudan a mejorar la autoestima de las pacientes son disfrutar pasatiempos, como salir con amigas o tomar alguna clase; o buscar formas de renovar la apariencia, como utilizar un estilo de ropa distinto o probar looks diferentes de maquillaje para verse más bellas. Y es que, según un estudio de la asociación Cosmetics Europe, siete de cada 10 mujeres consideran que los cosméticos impactan de manera directa en la percepción sobre sí mismas y en su calidad de vida.
Especialistas de Pfizer también recomiendan mantener buena comunicación con la pareja, para contarle lo que sienten o les preocupa; buscar soluciones para hacerle frente a situaciones difíciles, así como mantenerse ocupadas con actividades amenas.
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"Hay que buscar en todo momento que las pacientes estén bien informadas, al nivel que ellas necesitan. Por ejemplo, resulta de gran ayuda saber que existen diferentes especialistas para apoyarlas en cualquier situación de salud que pueda surgir en el curso de la enfermedad", dice el psicooncólogo Omar Saucedo Vigueras.
Siempre acompañadas
El estigma que rodea a esta enfermedad puede desde retrasar la búsqueda de atención hasta evitar que las mujeres soliciten ayuda de su entorno. "Estudios respaldan que las pacientes que se sienten entendidas, apoyadas y queridas sobreviven más que quienes no se sienten de esta manera. La percepción de apoyo social no se compra en una farmacia, es algo que se cultiva todos los días", considera Benjamín Domínguez Trejo, académico de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La existencia tanto de redes de apoyo sólidas como de espacios donde puedan hablar abiertamente de la enfermedad no solo tiene repercusión en el estado emocional de las pacientes, sino también en el físico. "Una persona que identifica un lugar donde son bien recibidas sus lágrimas, angustias y miedos puede enfrentar los tratamientos con menor sensibilidad o dolor.
"Ya sea que se trate de espacios terapéuticos uno a uno o donde las pacientes se reúnan en grupo para platicar sobre sus tratamientos o qué les dicen sus médicos. Esto les hace saber que no son las únicas en esta situación y que no están solas en el proceso, además de que les permite socializar, conectar con otras emociones y entender mejor lo que está sucediendo", señala el especialista en psicooncología de FUCAM.
A veces, a las pacientes les cuesta trabajo normalizar este tema dentro de casa, pues se asume que, si se aborda, lastima a las demás personas. En cambio, cuando estos asuntos se hablan en un contexto en el que otras mujeres también tienen cáncer, se escucha con mayor tranquilidad porque la otra persona atraviesa una situación similar.
La mejor manera de acompañar a alguien que vive con cáncer de mama es ponerse a su servicio: platicar con ellas y preguntarles de qué manera se les puede ayudar, en lugar de asumir sus necesidades. Es importante que la red de apoyo sepa que estar cerca de una persona con esta enfermedad es sumamente complejo, ya que hay una confrontación constante con la propia afección o la posibilidad de morir.
"El acompañamiento social en una cultura como la nuestra es completamente gratis, solo hay que asegurarse de que sea de calidad. Alrededor del 40% del avance terapéutico de las pacientes con cáncer de mama, así como de la sobrevida, depende de factores sociales y, en particular, de la percepción de este tipo de apoyo", subraya el psicólogo enfocado en dolor crónico Benjamín Domínguez Trejo.
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