El cáncer cervicouterino o cáncer del cuello uterino es considerado el segundo cáncer femenino más frecuente, y se estima que en México más de 10 mil mujeres reciben un diagnóstico al año, señala la Dra. María Andrea Barbero Ibarrola, ginecóloga oncóloga del Centro Médico ABC.
Esta enfermedad afecta el cuello del útero y, a pesar de su alta prevalencia, también es uno de los tipos de cáncer más prevenibles.
El VPH como eje central del cáncer cervicouterino
El cáncer cervicouterino es un tumor maligno que se desarrolla en el cuello de la matriz y que como peculiaridad tiene que en el 99% de los casos se desarrolla a partir de una infección causada por el virus del papiloma humano o VPH, la cual puede prevenirse o tratarse de forma oportuna.
El VPH es un virus sumamente común, ya que se estima que hasta el 80% de la población mundial entrará en contacto con él en algún momento de su vida.
Pero no todas las infecciones de VPH derivan en cáncer. Por lo general, el cuerpo logra eliminar el virus de forma natural; sin embargo, cuando la infección es persistente y se trata de una variante oncogénica, esto significa que tiene la capacidad de producir cáncer, puede desencadenar un proceso de lesiones celulares que, con el tiempo y, si no son tratadas adecuadamente, pueden evolucionar hacia un tumor maligno.
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La evolución de este tipo de cáncer suele comenzar con lesiones de bajo grado, las cuales se convierten en lesiones de alto grado o lesiones premalignas y, si no se tratan, entonces hay posibilidad de desarrollar cáncer cervicouterino.
Al momento de hablar de los tipos de VPH, existen más de 200 variantes, de las cuales alrededor de 40 afectan la región genital. Dentro de estos, alrededor de 14 son oncogénicos como los tipos 16 y 18 que son los más frecuentemente asociados al desarrollo de cáncer.

Algunos factores como el tabaquismo, la presencia de otras infecciones de transmisión sexual, múltiples parejas sexuales o condiciones que comprometen el sistema inmunológico, como el VIH, aumentan el riesgo de que el VPH progrese a cáncer.
Y aunque cualquier mujer tiene riesgo potencial de desarrollar cáncer cervicouterino si cuenta con una infección de VPH, las mujeres jóvenes menores de 45 años suelen ser las más afectadas.
Si bien, existen infecciones de VPH que pueden producir verrugas genitales y otros síntomas, los tipos oncogénicos no generan señales visibles, por lo que la mujer puede portar el virus sin saberlo. Este es uno de los aspectos más preocupantes de las infecciones de VPH, señala la Dra. Barbero.
Cuando el cáncer ya está avanzado es cuando comienza a dar síntomas como sangrados anormales o flujo con un olor fétido, lo cual suele indicar que se ha perdido una oportunidad de actuar a tiempo. Lo ideal es detectarlo en fases premalignas (antes de que se presente) o preclínicas (antes de que dé síntomas).
Las consecuencias del VPH oncogénico no se limitan al cuello uterino, también se ha relacionado con otros tipos de cáncer en mujeres como el cáncer de vagina, vulva, ano o garganta.
El mejor tratamiento es antes de presentar síntomas
Aunque en un principio el desarrollo de cáncer cervicouterino no genera síntomas, también es una condición altamente prevenible, lo cual se logra siguiendo dos líneas de defensa.
La prevención primaria está representada por la vacuna contra el VPH, en la actualidad existe una opción que protege contra nueve tipos de virus de papiloma humano, siete de ellos son oncogénicos; hasta hace un par de años se administraba una vacuna contra cuatro tipos. Esta vacuna está indicada tanto para niñas como para niños, ya que los hombres también son portadores y transmisores del virus, e incluso, tienen riesgo de desarrollar cáncer de pene.
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Aunque lo recomendable es que se aplique la vacuna antes del inicio de la vida sexual, también es posible hacerlo después. El esquema de vacunación consiste en dos dosis antes de que el niño o la niña haya cumplido 14 años, y de tres dosis a partir de esa edad.
La prevención secundaria, al momento de hablar de la mujer, se basa en la detección oportuna mediante el Papanicolau, citología cervical, estudio que permite identificar la presencia de células anormales antes de que se transforme en cáncer.
El estudio de Papanicolau debe realizarse una vez al año en todas las mujeres que hayan iniciado vida sexual, indica la Dra. Barbero.
En caso de que el resultado del Papanicolau sea anormal, se hará un segundo paso que es realizar una colposcopia, un examen visual del cuello uterino con ayuda de un lente de aumento, el cual permite identificar lesiones sospechosas y tomar biopsias para su análisis. Idealmente las mujeres deben acudir con un médico capacitado como un ginecólogo colposcopista o un gineco-oncólogo.
Una vez que se ha diagnosticado una lesión, se deberá identificar si es premaligna o si ya es cáncer, esto se logra con la biopsia.
Tratamiento y consecuencias del cáncer cervicouterino
Si lo que se detectó son lesiones premalignas, el tratamiento dependerá de diversos factores, incluyendo si la paciente desea o no embarazarse. En mujeres jóvenes se puede optar por tratamientos más conservadores como la conización cervical o biopsia en cono, este es un procedimiento quirúrgico en el cual se extirpa una parte del área afectada, dejando el resto de la matriz.
En mujeres de mayor edad o que no desean embarazarse se puede realizar una histerectomía, procedimiento en el cual se quita toda la matriz.
Llevar un seguimiento adecuado a estas lesiones es crucial y no basta con un diagnóstico, sino con un manejo apropiado y constante. El cáncer cervicouterino no aparece de un día para otro, y si se atiende en sus etapas iniciales, las posibilidades de evitar su progresión son muy altas.
Por otra parte, cuando el cáncer cervicouterino ya está presente, tanto el tratamiento como el pronóstico dependen de manera directa de la etapa en la que se ha diagnosticado.
Para las etapas tempranas, el abordaje suele ser quirúrgico; se realiza una histerectomía radical, la cual consiste en extirpar el útero, parte del tejido circundante e, incluso, los ganglios linfáticos. Este procedimiento debe ser a través de una cirugía abierta y no de una laparoscopia, indica la Dra. Barbero, acción que es por normativas internacionales.

En etapas localmente avanzadas, cuando el tumor mide más de cuatro centímetros o que ha invadido otros órganos, el tratamiento cambia y se vuelve más agresivo, mediante una combinación de quimioterapia y radioterapia.
Estos procedimientos suelen ser efectivos, pero conllevan efectos secundarios importantes, lo que merma la calidad de vida de la paciente, al desarrollar resequedad vaginal, problemas urinarios, dolor pélvico, inflamación de piernas o dificultad en sus relaciones sexuales, por citar algunos ejemplos.
Aunque se podría considerar que el cáncer cervicouterino es “curable”, el término correcto es “remisión”, y para llegar a esta etapa es vital diagnosticar y tratar la enfermedad en su etapa más temprana posible, lo que ayudará a reducir el daño a largo plazo.
Para concluir, la Dra. Barbero comenta que si bien, el cáncer cervicouterino puede llegar a poner en peligro la vida de las mujeres, también es una condición perfectamente evitable si se adoptan medidas preventivas desde la adolescencia.
El cáncer cervicouterino es una enfermedad persistente y silenciosa, pero también es una enfermedad de la que se ha aprendido bien a detectar y detener a tiempo.
El Centro Médico ABC cuenta con el personal y equipo necesario para brindarte la atención adecuada. En el área de Medicina Preventiva encontrará la vacuna contra el VPH, mientras que en el Centro de la Mujer podrás realizarte los estudios de Papanicolau y, en caso necesario, el Centro de Cáncer te brindará atención para tratar el diagnóstico de cáncer cervicouterino.
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