El mismo rostro, una y otra vez. Caras impresas sobre lonas de plástico cubriendo todos los rincones de la ciudad. Un ojo de pirata, un rostro sustituido por el de otro partido, huecos en los dientes trazados con plumón indeleble. Rostros caídos, rodando sobre el asfalto. Sonrisas que sustituyeron propuestas. Rostros rejuvenecidos por la magia de la computadora o el maquillaje de último minuto. El día de las pasó y no hay más candidatos, pero las toneladas de impresa con la propaganda electoral aún no tienen un destino claro. Las sombras de las elecciones saben a plástico.

, campañista de Greenpeace señala que, al menos en la Ciudad de México, la ley marca que los municipios son los encargados de recoger la basura. “Se considera la basura electoral como un residuo normal cuando realmente están detrás los partidos políticos y candidatos que han estado colocando este material impreso por todos lados”. También dice que el reglamento de elecciones del INE exige haber presentado un plan de reciclaje desde antes de empezar las elecciones, un proyecto donde se incluyan datos, por ejemplo, del tipo de resinas plásticas con que están hechos y si son reciclables. En el artículo 295, numeral 2, del Reglamento de elecciones del INE, se pide a los partidos informar sobre los materiales utilizados en la producción de la propaganda electoral. Las leyes están, pero se ignoran.


“Hay información de que la mayoría de estas lonas que fueron utilizadas para la propaganda electoral están hechas con PVC, un material complicado de reciclar. Es un plástico tóxico que muchas recicladoras no pueden trabajar. No se hizo pública esta información, ni su plan de manejo, así que no sabemos qué sucederá con este material. Esperemos que no acabe como relleno sanitario. De manera informal han lanzado comentarios sobre esto, pero no tenemos certeza y lo que realmente se vislumbra es que acabará contaminando ecosistemas”, comenta Garelli.

Lee también.

Según cálculos de diversas organizaciones, como la Fundación por el Rescate y Recuperación del Paisaje Urbano (FRRPU), la propaganda de la jornada electoral del 2024 generó alrededor de 30 mil toneladas sólo en la Ciudad de México. En lugar de reducirse, cada seis años el problema se intensifica: se pasó de 2 mil 500 toneladas en 2012 a 17 mil toneladas en 2018.

Gabriela Jiménez Casas, del Instituto de Ecología de la UNAM, señala que desde hace muchos años la problemática es la misma. “También se llega a decir, entre las innumerables promesas de campaña, que los partidos retirarán su basura, aunque en realidad lo hace el departamento de limpia. Cada quien debería responsabilizarse por su basura. El material reciclable es mucho más caro, pero la diferencia en el impacto ambiental es totalmente diferente. El plástico al final también se puede reciclar, pero realmente deberían comprobar estos procesos con la basura que generaron. Nunca se vieron los planes de manejo”.

Impacto a los ecosistemas

Las cifras marcan el ritmo por sí solas. Más de 100 años puede tardar en desintegrarse una lona hecha con materiales plásticos. Alrededor de un millón 330 mil postes sostuvieron propaganda electoral en la CDMX y hasta 50 carteles iguales fueron colocados sobre los puentes peatonales, según imágenes compartidas por voluntarios que siguieron el impacto ambiental del proceso electoral.

Garelli señala que no existen estudios específicos sobre basura electoral, pero al ser plástico se puede esperar que tenga el mismo destino que otros productos del género. “A pesar de que CDMX sea una ciudad muy alejada de la costa, también tiene impacto en ecosistemas lejanos como pueden ser los océanos. Podemos esperar que estos productos plásticos se fragmenten en microplásticos por acción de la luz solar y el viento para ser transportados muchos kilómetros desde donde se generaron. Hay estudios que detectan la presencia de microplásticos en nubes, en agua de lluvia. Es posible que se arrestran muchos kilómetros hasta llegar a lagos y ríos, e incluso el océano eventualmente”.

Según datos de la WWF, animales de 270 especies, entre mamíferos, reptiles, aves y peces han sido registrados con lesiones agudas o crónicas por causa de algún elemento plástico, mientras otras 250 especies se reportan con daños en el sistema digestivo, abrasiones internas, obstrucciones intestinales e incluso la muerte por plástico sin procesar en su organismo. Los humanos no se salvan de la ecuación. Hasta cinco gramos de este material podemos ingerir a la semana a través de la comida, el agua y el aire, el equivalente a una tarjeta de crédito.

Lee también:

La ambientalista dice que la afectación de los plásticos de un solo uso es sumamente grave en términos ambientales. “En primer lugar porque están hechos a partir de combustibles fósiles y cuando se incineran o se descomponen en rellenos sanitarios generan emisiones de efecto invernadero. De esta forma, la basura electoral contribuye a agravar el calentamiento global. Los residuos plásticos también afectan a las especies. En ecosistemas marinos se han encontrado residuos plásticos en al menos 700 especies”.

Basura electoral inunda ecosistemas por cielo, mar y tierra
Basura electoral inunda ecosistemas por cielo, mar y tierra

Futuro incierto

Para Garelli lo fundamental sería que la propaganda electoral impresa estuviera prohibida en todo el país. “Lo que ya no debería suceder es que los procesos electorales estén acompañados con inundaciones de basura porque ya estamos en otros tiempos y los partidos tienen que actualizarse y responder a esta realidad”. Agrega que en medio de una crisis climática es inadmisible que los partidos políticos contribuyan al deterioro ambiental.

“Debería haber estímulos o nuevas formas para hacer campañas. Lo vimos en la pandemia. Es posible llegar a la gente, es posible llegar a las masas a través de formas alternativas de comunicación: herramientas digitales, redes sociales. Se puede innovar, pero no entendemos por qué no se buscan este tipo de alternativas para llegar a la ciudadanía”. Por su parte, Jiménez afirma que se debería implementar un programa de multas a los partidos para el manejo adecuado de sus desperdicios.

La académica del Instituto de Ecología comparte la visión de que es importante que se focalicen otros medios para hacer proselitismo y sobre todo en estas épocas. “En las redes sociales se puede manejar muchísima información que les llegaría con más facilidad a los jóvenes que es un público muy importante. Además estarían las propuestas más allá de un rostro y un nombre. Agrega que México aún es un país de gente joven que son los futuros votantes. “Faltó visión en los jefes de campaña”, puntualiza.

“Al final, ese rostro grabado en plástico terminará en un vertedero y fragmentos de él, probablemente, en el océano y en el estómago de una tortuga. Hay cinco islas de plástico en los océanos que se alimentarán con este material porque no creo que los candidatos hayan tenido tantos admiradores como para que alguien se lleve su imagen impresa para colgarla en su cuarto”.

Lee también:

Algunas instituciones y diseñadores han lanzado diferentes productos (como bolsas, manteles, camas para mascotas y macetas) con el material electoral desechado, pero esta producción es mínima para las dimensiones del problema. Gabriela Jiménez señala que las acciones de reciclaje en México son acciones hormiga que se pueden comparar con los llamados robos hormiga, es decir, tienen impacto, aunque no sean acciones tan perceptibles. “Esto sucede con el pet, reunir las tapas de las botellas que funcionan para pagar tratamientos de cáncer, con las diferentes estrategias que cada quien ocupa en su hogar para utilizar y reutilizar materiales de desecho. Al final hay un beneficio. Se trata de acciones que tendrían que ser aún más contagiosas. Se hace en México, aunque no se note”.

A nivel de políticas públicas, Gabriela Jiménez señala que quizá funcionaría estimular prácticas como el trueque, esas acciones de intercambio que se hacían desde la época prehispánica. “También en las escuelas sería importante que los niños tuvieran estímulos o regalos como libros o estuches de pintura, mediante la entrega de materiables reciclables. Antes se acostumbraba el concurso de reunir periódicos, ahora ya no es tan común el consumo del periódico impreso, pero se tendrían que recuperar estas acciones. El asunto es simplemente responsabilizarse por juntar y separar nuestra basura para que sea posible el reciclaje”.

La académica apunta a que deberían fortalecerse los planes de estudio en educación básica con materias de educación ambiental que pesen más y donde realmente se estimulen acciones concretas. De esta forma, las nuevas generaciones también podrían aprender a ser buenos consumidores y oponerse rotundamente cuando un candidato les quiera vender algo sin ideas, pero plasmado en una bomba de basura de la que no se responsabilizará y acabará generando problemas ambientales a pequeña y gran escala.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios