Científicos
han diseñado un sistema para determinar la capacidad de filtración de diversos materiales, candidatos para la fabricación de mascarillas y cubrebocas ante el desabasto de materiales y la incapacidad de producción.
Expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) presentaron un sistema diseñado a partir de conocimientos científicos y técnicos sobre filtración de partículas del coronavirus y evalúa los requisitos que convierten el uso de una mascarilla en efectivo y seguro.
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La validez de dispositivos de protección alternos depende de la eficiencia de filtración del material , el ajuste del dispositivo al rostro y el objetivo de la filtración, que puede ser colar la emisión de partículas de una persona enferma, o la filtración de partículas del “aire ambiente” inhalado por una persona sana.
Este sistema no es una alternativa a los protocolos de certificación que cumplen la normativa para las mascarillas quirúrgicas ; sin embargo puede ser tomado en cuenta por las autoridades de la salud y por quienes toman las decisiones de qué tipo de mascarillas se van a probar, como para los laboratorios que hacen las pruebas que diagnostican la enfermedad.
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María Cruz Minguillón
, representante del estudio del IDAEA-CSIC señaló que “el SARS-CoV-2, de un tamaño de unos 100 nanómetros, viaja por el aire; diversos estudios muestran que estas partículas que se emiten al respirar, vocalizar, toser, estornudar y respirar son inicialmente similares”.
“Pero al emitirse al aire se hacen más pequeñas cuando se evapora el agua que contienen. Las partículas gruesas tienden a depositarse con rapidez, pero las más finas permanecen en suspensión durante horas o incluso días. El virus puede permanecer activo en suspensión en el aire más de tres horas ”, añadió.
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