Madrid.— , especialmente tras la pandemia, lleva a los principales destinos turísticos mundiales a articular medidas de contención, en un intento de conjugar la vida de los locales con el desarrollo de una actividad de ingentes ingresos.

Además de las limitaciones a los pisos turísticos, las autoridades se afanan en dar con medidas que ordenen el turismo, como tasas turísticas, cupos de entrada, o incluso poner trabas a influencers.

Por el momento, y en general, en América Latina el fenómeno es el contrario, ya que lo que se busca es ampliar los flujos de turistas, si bien ya han aparecido movimientos de protesta y algunas restricciones.

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Venecia, Italia, que recibe 30 millones de visitantes al año, fue la primera ciudad del mundo en cobrar una entrada para quienes la visitan pero no pernoctan, aunque los lugareños lo consideran insuficiente.

La más activa es Ámsterdam, que lleva años tomando medidas para limitar el turismo. Hay que pagar una tasa de casi 17 euros por persona y noche, y su última medida es un freno en las licencias para la construcción de nuevos hoteles y la reducción de cruceros fluviales, además de desalentar el turismo de sexo y drogas.

En Suiza las quejas se focalizan en la atracción provocada por influencers en redes sociales. Es el caso de Iseltwald, que comenzó a recibir de forma inesperada miles de turistas asiáticos después de que se rodara una serie de televisión surcoreana, lo que llevó a las autoridades a cerrar al público el embarcadero local donde se filmó una escena.

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