Los sismos que han golpeado a México en años recientes han impulsado poco la cultura del seguro entre la población, mientras los datos muestran que una familia que pierde su vivienda por un evento catastrófico y que no cuenta con esa protección financiera puede tardar hasta diez años en restablecer su patrimonio.

A pesar de que el país se encuentra en una zona altamente sísmica, la penetración del seguro de daños es alarmantemente baja. Según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), apenas 7% de las viviendas están protegidas contra este tipo de riesgos.

“Todavía hay mucho camino por recorrer. Estamos hablando de que 7% de las casas tienen un seguro de manera voluntaria y otro 19% un seguro ligado a un crédito hipotecario. En la suma, en promedio una de cada cuatro viviendas tiene algún tipo de protección”, dijo en entrevista con El Universal, el director de daños y autos de la AMIS, Carlos Jiménez.

“Hemos visto un incremento en algo que es muy importante, que es la identificación, pero sobre todo estar conscientes de que ahí está el riesgo y que puede poner en peligro nuestro patrimonio.

Contar con un seguro de daños no solo facilita el proceso de recuperación, sino que también aligera la carga económica de las familias afectadas. Sin embargo, el reto en México radica en generar conciencia sobre la importancia de adquirir una cobertura que, aunque vista como un gasto innecesario por muchos, puede ser clave para garantizar la estabilidad financiera en caso de una emergencia.

“Hemos hecho algunos ejercicios en condominios y podemos decir que en promedio la recuperación cuando no se tiene un sistema de aseguramiento que me ayude tener los recursos, puede llevar de 8 a 10 años y esto no necesariamente significa recuperarme mejor, sino llegar al punto donde estaba. Cuando se cuenta con un seguro lo más importante es que se cuenta con el recurso de manera inmediata para hacer la reconstrucción”, dijo el especialista.

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Los sismos de 2017 que afectaron a diversas regiones del país, son un recordatorio claro de la urgencia de actuar. Los daños materiales ocasionados por estos fenómenos alcanzaron cifras comparables a las registradas tras el reciente impacto del huracán Otis en Acapulco, con pérdidas estimadas en casi 2 mil 100 millones de dólares. Quitando el costo que significó la pandemia de Covid-19 que rebasa los 3 mil millones de dólares, los siniestros con mayor impacto en el sector asegurador en México tienen que ver con eventos catastróficos ocasionados por desastres naturales.

“Nos tiene que llevar a una conciencia del seguro voluntario; es decir, yo hacerme cargo, de lo contrario, si estoy esperando a que vengan acciones externas a retribuir el daño esto me puede dejar en condiciones de pobreza, me puede dejar en deudas, me puede dejar sin patrimonio y esto es muy delicado porque entonces hay que reconstruir la vida personal, familiar, y empresarial”, dijo.

El especialista subrayó que los gobiernos tienen una tarea importantísima en términos de la regulación, la cual debe ser moderna, actualizada y muy robusta para que las construcciones, ya sea la de edificios viejos que implican otro mantenimiento, pero en el caso de las nuevas edificaciones tienen que nacer con una gestión de riesgos, hacer que el desarrollo sea mucho más resistente. Al mismo tiempo, la academia tiene un papel fundamental en el estudio de las estructuras, materiales, así como investigación geofísica y tener ciudades resilientes.

Así, es necesario incrementar la cultura de la prevención a través de campañas informativas, incentivos fiscales y la colaboración entre el sector público y privado es esencial para que más mexicanos accedan a la protección que necesitan. Es indispensable que las autoridades y empresas aseguradoras trabajen en conjunto para sensibilizar a la población sobre los beneficios de estar preparados frente a fenómenos naturales que, en un país como México, son inevitables.

“Estamos viendo eventos con mucha mayor severidad. Está creciendo el número de impactos, el número de daños y el importe de los mismos. Esto derivado de que los fenómenos están siendo más extremos”, recalcó.

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EMPRESAS ALTAMENTE VULNERABLES

Con una alta frecuencia de eventos sísmicos y, la falta de cultura aseguradora sigue exponiendo a miles de negocios a enormes pérdidas económicas, las cuales podrían mitigarse con una cobertura adecuada.

México registra más de 90 sismos anuales con una magnitud superior a los 4 grados en la escala de Richter, según datos del gobierno de la Ciudad de México. Este fenómeno convierte a la adquisición de un seguro en una prioridad que pocas empresas y propietarios están tomando en serio.

“El mercado global de seguros de daños ha experimentado un notable crecimiento, impulsado por la actualización de sumas aseguradas y el crecimiento natural de las empresas. Sin embargo, la penetración sigue siendo baja, especialmente en los seguros personales para viviendas y en las Pymes. Contar con un seguro es una medida preventiva fundamental para mitigar los impactos económicos y protegerse frente a siniestros inevitables como sismos y huracanes", comentó la socia responsable de daños de Grupo Interesse Verenice Mecalco.

Las cifras son alarmantes. Entre 2020 y mediados de 2023, el seguro de terremoto y erupción volcánica cubrió siniestros que promediaron 3.7 millones de pesos diarios, según AMIS. Las oficinas, viviendas y espacios públicos como tiendas departamentales y hoteles fueron de los más afectados. Estos datos evidencian que los efectos de los sismos no distinguen sectores ni tamaños de empresas.

El contexto de México agrava esta situación, ya que cerca del 40% de su territorio está expuesto a desastres naturales como sismos, inundaciones, incendios o huracanes. Además, el Banco Mundial señala que el 68.2% de la población y el 71% del PIB están en riesgo de sufrir los efectos de catástrofes naturales. En este escenario, asegurar los bienes empresariales no es una opción, sino una necesidad para garantizar la continuidad de las operaciones ante un desastre.

"Tener una póliza de seguro es una protección para los bienes muebles e inmuebles de la empresa ante una pérdida económica derivada de los daños causados por eventos derivados de la naturaleza, como los sismos. Así, en caso de que ocurra, las empresas podrán contar con recursos destinados a la recuperación de la pérdida", dijo la subdirectora de autos, daños y fianzas en Eikos, Alicia Martínez.

“A MI NO ME VA A PASAR”

Para el especialista de la AMIS, en términos generales, en el país se tiene una cultura de “a mí no me va a pasar”, aunque se hayan tenido siniestros significativos en años recientes. Sin embargo, para el segmento de la población interesado en protegerse, existen cada vez más productos más accesibles y puede analizar la contratación de un seguro a partir de los siguientes escenarios.

“Lo más recomendable es responderse tres preguntas: ¿Qué quiero asegurar? ¿Frente a qué riesgos me quiero proteger? y una de las más importantes es ¿por cuánto lo quiero proteger? Puedo asegurar todo el valor o tener una protección muy amplia en el caso de que haya un accidente o incurra en responsabilidad civil. Empecemos por la vida cotidiana. Hagamos una reflexión de a qué riesgos estoy expuesto”, dijo.

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