Para Guerrero, la devastación que causó el huracán Otis el pasado 24 de octubre se suma a una lista de factores que en los últimos años han convertido a ese estado en uno de los más marginados, señalaron expertos.
En esa entidad, 60.4% de su población vive en situación de pobreza y a tres años del golpe que significó la pandemia de Covid-19, enfrenta una nueva crisis que daña a la economía y amenaza con agravar la miseria de su gente.
Guerrero fue el tercer estado con mayor pobreza en 2016, pero en 2018, 2020 y 2022 subió al segundo lugar, sólo detrás de Chiapas, según el Coneval.
El año pasado, seis de cada 10 guerrerenses vivían en la miseria, y entre ellos casi tres enfrentaban pobreza extrema, lo que se relaciona a que es uno de los cuatro estados con el menor nivel de ingresos por habitante de todo el país.
En promedio, al segundo trimestre de 2023 el salario de un guerrerense promedio era de 4 mil pesos mensuales, por debajo del salario mínimo mensual promedio que es de 6 mil 210 pesos, de acuerdo con cifras oficiales.
Definitivamente es posible que suban la pobreza y la pobreza extrema luego del paso del huracán Otis, ya que ésta tiene un factor multifuncional, dijo Raymundo Tenorio, profesor emérito del Tec de Monterrey.
Para ser considerada pobre, una persona debe tener al menos una de seis carencias sociales: rezago educativo, servicios de salud, seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda, alimentación e ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias.
Tras el huracán, las familias del estado, en particular en Acapulco, quedaron sin servicios básicos, vivienda, escuelas e ingresos, y se desconoce por cuánto tiempo seguirán así.
Al ser Guerrero “una economía tan endeble”, enfrentará afectaciones por el impacto de Otis, como un aumento de la pobreza y se revertirá la disminución de la pobreza extrema que se registró de 2018 a 2022, dijo la directora de México, ¿cómo vamos?, Sofía Ramírez.
La devastación por el huracán “va a ser un golpe terrible”, explicó, pues aunque aparentemente la actividad comercial es el principal sector productivo de Guerrero, en realidad es el turismo el motor que impulsa el desarrollo y, “cuando le das un golpe tan fuerte, estás fastidiando la economía del estado”.
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Situación precaria
Una persona con una cuenta de banco, trabajo formal y un fondo de ahorro para el retiro es más probable que salga adelante que quien no tiene ninguna prestación porque labora en la informalidad, dijo Ramírez a EL UNIVERSAL.
“A diferencia de Quintana Roo y Baja California Sur, donde el empleo en el turismo tiene estructura formal, el sureste tiene una dinámica informal, como en Guerrero, donde la mayor parte de la población trabaja sin prestaciones de ningún tipo”, agregó.
“Los elementos que tiene la gente para poder salir adelante son mucho menores, porque se quedaron sin fuente de empleo, sin changarro, sin chamba, por eso vemos saqueos, porque lo perdieron todo y eso pasa en sociedades tan precarias de origen”, subrayó.
De acuerdo con Data México, cerca de 78% de los guerrerenses trabajan en la informalidad. Esta entidad del sureste es una de las que registraron un menor progreso social en 2021, al ubicarse en el sitio 31 de 32. Además, está en el lugar 23 en seguridad personal, en el 32 en disponibilidad de agua dentro de la vivienda, y en la posición 30 en calidad de la vivienda.
El avance que logró Guerrero entre 2015 y 2018 en bienestar fue similar al de los estados más ricos, pero cuando llegó el confinamiento por la pandemia de Covid-19, el retroceso en este factor se dio al doble, explican.
Esta entidad tiene otros problemas, como la falta de Estado de derecho y altos niveles de inseguridad, dijo.
“Es muy probable que Guerrero necesite crecer a una tasa de 10% para llegar a niveles prepandemia, porque si vemos los indicadores de productividad y el PIB (producto interno bruto) per cápita, siempre sale al final de la fila”, opinó Ramírez.
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