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Si bien se registra un crecimiento en el consumo de acero en el país, en lugar de que se adquiera producción nacional, las importaciones “no dejan de crecer”, aseguró el director general de la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero (Canacero), Salvador Quesada.

En 2017 la importación de productos siderúrgicos creció 7.3%, a pesar de que está subutilizada la capacidad instalada del sector en el país, al ubicarse en 68%.

Con Estados Unidos se registró un saldo comercial desfavorable de 1.3 millones de toneladas en productos laminados, resultado de exportaciones de empresas instaladas en México por 1.8 millones de toneladas, contra importaciones por 3.1 millones.

En general, en 2017 las importaciones totalizaron en 14 millones 909 mil toneladas de acero, mientras que los envíos de empresas nacionales al extranjero se ubicaron en 5 millones 194 mil toneladas, considerando una producción de 20 millones de toneladas, según el Reporte anual 2017 de Canacero. “El consumo crece, la producción sube y las importaciones también. Nos preocupa que el consumo se lo sigue jalando la importación de acero”, dijo Quesada.

Aunque crecen las ventas internas de productos de diferentes familias del acero, el incremento se atiende en buena medida con materiales que llegan del extranjero, expuso.

Las importaciones llegan al país sobre todo de Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, China, Canadá, Alemania, Taiwán, India e Italia. De acuerdo con la Canacero, el consumo cerró 2017 en 29.7 millones de toneladas, es decir, que tuvo un aumento de 4.4% con respecto a 2016.

Los productos con mayor crecimiento en su demanda fueron los laminados largos y tubos sin costura y laminados planos, detalla el reporte al cierre del año pasado.

Pero, mientras los laminados planos crecieron 5%, la producción se mantuvo sin cambios con un incremento marginal de 0.1%. En tanto, pese a que los laminados planos aumentaron su consumo en 8%, la producción disminuyó 1.6%.

En el caso de los largos y los tubos sin costura la demanda subió 8% y 12%, mientras que la producción subió 0.5% y 16%, respectivamente. La producción mexicana llegó a 20 millones de toneladas anuales, cifra menor a la capacidad instalada, que se estima en 29.5 millones de toneladas.

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