La industria de la construcción es uno de los motores económicos más poderosos de México, pero también uno con un gran impacto ambiental. Cada edificio que se levanta o se demuele deja tras de sí toneladas de materiales que carecen de un manejo más apropiado que sólo la disposición de los mismos en otro sitio. Prácticamente, hablar de reciclaje de materiales de construcción está fuera de la conversación y es urgente convertirlo en prioridad.

Actualmente, se estima que alrededor de 3% de los residuos de construcción y demolición se reciclan en nuestro país, lo que refleja un rezago preocupante frente a regiones como Europa, donde la reincorporación de materiales reciclados es obligatoria y alcanza niveles superiores a 70%. La diferencia entre la adopción del reciclaje y de la reincorporación de este tipo de materiales en nuevas obras es el marco regulatorio y la certeza cultural en que el reciclaje y los productos reciclados funcionan.

Además, en el país, la falta de reciclaje de residuos de la construcción es un problema de infraestructura y regulación ineficiente. México carece de un marco regulatorio homologado que integre la circularidad como eje central para dar forma a un verdadero mercado de materias secundarias. Si bien existen leyes y normas —como la Ley General para la Prevención y Gestión de los Residuos o la NOM 161— su aplicación varía entre estados y la informalidad del sector limita la trazabilidad. Existen avances, como la NACDMX-007-RNAT-2019 en la Ciudad de México que impulsa la circularidad, y estados como Nuevo León y Jalisco están trabajando en sus propias iniciativas, pero sigue siendo insuficiente para impulsar una transformación profunda en todo el país.

No obstante, el reto viene acompañado de una gran oportunidad. Implementar un modelo de economía circular en la construcción tendría múltiples beneficios, como reducir la presión sobre los recursos naturales, disminuir la huella ambiental, generar empleos especializados y ofrecer ahorros económicos a largo plazo. Además, la optimización de procesos y la innovación en trazabilidad ya permiten garantizar la calidad de los materiales reciclados, superando uno de los principales obstáculos para su adopción masiva.

En la industria de la construcción, algunas empresas están abriendo camino con centros de reciclaje y productos circulares que integran residuos de las obras en nuevas mezclas de concreto. Pero un esfuerzo aislado no basta, se requiere una alianza entre gobierno, empresas, academia y sociedad para avanzar hacia un diseño de edificaciones más intencionado, donde los materiales puedan reincorporarse a las nuevas obras.

Por ejemplo, alcanzar 20% de reciclaje en cinco años y aspirar a 70% a largo plazo sería una meta adecuada y urgente para que México se posicione como un país con construcción sostenible.

Sin la unión y coordinación de estas voluntades nos espera el peor de los escenarios, desde el agotamiento de los recursos naturales hasta la insuficiencia de los centros de disposición. Si bien el desconocimiento puede limitar la adopción de materiales reciclados en la construcción, este modelo sustentable ya ha probado su eficacia en Europa. Específicamente a las afueras de París, un complejo de vivienda social construido con concreto 100% reciclado, un ejemplo de que sí es posible combinar materiales reutilizados y otros insumos sostenibles sin comprometer la calidad, ofreciendo así viviendas dignas.

En México y el mundo ya no hay espacio para dudas, la construcción debe basarse en un esquema sustentable o no tendrá futuro. El momento de decidir, y tomar acción, es ahora, y la responsabilidad es de todos.

*Especialista en Economía Circular en Holcim México

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