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Al hablar de emprendimiento, las mujeres son minoría. A pesar de que ellas constituyen prácticamente la mitad de la población, no sólo en México sino en el mundo, si se trata de arrancar una empresa, las que se aventuran en este camino son menos que los hombres. No es porque ellas tengan menor capacidad, ni por falta de ganas, sino porque se enfrentan a muchas más barreras que los hombres que las limitan no sólo para emprender, sino también ya que lo hicieron.
En este sentido, el principal obstáculo se relaciona no con el financiamiento —la principal barrera al que se enfrenta cualquier emprendedor— ni con otra situación más bien técnica, sino con la cultura. Entre el éxito y la mujer emprendedora se atraviesa ese factor educativo que hace que ellas tengan asignadas tareas del hogar y de cuidado de los más vulnerables o que carezcan de apoyo familiar para iniciar un negocio.
El grado de dificultad varía conforme su posición económica, pero las barreras son comunes para todas, coinciden varios estudios.
Según un análisis de varias organizaciones, entre ellas, la Fundación Banorte, el IPADE y la Aspen Network of Development Entrepreneurs, el cual tomó en cuenta tanto a micro empresarias constituidas legalmente como a empresas de cinco empleados o más, para las mujeres, entre los desafíos más difíciles son estas barreras culturales y sociales.
Para que ellas puedan alcanzar y desarrollar su máximo potencial en el sector y dejen de fracasar, necesitan superarlas.
“Esto incluye el reconocimiento y redistribución del trabajo de cuidado, además del apoyo familiar, que incluye contar con apoyo moral, y el sentir motivación por parte de la familia, además de contar con modelos a seguir. Esto es importante en México, porque el papel de la familia es primordial”, sostiene el estudio Creando oportunidades. Fortaleciendo el ecosistema para emprendedoras en México.
La conclusión de otro estudio elaborado por el Failure Institute, éste enfocado a mujeres de bajos recursos que emprenden negocios en su mayoría informales, va en el mismo sentido: El problema más grande que tienen estas mujeres es la falta de división del trabajo doméstico y es la primera causa de fracaso.
“Es un tema muy cultural. Las mujeres solemos estar a cargo de los más vulnerables de la comunidad, es decir, niños, ancianos y enfermos, y al hombre se le suele ver como un proveedor. Cuando los dos roles los tiene la mujer, ser proveedora y además la cuidadora de los más vulnerables, las cosas se ponen complicadas porque implica tiempo y energía”, explica Leticia Gasca, directora del Failure Institute.
¿Emprendimiento femenino?
Ojalá llegue un día en el que no haya distinción porque ambos géneros tienen las mismas oportunidades, pero hoy importa hablar de emprendimiento de mujeres.
“Cada vez es más aceptado que las mujeres se enfrentan a obstáculos mayores”, justifica el estudio realizado por el conjunto de organizaciones. Ellas son minoría y son importantes porque forman una parte fundamental de su comunidad (y de la sociedad en general) y que ellas triunfen, hará que a su vez su localidad se fortalezca y con ello, la economía del país.
En el caso de las mujeres estudiadas por el análisis realizado por las fundaciones, éstas están movidas por el espíritu emprendedor, la flexibilidad de horarios y la independencia económica que les da un negocio propio o la intención de realizar un cambio genuino en la sociedad. En el caso de las mujeres de bajos recursos, están motivadas principalmente por necesidad.
Sea cual sea la motivación (derivada de la posición social), ellas son vulnerables.
En el caso de las mujeres de bajos recursos, éstas se enfrentan a una suerte de círculo vicioso que no permite que sus negocios prosperen.
Por ejemplo: Una mujer que tiene su negocio pero que cuida de un enfermo, tiene que llevarlo al doctor varias veces al mes. Es probable que el centro de salud le quede lejos —las grandes concentraciones de población menos favorecida está en las afueras de la ciudad— y además, debe ir en transporte público porque no tiene para un taxi. Y todo esto repercute en el negocio porque estos días, no opera y genera pérdidas.
La barrera es pareja. No importa que tengan hijos o no o que sean solteras o sean casadas.
“Sería interesante ver qué es lo que pasaría si más de estas mujeres trataran de negociar con su pareja y con sus hijos la distribución de labores de la casa”, asegura la especialista. Es algo que ellas consideran su deber e inamovible.
Poco menos de la mitad de estos negocios (41%) dejó de operar en la etapa inicial, cuando se tienen los primeros clientes y los productos están recién listos, lo cual demuestra que pasar de esta etapa a la del crecimiento y la aceleración es muy complicado, para todos en general.
Estas mipymes son, en gran medida, itinerantes, ubicadas en el sector de servicios y basadas en venta de productos a la red personal y relaciones de confianza generadas por estas mujeres. Si la mujer no tiene certidumbre del local o el lugar donde se coloca para la venta, como suele ser porque venden en mercados o en la calle, la mayoría de las veces, la reubicación en otro punto de venta se vuelve una causa de fracaso. Ésta es la segunda razón que lleva a las mujeres a cerrar la cortina. Ellas pierden la red de contactos, y sus negocios fenecen.
En su gran mayoría, los negocios de las mujeres de bajos recursos empiezan con un préstamo familiar o de un amigo o con ahorros. Así, el acceso a recursos y temas relacionados con el dinero están también entre sus problemas.
No sólo para las mujeres de bajos recursos en la informalidad sino para las dueñas de compañías, ya sea pequeñas o medianas, pero formalizadas. En el caso de las primeras para acceder a ello, en las segundas, enfocado al acceso de financiamiento que cubra sus necesidades.
Para las mujeres de bajos recuros, el financiamiento es un problema y un doble reto, primero para acceder y luego para hacer buen uso, explica Gasca.
Sin saber dar crédito
Para ellas, la tercera causa de fracaso es la incapacidad de manejar el crédito que dan a clientes. Estos negocios, al estar basados en redes de confianza, dar a pagos o en plazos como incentivo de compra es algo común, y se les sale de las manos. Cuando su cliente no paga, ella absorbe el costo, y si no paga, asume la pérdida.
Además, la falta de educación financiera se vuelve un enemigo. 71% no completó sus estudios por lo que no tienen conocimientos suficientes en temas de contabilidad y planeación estratégica, lo cual se vuelve una limitante.
Este mismo problema pero con distintos matices se presenta en las mujeres de mejor posición económica que tienen su negocio en la formalidad. Ellas necesitan mejor acceso a financiamiento adecuado y que esté vinculado con el desarrollo de sus capacidades, diagnostica el estudio de Fundación Banorte.
“(Es necesario) desarrollar un paquete de productos y servicios hecho a la medida para las pequeñas empresas en crecimiento lideradas por mujeres, que integre opciones financieras especializadas y adaptadas, acompañadas de apoyo en el desarrollo de capacidades y asistencia técnica especializada, con acceso a coaching y redes de mentoría”, diagnostica el estudio.
Pero algo que llama la atención de ellas, asegura la especialista, es la manera en la que las mujeres se levantan de sus fracasos y siguen.
“Era emocionante ver cómo te cuentan sus fracasos pero también cómo se levantaron, me hace pensar en el concepto de emprendedor serial. Siempre pensamos en los emprendedores de la Roma o la Condesa, pero ellas también lo son”, dice la directora de Failure Institute.