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Un día, Celinne Da Costa renunció a su trabajo en un corporativo en Nueva York, hizo sus maletas y decidió probarse a sí misma. Tenía la meta de hacer un experimento social en el que viajaría alrededor del globo confiando en docenas de extraños con los cuales, de alguna manera, conectaría a través de sus propias redes sociales, para que la hospedaran durante su travesía.
A Celinne no se le olvida que dejar su trabajo estable y cómodo dentro de un corporativo para perseguir su sueño se convirtió en un “pensamiento terrible” que le hacía dudar en dar marcha atrás.
“La verdad es que no tenía manera de garantizar si los riesgos que iba a tomar funcionarían, claro, precisamente es por eso que son riesgos”, cuenta en su blog.
Y utiliza una metáfora que dijera Steve Jobs: “No puedes conectar los puntos mirando hacia adelante, sólo los puedes conectar mirando hacia atrás. Entonces tienes que confiar que los puntos de alguna manera van a conectar con tu futuro. Tienes que creer en algo, karma, destino, lo que sea”. Hoy ha escrito un libro y vive viajando y escribiendo su blog.
Tiempo después de haber tomado esa decisión, se dio cuenta, que al menos, para su caso, el gigante de Apple tenía razón. Ella sólo pudo darse cuenta de que había valido la pena una vez que se había lanzado al vacío.
Lo que la creadora de contenidos asegura es aunque tomar riesgos es incómodo y aterrador, cuando se tiene una visión clara del tipo de vida al que se aspira, el resultado, sea o no sea como lo esperamos, valdrá la pena.
En eso coinciden especialistas. “Siempre he estado convencida de que hay que arriesgar, sobre todo si quieres crecer. Las zonas de confort no son sanas en ningún sentido, por desgracia hay mucha gente que sí está en zonas de confort y que las busca, pero no es el camino del crecimiento ni para un ascenso ni una promoción importante”, asegura Arleth Leal, directora asociada de Red Ring, una empresa especializada en recursos humanos.
Sin embargo, dejar lo conocido para aventurarnos en lo que no se conoce no es nada sencillo, de ahí que instalarse en una zona de confort sea lo más común que puede pasarnos.
Anne Kreamer, autora de varios libros sobre carrera profesional, entre ellos, Risk/reward: Why intelligent leaps and daring choices are the best career moves you can make (en español Riesgo/recompensa: por qué los saltos inteligentes y las elecciones atrevidas son los mejores movimientos profesionales que puedes hacer), sostuvo una investigación durante tres años precisamente para hacer este libro, y entre los muchos hallazgos que tuvo fue encontrar que como seres humanos, estamos hechos para resistirnos a renunciar a lo conocido por lo desconocido.
“Ninguno de nosotros tolera bien la ambigüedad, especialmente cuando las pérdidas y ganancias apuntalan nuestros medios de vida o la felicidad proyectada a largo plazo de nuestras familias”, explica.
Está relacionado psicológicamente con la manera en la que reaccionamos. Eso explica por qué aunque estemos pasando por tiempos económicos difíciles, las personas se aferran a trabajos insatisfactorios en vez de apostar por otra cosa que tiene probabilidades inciertas pero que podría ser mejor a la larga.
Aun así, es posible tomar acciones acertadas aun rodeadas de riesgo, explica en un texto para la Harvard Business Review.
“El mayor riesgo para tu carrera es no tomar ningún riesgo”, sostiene.
Para llegar a buen puerto, todo esto pasa por un profundo análisis interno. Alain de Matteis, coach de la consultora Brújula Interior, recomienda primero que te preguntes qué es lo que quieres obtener en tu vida laboral, porque esto va a ayudarte a determinar qué movimiento tendrías que dar. Esta respuesta está relacionada con las más profundas aspiraciones del individuo y en este sentido, deberían superar la recompensa más inmediata: El dinero.
“La gente que dice que su objetivo en su vida profesional es el dinero, luego suele vivir frustrada porque la compañía los va guiando hasta que llegan a un lugar en el que no querían estar. Tienen la validación externa porque son presidentes, vicepresidentes, pero por dentro no hay una conexión con su interior, no les llena por dentro, entonces aparece el vacío y la frustración”, explica.
Ahora bien, cuando se tiene claro el objetivo de la propia vida laboral o de lo que se quiere hacer en esta vida, ¿Cómo tornar estas inquietudes en decisiones sabias? Porque el caso de Celinne es inspirador, dejar de un día para otro el trabajo e ir en búsqueda de los sueños propios… sin embargo, hacer algo así no necesariamente tiene todas las posibilidades de éxito al lado.
Es decir, que es importante tomar riesgos en la vida y que no tomarlos es quizá el peor riesgo porque las posibilidades de cambiar la propia vida allá afuera son inmensas y si no las tomas las pierdes y quizá no vuelvan más, pero también es importante decir que los riesgos que se toman pueden ser controlados.
Kreamer ha explorado este tema y asegura que el primer paso es construir una fuerte red de contactos. Pero no se trata de reforzar los lazos que nos unen a los compañeros de empleo o de industria de siempre, sino que está relacionado con conocer a gente que viva en otros lugares y/o que haga profesiones distintas a las nuestras. Kreamer cita al sociólogo de Stanford, Mark Granovetter, el cual descubrió que los contactos más útiles para las personas que estaban buscando nuevos trabajos no fueron sus amigos más cercanos sino más bien las personas con las que tenían relativamente “lazos débiles” pero que se habían mantenido por años.
“En suma, entre más diferentes fueron las ocupaciones de los contactos de los trabajos que ellos hacían, fueron más útiles para ayudarles a hacer un cambio de carrera”, explica Kreamer en el texto para la Harvard Business Review.
El siguiente consejo es el de, si se quiere hacer un cambio por completo de carrera, hacerlo poco a poco, “necesitamos romper los problemas en pequeñas acciones”, explica la especialista. Es decir, si tienes un trabajo administrativo y quieres volverte cocinero, es mejor que pruebes vendiendo algunos pasteles antes de lanzarte a poner tu propia pastelería.
Se vale equivocarse
Pero siempre se valdrá equivocarse. Porque hay que enfrentarlo: Estas decisiones también tienen la posibilidad de que salgan mal y tenemos que saberlo para valorar también esta posibilidad. “Un cambio puede representar un riesgo y un riesgo negativo, o sea, que las cosas no salgan como tú las esperabas, pero hay quien se equivoca hoy y le puede dar la vuelta fácilmente, por el dinamismo del mercado. Puedes equivocarte, regresarte un poco y volver a empezar”, sostiene Arleth.
Además, de nuestro lado está que las carreras profesionales no se trazan en una misma empresa como sucedía hace años. Hoy es común —e incluso deseable— que consideres realizar un movimiento de puesto a otra compañía.
Cabe decir que a pesar de que tomar riesgos es sano, es importante también analizar el mejor momento para hacerlo. Hoy el mercado laboral mexicano vive una incertidumbre que lo mantiene parcialmente parado y en expectativa con respecto a una serie de variables, como las elecciones, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la guerra comercial desatada por Donald Trump y ahora, la crisis por las familias de migrantes separadas.