Estamos entrando en un momento del año en que la agenda político-financiera impactará en la volatilidad de los mercados, y ya sea de naturaleza interna o externa, ésta tendrá incidencia en variables económicas. Por su naturaleza, veremos un mayor impacto en el tipo de cambio y en otros casos, dependiendo de los resultados en variables de mayor envergadura, en el crecimiento del PIB y la trayectoria de deuda.

Los elementos políticos internos son quizás los que alimentarán los mayores movimientos en el corto plazo. En particular, la muy probable aprobación de la reforma al poder judicial y la desaparición de los organismos autónomos son los eventos que generarán una mayor depreciación del peso a lo visto en el último par de semanas; y si bien no es el único factor para considerar, es uno de los elementos que hará que el tipo de cambio se mantenga alto prácticamente hasta el cierre de año. También no habría que olvidar que éstas no son las únicas propuestas que serán analizadas y probablemente aprobadas por la actual administración.

Otro factor político que alimentará lo anterior serán los resultados electorales en Estados Unidos. Sea que gane el expresidente Donald Trump o la vicepresidenta Kamala Harris, el resultado representará hasta cierto punto riesgos diferenciados en torno a la posible nueva relación México-EU. Quizás el que representaría mayor presión sería la victoria por parte de Trump, particularmente por lo vocal que ha sido durante la campaña en su nueva relación con México, en torno a temas como el T-MEC, Narcotráfico y Migración principalmente.

Pero una victoria por parte de Harris tampoco asegura que la relación bilateral sería tersa: tan sólo hay que recordar que como legisladora votó en contra del tratado en 2020 por considerar que no protegía adecuadamente al sector laboral americano, y que el manejo de la frontera y la migración ya han sido temas que también ha mencionado en su campaña. A todo lo anterior, falta un elemento adicional: saber cómo será la relación en su momento con la presidenta Sheinbaum, empezando por la retórica que cada mandatario utilice.

En la agenda del lado financiero hay varios puntos que esperar; entre los más importantes será el paquete económico para 2025 que se entregará en noviembre y el cual presentaría la estrategia a esperar en términos de ingresos y egresos, y que, como consecuencia, definirá el déficit a esperar el próximo año, el cual se espera se reduzca a entre 3% y 3.5%, y que viene de un importante -6% del PIB de este año y que llevará a una deuda neta de aproximadamente 50% del PIB.

La presentación del plan nacional de desarrollo y el de infraestructura también serán vitales para conocer exactamente la manera en que esta administración buscaría invertir, proteger y desarrollar los sectores estratégicos, lo cual seguramente llevará un proceso y un tiempo de implementación, pero que sin duda incidirá de manera importante en las decisiones de inversión y, por qué no decirlo, eventualmente en un movimiento de la calificación soberana de México.

Las implicaciones de estos temas en los siguientes meses tendrán una incidencia directa en las variables económicas del país y, por lo tanto, podrán producir momentos de mucha volatilidad. El aspecto positivo es que, a pesar de lo anterior, México sigue contando con buenos fundamentales macroeconómicos y una resiliencia probada a soportar este tipo de choques, siempre y cuando éstos sean de carácter temporal. Al tiempo

Director General Adjunto de Análisis Económico en HR Ratings

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