La operación de las empresas de alimentos enfrenta un gran problema: la elevada inflación por la recuperación, luego del gran golpe económico que generó la pandemia del Covid-19.
Estos negocios riñen, sobre todo, contra el alza de materias primas y energéticos, que provoca ajustes de precios.
Un ejemplo son las cotizaciones de los granos, que tienen al mercado con pronóstico reservado por las perspectivas negativas que hay y que se reflejan en productos básicos y de dieta indispensable de las familias mexicanas como la tortilla.
“Ahí la situación será más preocupante porque depende de un tema climático. Le pega a alimentos elementales de la canasta básica”, dijo el economista en jefe de Grupo Financiero Ve por Más, Alejandro Saldaña.
De acuerdo con datos del Inegi, el precio de las tortillas de maíz subió 15.1% durante los primeros 15 días de este mes frente a la misma quincena del año pasado.
Con información de Profeco, en algunos sitios, como en Hermosillo, Sonora, el kilo de este alimento se llegó a ofrecer en 22.55 pesos por kilo entre el 16 y el 22 de agosto, aunque hubo establecimientos en los que se vendió hasta en 27 pesos.
Reconocen impacto
Estas presiones se reflejaron en la primera mitad del año. En los reportes financieros del segundo trimestre de 2021, grandes firmas como Maseca, Bimbo o Bachoco reconocieron el impacto por el encarecimiento de insumos, y la posibilidad de seguir manteniendo esta tendencia con impactos en su operación.
“La implementación de aumentos de precios en 2021 para mitigar las presiones del costo y gastos podrían limitar el volumen de ventas adicional. Sin embargo, se proyecta que los ingresos de Gruma aumenten al año alrededor de 2% en 2021 y 2022”, explicó la agencia Fitch la semana pasada, al anunciar una mejora en su calificación en un entorno complejo de recuperación después de la pandemia.
Datos de la Profeco muestran que el precio de un kilo de huevo blanco es de 28 pesos; sin embargo, en algunos sitios del país se ofrece en 31 pesos. Este alimento llegó a dispararse a más de 40 pesos en abril.
El encarecimiento global de materias primas y energéticos ha provocado ajustes en las grandes marcas de alimentos, que enfrentan presiones por escasez de insumos y retos en las cadenas de suministro.
“Una nueva aceleración de los casos de Covid-19 ha traído nuevas restricciones, provocando paradas temporales de producción en algunos países. Mientras tanto, nosotros y los proveedores tenemos que afrontar los cuellos de botella y la escasez de materiales, mano de obra y transporte, creados por los desequilibrios entre la oferta y la demanda que también elevan los costos”, dijo a analistas el director global de Kellogg, Steven Cahillane.
Entorno complejo
Las presiones inflacionarias presentan un entorno complejo para las empresas, ante un fuerte incremento en la demanda después del confinamiento en los peores días de la contingencia sanitaria y con pronóstico reservado en los próximos meses.
“Esto debería irse disipando, la oferta, la producción debería tender a normalizarse conforme el manejo de la pandemia lo permita. Se espera que la economía mundial siga reabriendo en lo que resta del año y que esto contribuya a que los precios dejen de subir”, dijo Saldaña.
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