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Cifras recientes reportadas por el Inegi indican que la actividad económica —el Producto Interno Bruto (PIB)— de México está sufriendo una marcada desaceleración. Esto ha sido especialmente evidente en los últimos dos trimestres (de octubre 2023 a marzo 2024). Las razones son varias, pero lo atribuimos principalmente al deterioro en el sector manufacturero y la inversión privada.
Desde otra perspectiva, y en términos generales, hemos también visto un importante aumento en las importaciones en comparación con las exportaciones. Esto quiere decir que aun si los mexicanos o los residentes en México (por ejemplo, las empresas) aumentaran su gasto, el beneficio a la actividad económica estaría mitigado y favorecería, por lo menos en el corto plazo, a los países exportadores.
Esto no quiere decir que las importaciones son necesariamente malas, especialmente en el largo plazo. Por ejemplo, la importación de maquinaria que no se produce en México puede aumentar la capacidad productiva de México en el futuro, inclusive la capacidad de exportar. Sin embargo, en el corto plazo, un incremento en el déficit externo tiene un impacto estadístico negativo.
Pero no todo es negativo. El consumo, impulsado en parte por el gasto gubernamental, ha sido fuerte. Sin embargo, hay aspectos negativos aquí también. Primero, en el caso del gasto público, el resultado podría ser (si no es acompañado por un incremento en la actividad económica y en la recaudación) un aumento en el déficit y la deuda. Segundo, su impacto en la economía puede ser mitigado por las importaciones y, finalmente, un incremento en la demanda interna puede provocar mayor inflación.
A continuación, presentamos unos datos que reflejan las ideas arriba mencionadas.
Una medición que utilizamos en HR Ratings para evaluar el desempeño del PIB son los movimientos en términos de los últimos doce meses (UDM). Por ejemplo, de abril de 2023 a marzo 2024 (del 2T23 a 1T24), la economía mexicana creció 2.78%. Esto contrasta con el avance en el mismo periodo, que terminó en marzo de 2023, de 3.89%. Esta pérdida de dinamismo sugiere que el crecimiento de 2.5% para 2024 que HR Ratings había esperado probablemente tendría que ser revisado a la baja. Peor aún, las cifras de los últimos seis meses (el 4T23 y el 1T24) muestran un crecimiento (a tasa anualizada) de únicamente 1.10% contra 3.70% en el periodo que terminó en marzo 2023.
Entre los factores más relevantes que puede explicar este deterioro está la debilidad del sector manufacturero. En términos de los UDM, la manufactura en México ha sufrido una desaceleración dramática, ya que descendió de 4.96% en marzo 2023 a únicamente 0.13% en marzo 2024. En los últimos dos trimestres, el crecimiento fue negativo, disminuyendo en 1.38% a una tasa anualizada en base de la información del PIB.
Este deterioro en la industria manufacturera se explica, por lo menos en parte, por la reducción en el superávit comercial, especialmente en los últimos seis meses a abril. En estos seis meses, la métrica del balance productivo (exportaciones manufactureras menos importaciones de bienes intermedios no petroleros) que elabora HR Ratings cayó 1.9% en comparación de los seis meses que terminaron en octubre 2023.
La combinación del deterioro en el balance productivo y el todavía fuerte aumento en las importaciones de bienes de consumo no petroleros resultó en un déficit no petrolero de 2 mil 743 millones de dólares en el trimestre hasta el mes de abril. México no ha reportado déficits no-petroleros de esta magnitud desde 2016, y un breve déficit en los peores meses del Covid-19. México normalmente tiene importantes superávits no-petroleros, los cuales son importantes para mitigar el efecto de los déficits petroleros que el país ha registrado a partir de 2014.
Para entender como el sector externo afecta la evolución de la actividad económica de México, es ilustrativo analizar con detalle lo que pasó en 2023, viendo el PIB no desde la perspectiva de los sectores que generan la producción (agropecuario, industrial, lo cual incluye la manufactura, y los servicios), sino en términos de los sectores que generan la demanda que conduce a la producción (oferta y demanda). En términos generales estos son: el consumo (aproximadamente el 80% del PIB), la inversión (la demanda interna) y las exportaciones (la demanda que proviene del resto del mundo). De esta demanda, se excluyen las importaciones (la demanda que no conduce estadísticamente a la producción doméstica).
El año pasado, la demanda interna creció un notable 8.6% impulsado por un fuerte aumento de 19.4% en la inversión y un importante avance de 4.3% en el consumo. Sin embargo, el PIB creció únicamente en 3.2%. ¿Por qué esta brecha tan importante? La respuesta se encuentra en la reducción de 6.9% de las exportaciones y el aumento de 5.7% en las importaciones. En términos de dólares, durante 2023, las importaciones de bienes de capital aumentaron 20%, mientras que las importaciones de bienes de consumo registraron un incremento de 25%.
Especialmente relevante es el cambio en la estructura de la actividad económica entre el primer y segundo semestres de 2023. En el primer semestre, la inversión creció a una tasa anualizada del 30%; sin embargo, para el segundo semestre ésta disminuyó a 15% y para el cuarto trimestre fue únicamente 0.5%. Por su parte, el consumo también sufrió cierta desaceleración, pero no tan dramática. En el primer semestre de 2023, el consumo creció a una tasa anualizada de 5% y desaceleró a un todavía importante 4.0% en el segundo semestre para cerrar el año con un avance todavía fuerte de 3.4% contra el tercer trimestre.
¿Cuáles son las causas de la resiliencia del consumo? Notamos tres factores. Primero los importantes incrementos en el empleo y en los salarios. Segundo, las remesas que reciben los mexicanos desde el extranjero y, tercero, el gasto público.
Impulsado por los fuertes incrementos en el salario mínimo, los asegurados en el IMSS han experimentado importantes aumentos en sus salarios, según los reportes del Inegi. Con base en esto, e incorporando el incremento en la población asegurada, HR Ratings estima que su masa salarial experimentó un aumento de 8.8% en pesos reales en 2023, luego del avance de 7.1% real reportado en 2022.
Por su parte, el aumento en las remesas en los últimos años ha sido notorio. HR Ratings estima que, una vez convertidas a pesos, las remesas representaron 2.74% del PIB en 2018 y que para 2022 esta métrica alcanzó 4.0%. Sin embargo, su impacto en el crecimiento económico ha ido debilitándose por la desaceleración en su crecimiento en dólares nominales y por la fuerte apreciación del peso MXN. Para 2023, HR Ratings estima que las remesas que recibieron los hogares cayeron a 3.5% del PIB.
Otro propulsor de la demanda interna por medio del consumo ha sido la política fiscal que, al igual que los incrementos en el salario mínimo, tiene el fin de reducir la desigualdad y reducir los niveles de pobreza por medio de transferencias directas. HR Ratings estima que un componente de estas (las transferencias en gasto corriente del gobierno federal excluyendo estimaciones de las transferencias a entidades gubernamentales) aumentaron en 10.7% en pesos reales en 2023, mayor todavía que el incremento de 9.0% que estimamos para 2022. La relación de este gasto con el PIB es especialmente notable. Estimamos que estos gastos alcanzaron el 0.7% del PIB en 2019 y posteriormente subieron a 1.1%, 1.4% y 2.0% de 2021 a 2023. Debido a los pagos adelantados en el programa de apoyo a los adultos mayores, calculamos que ese gasto aumentó 118% en términos reales en el primer trimestre de 2024.
En conclusión, la economía está en una fase de desaceleración. Es posible que la fuerte apreciación en términos reales del peso haya afectado la competitividad internacional del sector manufacturero y ha reducido el impacto positivo de las remesas. Sin embargo, a pesar de este, el consumo sigue fuerte, pero las importaciones podrían mitigar su impacto en el crecimiento. Por su parte, el importante impulso que dio la inversión privada en el primer semestre del año pasado se ha ido disminuyendo, mientras que el alto nivel del gasto público, si fuera a continuar, podría provocar incrementos difíciles de sostener en la deuda soberana. Al mismo tiempo, este gasto, junto con el incremento en la masa salarial, puede dificultar la reducción en la inflación.
Director general de Análisis Económico de HR Ratings