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Cuando somos jóvenes parece que solo importa el día a día. Nos sentimos muy lejos de la adultez como para pensar en ir pavimentando un camino de seguridad y estabilidad financiera, de hecho, esos conceptos suenan demasiado serios como para motivarnos a hacernos cargo y cuando sí nos preocupamos, algunas veces no tenemos el capital suficiente para invertir y hacer crecer nuestra economía. En este contexto, podrían visualizarse dos problemas: el primero, la falta de educación financiera y el segundo, pensar que el patrimonio se construye de un año para otro.
Si bien, el cambio de perspectiva que generó la pandemia en muchos sentidos impulsó un mayor interés en aprender de este tema, la historia de educación financiera en México no es muy alentadora. Según el estudio realizado por la consultora Trendsity, junto a Mercado Pago en 2021, sólo 22% de los mexicanos encuestados pudieron responder de forma acertada en un examen de conocimientos financieros básicos. En tanto, una investigación realizada por el ITAM en 2020 arrojó que siete de cada 10 mexicanos presentan retraso en educación financiera.
Si analizamos esas cifras más en profundidad, descubriremos que el grupo etario con mayor estrés respecto a su situación financiera, según Deloitte, corresponde a los millennials y la generación Z, que se caracterizan también por ser las del “ya ahora”, es decir, de la inmediatez, lo que aleja de su plan de vida todo eso que signifique pensar a largo plazo. La buena noticia es que con un clic, se puede crear un patrimonio que sirva para el retiro en un par de meses.
Dentro de ese panorama, hay áreas de oportunidad que pueden ayudar a mejorar la salud financiera de los y las jóvenes de México. En el marco del Día Internacional de la Juventud, es importante también hablar de la educación que están recibiendo las nuevas generaciones y cómo pueden mejorar su vida futura haciendo pequeños cambios desde los early 20’s.
La generación Z y los millennials son nativos digitales, lo significa una estrecha relación con las nuevas plataformas de inversión, gestión y administración del dinero y de ahorro. Asimismo, tienden a explorar la oferta de servicios a detalle, más que comprometerse con una marca o una solución en particular.
Cuando algo les interesa, acostumbran a hacer fact-checking, por lo que se informan sobre las empresas. Especialmente, las personas de la generación Z se distinguen por ser sumamente cautelosas al seleccionar las compañías con las que se relacionan y así, asegurarse de que cumplan con la calidad de los productos que quieran adquirir; 46% compara activamente los precios de lo que quieren consumir y piden consejo a su familia o amigos.
Desde el lado de las fintech, el desafío está en crear soluciones amigables, cercanas y fáciles de usar que permitan a los jóvenes familiarizarse con temas que pueden parecer complejos hasta para los más adultos.
El pertenecer a la generación de la inmediatez puede también transformarse en una oportunidad, porque puede apartar el miedo de las decisiones financieras, ayudando a los jóvenes a tomar riesgos que a la larga les otorguen más beneficios y que les ayuden a entender cómo funcionan las finanzas. La tarea también es de las entidades educativas y de los gobiernos para fomentar la educación financiera a lo largo de todo el ciclo de aprendizaje de una persona.
Otro beneficio es que los jóvenes tienen la ventaja de la edad y eso aumenta su capacidad de ahorro a largo plazo, además les permite poder asumir decisiones con una visión a largo tiempo. En el caso de las inversiones en bienes raíces, mientras más se deja madurar, mayor plusvalía.
Es verdad que aún falta mucho y que la brecha de educación financiera resulta en una falta de interés por las inversiones. Sin embargo, el mundo está transitando un viaje disruptivo tecnológico en el que los mayores beneficiados son los jóvenes, pues tienen a su disposición muchas herramientas y tecnologías que sin duda alguna servirán para acercar este conocimiento y transformarse en generaciones de adultos menos endeudados y más estables hacia el futuro.
El mercado mexicano hoy ofrece una gran cantidad de aplicaciones, plataformas y soluciones de inversión, con alternativas accesibles que parten de mil 500 pesos. Quizá a los 18 años invertir mil 500 pesos y no gastarlos es una decisión muy difícil, pero es una acción que puede ser clave para la vida.
También, es importante que los jóvenes se informen e inviertan su dinero en plataformas seguras, respaldadas por las entidades financieras y legales pertinentes. Cuidar siempre que inviertan en empresas u organizaciones que cuenten con los permisos legales como lo es la Licencia para operar como Institución de Tecnología Financiera, autorizada por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. De lo contrario, podría generar una mala experiencia inicial que haga crecer la desconfianza en los nuevos inversionistas.
Creo que las posibilidades de mejora de la educación financiera en México son inmensas y me alegra saber que cada vez más actores están preocupándose por esto. Un escenario futuro de una sociedad responsable financieramente hablando es la construcción de hábitos en etapas tempranas. Hoy tenemos todo, tecnología, canales de difusión y jóvenes interesados en aprender. Podemos mirar el vaso medio lleno.
Fundador y CEO de 100 Ladrillos