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La presentación de Jordan Belfort "El Lobo de Wall Street" inició en el Wall Trade Center de la Ciudad de México con una promesa increíble: cambiar la vida de las personas.
El exvendedor de acciones bursátiles, que acaparó la atención del mercado de valores en los 90, mostró gran optimismo en su visita a México tras dos años de ausencia.
"Espero un lleno total mañana"
, dijo en entrevista con EL UNIVERSAL, un día antes de su presentación en la Ciudad de México este sábado 30 de noviembre.
Sin embargo, las expectativas del hombre que se ganó el apodo de "Lobo de Wall Street" por estafar a las personas más acaudaladas de Estados Unidos se quedaron a medias.
Casi 10 minutos después de las 14:00 horas, las filas de registro seguían llenas. Unos cuantos se paraban frente a los módulos de venta de boletos para adquirir los suyos. El tan promocionado regreso de Belfort no reunió la cantidad de empresarios y hombres de negocios que se presumía llenarían todos los asientos del Auditorio Mexica en el World Trade Center.
El precio de los boletos iba de mil hasta casi 7 mil pesos, aunque desde un día antes se rebajaron en más de 50% para lograr casa llena.
Ya al interior, y con 20 minutos de retraso, los chiflidos se hicieron notar en la primera fila.
El evento inició con una hora de retraso, pero eso no pareció importar mucho pues los asistentes recibieron a la estrella del día de pie y entre aplausos.
No se tomó más tiempo para revelar los "misteriosos secretos" de las ventas a un público diverso: mexicanos, extranjeros, ingenieros, emprendedores y hasta un dentista, como Jordan reveló que hubiera sido de hacerle caso a su madre.
Su presentación arrancó floja; se movía de un lado a otro a lo largo del escenario, se sentaba, caminaba entre los asistentes, pero se perdía entre la multitud por su baja estatura, luego tomó un plumón para escribir garabatos ilegibles en un pizarrón. Belfort no lograba conectar .
La primera parte fue un discurso motivador apoyado con una presentación llena de faltas de ortografía; no acababa una idea y pasaba a otra, situación que empeoró gracias a la mala traducción al español que hizo que algunos comenzaran a cabecear o prestarle más atención al teléfono.
Después de una hora, Belfort le dio al clavo: comenzó a contar chistes y a usar un lenguaje elevado de tono para captar la atención de los presentes.
Presentó un fragmento de la conocida película de Martin Scorsese basada en su vida y presumió que gracias a los 10 tonos de voz que le enseñó a Leonardo DiCaprio para cerrar una venta es que casi se lleva el Oscar.
En este punto, todos los asistentes prestaron atención: rieron, levantaban la mano cuando Jordan lo pedía, tomaban nota y usaban el teléfono para sacar fotos de las claves del éxito mostradas en pantalla.
El hombre, que afirmó nunca haber sido feliz cuando fue pobre, concluyó con la revelación de su mayor secreto: "¿Por qué sigo haciendo esto? Mi mayor poder es el amor que le tengo a mis hijos. Háganse ricos por lo que aman".
Como al principio, los asistentes se pusieron de pie para despedirlo entre aplausos. Belfort pidió que todos golpearan su pecho, emulando otra de las escenas más conocidas de la película: “Por cierto, en la vida real, yo nunca hice esa mierda", dijo antes de salir.
Algunos se fueron con libros que compraron, otros se tomaron selfies con la publicidad del evento y hubo quienes se marcharon rápido para buscar dónde comer.
etp