Las tecnologías innovadoras han facilitado la entrada de nuevos participantes exclusivamente digitales conocidos como “neobancos”, empresas de tecnología o Fintech y las más grandes “big techs”, en la prestación de servicios bancarios y financieros.
Sin embargo, pese a los beneficios en cuanto inclusión y servicios rápidos, conllevan riesgos cibernéticos, operacionales, reputacionales e incertidumbre jurídica que deben estar bien calibrados por los supervisores y reguladores del sistema financiero.
Así se establece en un reporte que dio a conocer este jueves el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, sobre las implicaciones de la digitalización de las finanzas para los bancos y la supervisión.
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“Los bancos pueden enfrentar desafíos al adoptar las estrategias necesarias para seguir siendo competitivos y rentables en un entorno cada vez más digital”, ponderó.
Así es como los “neobancos” aspiran a competir con las instituciones de crédito tradicionales personalizando mejor los productos en línea y entregando servicios más rápidos.
Suelen estar dirigidos a particulares, empresarios y pequeñas y medianas empresas a los que les ofrecen una gama de servicios que incluyen cuentas comerciales y de depósito, tarjetas de crédito, servicios financieros, asesoramiento y préstamos.
Alertó que, al no estar limitados por la infraestructura heredada, el uso de ciertas tecnologías por parte de los bancos y asociaciones con entidades no bancarias u otras interacciones con terceros también, puede conducir a un mayor riesgo para la reputación, se pondera en el documento.
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Según el organismo encargado de la regulación prudencial de los bancos en el ámbito internacional, dicho riesgo puede surgir de fallas operativas, o incumplimiento de las leyes y regulaciones pertinentes.
Lo anterior, advirtió, puede ser particularmente perjudicial para los bancos ya que la naturaleza de su negocio requiere mantener la confianza de los depositantes, acreedores y otros actores del mercado.
También, pueden enfrentar riesgos reputacionales si dependen de ciertos procesos automatizados, como, por ejemplo, modelos complejos de inteligencia artificial y su falta de transparencia que pudieran dar lugar a publicidad adversa que generen sanciones.
En tanto, las Fintech, suelen especializarse en ofrecer un producto o servicio particular dirigido a un segmento específico de la cadena de valor bancaria, destacó.
Dependen principalmente de canales digitales como redes sociales y sitios web, o asociaciones con instituciones financieras locales para adquirir clientes.
Principalmente dan servicios de préstamos y pagos, seguidos de aprovisionamiento de tecnología empresarial y capital.
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